Englishman in New York quizás sea la canción más popular del repertorio de Sting… como solista. Con todo y que The Police se separó en 1986, todavía a mí se me hace necesario diferenciar claramente ambos periodos del artista, aunque a estas alturas no tenga ningún argumento para ello.
La canción del inglés en Nueva York está inspirada y dedicada a Quentin Crisp, escritor y actor inglés homosexual, por lo que estrofas como “Se necesita un hombre para sonreír al sufrir la ignorancia/Sé tú mismo no importa lo que digan” son cantadas contra la homofobia y no a favor de la inmigración, aunque el título y el coro de la canción hicieron que el giro se diera con facilidad.
Shinehead fue el primero con su Jamaican in New York. De ascendencia jamaiquina, nacido en Inglaterra y criado en el Bronx, la Nueva York de Shinehead, pionero de la fusión entre el reggae y el hip hop, es la pérfida Babilonia, violenta y al acecho, pero “aunque no le guste/rumbearemos hasta el amanecer”.
Cuando salió el disco tributo en español a The Police, me indignó que incluyera una versión de Englishman in New York, ¡sacrilegio! ¡Una canción de Sting en el tributo a The Police!Pero Sting es un caballero que camina, nunca corre, y la verdad de ese tributo solo recuerdo Venezuelan in New York. En la versión de King Changó el inmigrante no tiene documentos y quizás el único ápice de vigencia que ha perdido el tema es el uso de la palabra ilegal.
La misma vigencia mantiene Africain à Paris, de Tiken Jah Fakoly. En la versión del marfileño, el inmigrante es más un refugiado, ya que llega a su nuevo hogar en vuelo charter y el sentimiento de pérdida e indefensión es incluso más íntimo, pues lo que narra-canta es la carta que le escribe a su mamá desde la habitación donde está alojado, y en ella le pide que no se preocupe demasiado si escucha noticias de incendios en hoteles.
No se puede hablar de Englishman in New York sin mencionar el hipnótico sonido del saxofón de Branford Marsalis. Debido a esa frontera que habita entre el pop y el jazz, la canción ha sido versionada en innumerables ocasiones en clave instrumental. En esas versiones uno encuentra mucha música de ascensor, pero también varias genialidades, como la de Arturo Sandoval y la del proyecto colaborativo de Jorge Glem y César Orozco.