Muros de fango,
tres pisos, en el suelo paja
que devora un pájaro
con el ala aplasta trigo y
niega todo poder al viento.
Pero fue antes
de que marinara
en la marmita.
El cielo imita
al mar profundo,
tres ventanas en el granero,
en la izquierda, los muertos
mueven mecedoras,
en el centro, mi hija contempla
como recojo desechos
en la escotilla de la derecha,
el chal cae, cae al suelo
y niega al pájaro y a los muertos.
La casa roja me pertenece,
Malevich ha tapiado la puerta,
definitivamente
ningún sendero conduce a mí,
ninguno me conduce
a estirar cuerdas
para que seque ropa.
En el mismo momento
en que la montaña se niega a
destruir el horizonte,
me opongo a depositar
desperdicios
en el basurero
hay amarillo
como plumas en el suelo,
mi corazón late
sobre fondo aguado,
en los alrededores
la gata desespera.