Search
Close this search box.

Un experimento Pixeliano

pixelsdomPXLS_DgtlMkt_ALL_5x7_3_rgb-e1426686642275Ahí mismo, saliendo del cine, le pedí –maliciosamente– a mi hijo de diez años que puntuara algunas películas.

–¿Minions?

Se tomó una pausa. El primer número setteaba el resto, aunque él no supiera entonces qué películas conformarían ese resto.

–Siete –respondió.

–¿Mosters Inc.?

–Siete también.

Toy Story –pregunta de control, necesitaba saber si obtendría un digna puntuación máxima o estaba criando un mini Simon Cowell en flip flops.

–Diez –dijo sin titubear. Y nos miramos con el alivio del que tira un ancla. Por primera vez desde que surgió el improvisado experimento presentí que resultaría útil.

Big Hero 6.

–Otro diez –me apuñaló sabiendo que es de las pocas que aún no he visto.

Hice una pausa. En mi cabeza había bombos y platillos.

–¿Y Pixels?

Había llegado el momento. Quería saber qué le había parecido el gran estreno de la semana pero razoné que debía ponerlo en contexto. Será un tema de familia pero the suspension of disbelieve nos funciona a la perfección. Me suele resultar difícil poner en perspectiva el séptimo arte cuando aún no salí del cine. Preciso metabolizarla, disectarla.

Sin embargo, con Pixels fue distinto desde el principio. El proyector se rompió provocando que la función se atrasara. Disfrutábamos la previa de trailers, comerciales y contenidos varios hasta que me perdí entre argumentos y recursos vendedores. La película comenzó y, por un instante, no tenía idea de qué habíamos ido a ver. Cuando las muy buenas gráficas de apertura me lo recordaron, sentí una tibia decepción.

Aquello decía mucho de la premisa, información con la que ya contaba. En los 80’s la NASA envía al espacio las famosas cápsulas con muestras de vida y cultura en sentido amplio: La isla de la fantasía, Madonna, los juegos electrónicos… Una civilización extraterrestre, aparentemente más evolucionada que la nuestra, lo recibe y toma como una declaración de guerra (¿?). E invade el planeta a manos –pixeladas– del Pac-Man, el Donkey Kong, El Gálaga y los que te Tokens.Pixels_72867

Voy a decirlo de una vez: me pareció mala con matices (pocos). Uno de ellos, el hecho de que en Pixels trabaja gente muy graciosa. Destaco dos: Josh Gad (¿has visto The comedians por Fox, coprotagonizada junto a Billy Crystal?) y Peter Dinklage (Tyrion Lannister en Game of Thrones), una sorpresa por el género pero una confirmación de su talento.

Un párrafo aparte merecen un Adam Sandler en decadencia (no porque haya perdido gracia, más bien porque se repite), el Kevin James Presidente con resaca de Paul Blart/Mall Cop–, y un Dan Aykroyd que hace un cameo de dos líneas carente de gracia aunque vital para establecer la premisa.

The Hollywood Reporter, después de descuartizarlo, termina sugiriendo al Adam-Sandler-Autor que se dedique un buen tiempo a trabajar para otros, como lo hizo con Punch-Drunk Love de Paul Thomas Anderson por ejemplo. Que deje su impulso creativo para películas que no se lleguen a producir.

El segundo matiz a destacar son los efectos especiales. No me refiero tanto al logro técnico sino al hecho de que las películas con FX tienen un plus de realidad virtual. En otras palabras, valía la pena quedarse a ver cómo sería ese mundo donde los Arcaders enfrentarían la nueva amenaza. No voy a revelar cómo se da la victoria final por obvias razones, pero (mini spoiler alert) hay un instante previo, donde el personaje de Sandler le quita el laser al militar inoperante y desata un tiroteo que hace pixels (literalmente) al Centipede. Ahí mismo sospeché que un niño de 10 años estaría extasiado con ese clímax de populismo hollywoodense. Y lo sospeché con decepción. La segunda.

–¿Pixels? –arriesgué retomando los bombos y los platillos–. ¿Qué puntaje le ponemos a Pixels…

–… Diez puntos.

¿Demasiado temprano para preguntar? ¿Cómo puede ser –pensé, no se lo dije– que este estorbo se encuentre al nivel de Toy Story?

–¿Qué fue lo que más te gustó? –pregunté austero, disimulando mi ofuscamiento.

–Papá, soy un gamer –me dijo, confirmando todos mis temores, no a que fuera gamer sino a que la inmensa población jugadora le termine rindiendo culto–. Esta película es lo máximo.

Sigo pensando que no es gran cosa. Pero si tienes un hijo que se desvive por el pixelado Minecraft e idolatra a los Youtubers que graban sus sesiones pixeladas de Minecraft, es más que probable que la pasen bien.

Tal vez tengas suerte y encuentres dónde presumir tus habilidades de gamer ochentoso. Contarás con la oportunidad de ganarle a algo, al Pac-Man por ejemplo. Antes de que Sandler-Sony-Nintendo lo resignifiquen y tu hijo empiece a jugarlo seguido, te destroce primero y te niegue la revancha un rato más tarde.

 

 

Suburbano Ediciones Contacto

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
WhatsApp
Reddit