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Por los viajes de Felisberto Hernández

Tratar de definir el estilo narrativo de Jesús Callejas nos puede llevar a transitar vericuetos más bien oscuros, que nos inducen a cuestionarnos el sentido profundo de la literatura, de la escritura, del lenguaje, de la gramática, en fin, que nos sacude por su oposición diametral a las narrativas que comúnmente estamos acostumbrados a leer. Callejas reside en el sur de la Florida y es un escritor marginal, como él mismo se denomina; marginado por las editoriales pues ninguno de sus libros lleva el sello de alguna de ellas. Sin embargo, gracias a la Internet podemos acceder a su lectura.

En esta ocasión me voy a referir a su relato corto: Corceles de la Memoria*, el cual considero que contiene gran parte de las características de su escritura tan particular como interesantísima por los retos estéticos que plantea frente a los cánones tradicionales  que rigen las normas de la narrativa actual. La narrativa de Callejas es apta para lectores avezados.

En Corceles de la memoria, narra las aventuras del escritor y pianista  Felisberto en un fantasmal viaje por los mares de Uruguay en una barca  llamada Celina. Océano adentro es recibido por los personajes míticos: Esteno y Euríale, hermanas de Medusa, mejor conocidas como las Gorgonas, quienes son sus anfitrionas y lo conducen y zambullen en un maravilloso paseo de vigilia y sueño, de diálogos hilarantes con personajes históricos viajando en el tiempo hacia atrás dentro de un escenario alucinado de atmosfera surrealista, en donde el monólogo interior, las asociaciones libres, la escritura automática,  hacen parte del envoltorio del paquete narrativo.

Felisberto El protagonista, filosofa con las Gorgonas sobre su condición de mortal y de su destino;  sobre el sentido de su existencia y de sus acciones en cuanto hombre y artista; sobre la validez de la experiencia que está atravesando, pues no sabe si está vivo o está muerto. En cuanto Alter-ego del autor, inquiere sobre el valor y reconocimiento de su escritura que auto proclama expresión del  Realismo Mágico. En una total simbiosis con personajes de la metaliteratura, (es decir, con argumentos, tesis y situaciones acumulados en libros de la historia de la literatura); de la mitología y de la vida real,  este protagonista convierte la realidad en ficción y la ficción en realidad de tal modo que lo único palpable, real y cierto es el lenguaje atropellado que emana de su conciencia neurótica. Con la ubicación de este personaje, el autor  apuesta por una significación totalmente connotada por niveles de construcción poético, ensayístico,  místico y  hermético.

Si bien es cierto que el argumento o hilo de la trama acompaña el itinerario de la escritura, se nos presenta diluido y evanescente en medio de una arrolladora forma de nuevo barroquismo —y hasta con destellos de preciosismo rococó— pleno de imágenes profundamente, alegóricas y metafóricas como podemos apreciar en la siguiente frase:

Conmovidas, las hermanas, ahora en ropaje de helénicas beldades, de trigales cabelleras e iridiscentes rostros, cuasi mosaicos parlantes frenando venas lujuriosas, lo levantaron por ambos brazos hasta conducirlo al camarote de dóricas ventiscas o verticales flotas. Lo depositaron sobre una inmensa cama ocupando entonces, testosterónicas custodias, oblicua posición en el rectángulo esponjoso”.   

En este fragmento, la forma no solo succiona el contenido sino que rebasa todo tipo de orden y norma  gramatical, desintegrando desde una sintaxis oracional y narrativa dislocada,  el contenido lógico que el texto pudiera presentar. Es una escritura vertida en imágenes sensoriales y conceptuales a partir de analogías y paradojas que no es tanto acerca de algo, como algo en sí mismo. El movimiento de las palabras, sus secuencias rítmicas y melódicas, y el color emocional de la página son los principales representantes del pensamiento y el sentimiento del autor. Ilustremos con otro fragmento lo anteriormente afirmado:

 El sol no daba tregua paseando refractarios dedos de oro sulfúrico a lo anchuroso de la bahía y el cerro, absorbido sensorial, desparramado a puntillismo entre los incontables peregrinos de la tarde joven en la llamada “Atenas del Plata”.

Podemos deducir que en el texto de Callejas, los significados comúnmente aceptados de las palabras son secundarios, a veces multidimensionadas frases destinadas a transmitir varios estratos de significado a la vez, o cercenados en sus funciones, de tal manera que un sustantivo puede ser un adjetivo o verbo o un adjetivo y un verbo pueden convertirse en un nombre. Así por ejemplo cuando escribe: Fue entonces que el sol abanicóse dudas y se escurrió para dar paso al eléctrico galpón de nubes provocando deserción en plaza y avenidas, dejando solitario, cuasi adormilado a Felisberto y su reloj de ansias. Saltando aterrado vio lo que presentían los puentes oníricos de su laringe y su jauría de letras le alertaba.

Es un lenguaje retorcido que a la vez que se esconde revela secretos. El sentido del relato descansa en su propio lenguaje. Al mismísimo estilo de James Joyce en Finnegan’s Wake, publicado en 1939 en donde el «habla onírica y el «dreamspeak», se toman el cuerpo del relato. Jesús Callejas nos sorprende con este estilo que sigue la corriente del irlandés en su última etapa, y que Norris lo describe como un lenguaje que «al igual que la poesía, utiliza palabras e imágenes con distintos significados, incluso a menudo contradictorios».  De hecho se abraza una forma narrativa en donde se emplea el lenguaje como un medio nuevo, rompiendo todos los usos gramaticales, los valores de espacio y de tiempo, todas las concepciones ordinarias de contexto.  El tema es el lenguaje y el lenguaje es el tema, un lenguaje que explota toda asociación fónica y la asociación libre, entregándonos la lectura de un texto de género hibrido, hilvanado cual saltimbanqui enloquecido, entre  cuento, ensayo, prosa lírica o pieza de teatro.

