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Todos los libros cuentan

Hace tres años, cuando llegué a Moscú, me encontré con la sorpresa de que uno de los autores españoles más leídos, tanto en su idioma original como traducido al ruso, era Carlos Ruiz Zafón.

La situación era un poco incómoda cuando yo, llegado de Barcelona, ciudad natal del escritor recientemente fallecido, aseguraba que no había leído una línea de sus obras. En realidad, sí, y fueron precisamente esas pocas líneas las que me llevaron a pensar que no valía la pena seguir.

Fue una tarde en la Ciudad Condal, recorriendo una librería cuando me encontré con la obra más comentada y alabada del autor: La sombra del viento. Como es mi costumbre, no leí la sinopsis de la contraportada, sino la primera página. Fue suficiente para darme cuenta de que no era la lectura que buscaba.

Quizá si hubiera descubierto ese libro años antes, cuando la adolescencia apenas se había terminado, quizá en aquel momento lo hubiera devorado sin contemplación, con un gusto asegurado. Pero no, llegó muchos años después, cuando mis lecturas habían cambiado, cuando mis intereses eran otros a nivel literario, cuando buscaba algo más profundo, más complejo, donde el argumento tuviera más peso sobre la historia, donde los personajes tuvieran una mayor profundidad. En definitiva, me encontraba frente a un Best Seller, como muchos que leí durante una etapa de mi vida, pero yo necesitaba otra cosa.

Con esto no quiero decir que la obra sea de mala calidad o que su autor no tenga talento. Al contrario. Me parece que esta novela, y las otras que le siguieron en los años posteriores, cumplen con el objetivo del género y, sobre todo, ha logrado que miles de personas (e incluso quiero pensar en millones) se adentraran, quizá por primera vez, en el mundo de la lectura.

Todos los libros cuentan. Y si nos ceñimos por completo a la narrativa de ficción, podemos encontrar una enorme variedad de géneros y estilos que, de alguna manera, cumplen una función dentro del mundo literario y para el mundo editorial. Al igual que en otras artes, la literatura se alimenta de la variedad, y esta nace de la necesidad de cada lector, de lo que desea, de lo que le hace falta, de lo que anhela encontrar.

En el caso particular de Ruiz Zafón, tuvo el acierto de escribir una historia que combinaba el misterio, el descubrimiento y las emociones, todo impregnado por el misticismo que envuelve a los libros. En definitiva, una obra que calaba profundo en todos aquellos que buscaran saciar su ansia por una buena historia y donde el argumento tuviera el límite suficiente para no entorpecer el ritmo de la primera.

Es fundamental que este tipo de libros existan. Porque ante todo son obras que permiten que nos enamoremos de la lectura, que nos impulsan en este hábito tan poco usual en los últimos años. Quizá en el mundo literario no sean del agrado de la mayoría, mientras que, en gran parte del universo editorial, al contrario, están ávidos de contar con una novela de este estilo en su catálogo, sobre todo por el aporte financiero, además de un cierto prestigio.

Ahora que Carlos Ruiz Zafón se ha ido, sus libros obtienen una nueva dimensión. La de obras definitivas y absolutas, sin la opción de que aparezcan nuevas novelas que las complementen o que, al contrario, comiencen a quedarse atrás debido al desarrollo de su autor. Pero más allá de todo, lo importante es que sus creaciones existen y todavía hay muchos lectores que las buscarán porque es lo que quieren, desean o necesitan. Porque los libros demuestran su valor sólo cuando son leídos.

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