
The Waterfront, la serie de Netflix de ocho episodios creada por Kevin Williamson, es un drama familiar que se mezcla con el crimen organizado. La historia sigue a los Buckley, una familia de Carolina del Norte que durante generaciones sostuvo un emporio pesquero, hoy tambaleante entre deudas, traiciones y la sombra del narcotráfico.
El punto de partida es el regreso de Harlan Buckley (Holt McCallany), patriarca enérgico y testarudo, que vuelve a casa tras sobrevivir a dos infartos. Lo que encuentra es un legado fracturado: su hijo Cane (Jake Weary) ha convertido la flota pesquera en una tapadera para el contrabando de drogas con tal de mantener la empresa a flote. Esa decisión arrastra a toda la familia a una espiral de violencia, secretos y alianzas peligrosas.
Williamson, recordado por Dawson’s Creek y Scream, impregna la serie de un trasfondo personal: su propio padre fue pescador en Carolina del Norte y, en tiempos de crisis, se involucró en negocios ilícitos. Esa huella autobiográfica dota al relato de un realismo particular, donde la ambición y el derrumbe se entrelazan con la identidad sureña.
Los personajes encarnan los distintos modos de enfrentar la caída. Cane, que busca salvar el legado con métodos ilegítimos, es la tragedia en carne viva de una generación atrapada entre el deber y la corrupción. Bree (Melissa Benoist), la hija en busca de redención, se aferra a la esperanza de romper con ese ciclo. Belle (Maria Bello), ambiciosa y astuta, se convierte en el personaje más complejo, capaz de sostener o hundir a la familia según sus propios intereses. Y Harlan, al centro de la tormenta, no consigue decidir si debe soltar el timón o hundirse con él.
Uno de los mayores logros de la serie es su tono híbrido. The Waterfront toma recursos del soap opera —las discusiones encendidas, los secretos revelados en el peor momento, las alianzas traicioneras—, pero los combina con estallidos de violencia y un suspenso cercano al thriller. Esa mezcla la emparenta con títulos como Ozark o Bloodline, aunque mantiene su propio aire, marcado por la atmósfera sureña y la omnipresencia del mar como metáfora de inestabilidad.
El desenlace confirma que en Havenport nada permanece en calma. Cuando los Buckley parecen encontrar un precario equilibrio, una nueva amenaza irrumpe y deja la historia abierta. Era un final propicio para continuar en otra temporada, pero Netflix canceló la serie pese a su buen recibimiento.