Evidentemente, en la escritura de Callejas debemos reconocer un plus que agrega a la herencia aportada por Alejo Carpentier y el diseño de esa forma estética de narrar que conocemos como Lo Real –Maravilloso. Otro plus le agrega al realismo mágico garciamarquiano— que a mi modo de entender —consiste en la manera de trabajar la sintaxis oracional y narrativa dislocada que identifica su obra.

Por supuesto que ya tenemos antecedentes, además de la de Joyce en la historia de la literatura sobre este tipo de elaboración como es el caso de la llamada «sintaxis faulkneriana» (en: El sonido y la furia el monólogo de Benjamín, el idiota), claro ejemplo de un reflexivo y elaborado uso de una gramática pervertida, de  sintaxis caótica, desordenada e inconexa.  A propósito rompen en algunas partes de sus relatos con la sintaxis y la lógica. En la voz del idiota Benjamín en El Sonido y la furia, una conciencia sin capacidad de sintaxis mezcla en su experiencia diaria sensaciones pasadas y actuales asociadas de forma incoherente. Los pensamientos se manifiestan como si no estuvieran en control. Todo esto es posible gracias a la  «Licencia poética» que transcribe con fidelidad estados reales de conciencias perturbadas.

El carácter marcadamente autobiográfico de la escritura de Callejas se hace palpable no solo en este caso por el uso del Alter-ego, (Felisberto como personaje  la paródico del autor), sino a lo largo de otras novelas como Memorias amorosas de un afligido y Yo bipolar, una de su más reciente obra publicada en la red. Y él no lo esconde sino al contrario lo admite y resalta, tal como lo expresa en el siguiente párrafo:

novedoso, metódico, preciso, podas y pules tus gemas con afán nervioso. ¿Cómo logras hacer de la neurosis arte? Sólo me limito a traducir lo que conozco, lo que vivo y me rodea… La verdad es que yo no entiendo a un escritor que no sea autobiográfico…

Nos  encontramos, entonces, frente a un escritor consciente de los valores estéticos que nos rigen y que transita totalmente lúcido un tipo de escritura que para él posee plena validez. Hace de su condición mental un laboratorio vivo donde cuece sus ficciones soportadas por un lenguaje libérrimo navegando  entre los entresijos de la sustancia significativa, que a su vez es equivalencia de su modo de vida real, insobornable y libertaria.

Su escritura neurótica es franca, directa y conmovedoramente explícita. Leamos el siguiente párrafo:

Ah, señoras, alivio ofrece su generosidad, pero no hay tranquilidad para mí: el otro siempre acecha. Me vigila; emerge desde adentro y desde afuera, me insulta y censura acosándome en cuanto sitio frecuento. Me persigue solo o envía tras de mí su ejército animista. No me deja dormir y si sueño aparece trayendo consigo las congojas. No le concede tregua a mis neuronas drenadas. Si la memoria me regresa, temo que el pasado me atrape y encadene y yo deseo vaciar mis ojos de excesivo mobiliario, de objetos que me han perseguido y vigilado desde la infancia.

¿Se origina el arte en la locura? Lo que podría confirmarse es  que los extremos se tocan, la lucidez es capaz de conducir a la locura, y tal vez también ocurra a la inversa o, en todo caso, es posible que se compruebe que los extremos nunca han existido, que lo que llamamos locura y lucidez son estados latentes en cada uno de nosotros, solo duermen.

Foucault sostiene que “las locuras, aun las que son mudas, pasan, y pasan siempre, por el lenguaje. Que no son tal vez más que la extraña sintaxis de un discurso”. Interpretar, pues, el discurso del loco en todas sus áreas (incluso en su silencio) es parte de una tarea central, que suele verse interrumpida no porque estos “no hablan, sino tal vez porque, justamente, hablan demasiado, con su lenguaje sobrecargado, en una especie de profusión tropical de los signos en la que se confunden todos los caminos del mundo”.

Este tipo de escritura inusual y transgresora como la de Jesús Callejas, marginada por el mercado editorial, y que yo llamaría Neoexpresionismo Literario, nos conduce también a replantear la calidad narrativa que nos está imponiendo la industria del libro en general. Esta industria montada sobre el facilismo de una cultura pasiva y de distracción,  demuestra su vocación mercantilista que más que servir de vanguardia para una exploración cultural de apertura a propuestas estéticas nuevas, empobrece el nivel crítico de los lectores ya de por si torpe y menguado.  “No será el miedo a la locura… lo que nos obligue a bajar la bandera de la imaginación», reza el Manifiesto surrealista. De otra parte, la frase final de la novela Nadja de André Breton nos viene como anillo al dedo para ilustrar la estética callejiana; dice: “La belleza será CONVULSIVA o no será”.

 *Los invito a leer el relato en: http://www.revistacronopio.com/?p=13119

Jesús I. Callejas (La Habana, Cuba, 1956) ha publicado, por su cuenta, ya que desconfía paranoico de los consorcios editoriales, los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela: Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011).  Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (2012) (novela); Desapuntes de un cinéfilo, (2012), que incluye, en cinco volúmenes, historia y reseñas sobre cine; y Arenas residuales y demás partículas adversas (2014) (relatos).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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