la otra mitad
La casa tenía una media ventana,
una media puerta,
una media sala,
con una media lámpara
a media luz.
Una media cocina.
Un medio baño
con una media ducha.
Un medio pasillo
que llevaba
a un medio patio.
Un medio jardín
con flores a medio florecer
por el medio sol
de los mediodías.
Una media habitación
en cuya media cama
medio dormía
un medio hombre.
Y en la media gaveta
de su media mesita de media noche,
el medio hombre guardaba
un medio portarretrato,
con la fotografía de la otra mitad del mundo.
diana
en el patio han quedado tus sonidos pegados a los pájaros,
tu cuerpo se mece con la sombra de las hojas
tenues y onduladas,
siguen una cadencia aprendida
de tus curvas, tus arranques pélvicos… pobres hojas,
no tienen la culpa de tanta hembra
en la memoria de sus hebras
de tus susurros
musicando sobre mis poros una sonata de carne.
Sé que aré un abismo con mis ojos
que me llevé esa piel etérea tan fina y tan tierna
casi un encaje de pasión en la tela de tu juicio:
tu amor de un instante duró mil años
mi amor de mil años duró un instante,
fue un no coincidir, un mal milagro
como errar una diana
que nunca se suponía que falláramos
soplo
ya no confío en mis sueños, los trato como a inmigrantes de ideas extrañas que han cruzado la frontera hacia mí mismo: en medio de mi noche, allá adentro, pasando mil puertas, he visto una luz pequeña que me sobrevive asida a mi inocencia
abulia
llevo un espejo bajo mis ojos
llevo una manzana frente a mi cara
llevo un mundo sobre mis hombros:
me apoyo en los picaportes de todas mis puertas
me paro sobre todos mis muertos
me asomo a todos mis puentes:
por esa ventaja de poder transcurrir
sin avanzar…
o viceversa
otra isla
Me fui de mí,
a ninguna parte,
me fui
a una isla donde no existen los pájaros
a un lugar sin mar
sin rampas
sin despedidas.
Me fui de mis odios
me fui de ti,
y al dejarnos atrás
convertí en recuerdos
mi felicidad
El visitante
Me siento sobre mis recuerdos
con ese aplomo inquieto que me han dado los años:
los sopeso, los aplasto con mis pérdidas:
con esa isla en que me he convertido al perder mi isla
con esas palabras con las que se suponía iba a cambiar el mundo
y que ahora no están, cambiadas por otras más inteligentes
más líricas y trascendentes: aunque esa voz,
es la voz de otro que nunca quise ser.
Palabras como:
me siento sobre mis manos a esperar a Dios
y en la espera,
camino sobre el filo de un mundo que todo lo ha echado al viento.
Me levanto sobre mi cadáver para desnudar a aquellas novias
que decían que me amaban con palabras de otros tiempos,
y en la suave cadencia de sus despedidas
se adivina un acento lejano
una distancia real:
como cuando uno emigra de sí mismo
y ya no está en su casa, sino de visita.
Deseos
quiero levantarme a ser feliz,
a sobarme las ganas de vivir
con las hojas afelpadas de una enciclopedia
exquisita,
quiero que mi sangre sea la de antes
quiero que mi cuerpo me acompañe…
viviendo dentro de mí echo de menos al de antes:
ese que llevaba sin pesar mis cojones milenarios,
mi ternura a flor de piel y de ojos y de labios
mis locuras, mis espinillas, mis orgasmos
extraño al tonto, al perdido, al inconstante
al que se dejaba herir sin consecuencias
al generoso por soledad y por inocencia
al solitario, por raro, casi al borde,
ladrillo de una casa poblada de amigos de otros.
No quiero un cuerpo hecho de mis recuerdos.
Si no el recuerdo de mi cuerpo intacto,
bello e inmutable
flotando sobre un mar de mi otra sangre.
casual
No has probado mi sudor.
No eres cándida.
No ensayas para mis padres esa sonrisa escuálida.
Desconcierto
Te has ido
y tu ausencia me ha caído sobre los hombros
como una muerte tan viva,
tan llena de espacios que eran míos,
que no existo.
fellatio della mia anima
Deambulo por los espacios vacíos,
lleno de gente,
con la tarde tatuada en la frente, ladeando la cabeza con gesto ajeno,
espantado de mí,
habitante del Valle inquietante y profundo,
espejo de los otros,
cadáver de todos,
esperando que aparezcas sonriente
a beber de mí.
mi carne asciende hacia tu boca
(variaciones sobre un tema de Valéry)
Mi carne asciende hacia tu boca donde bailas
una tarde de diciembre apócrifa, entre mis manos,
apretando con tus labios un recuerdo de miradas,
de desnudos excesivos y perfectos, de flores oblongas
flotando en la tela de tu cuerpo, como un perfume de bezos,
entonando una canción letárgica que desborda mis audífonos.
Regreso de esos días acompañado de tu cuerpo muerto
de amor, de un futuro que vivimos en otros tiempos,
caído, doblado, vencido con esa languidez de los espectros
que flotan ebrios en las crestas espumosas de los malos recuerdos.
Me extiendo transparente hacia tu ocaso,
mi carne miente, adorada por manos vagabundas
de perfumes errantes, por vulvas de melaza y conga
una tarde adornada de ti y de tus córneas
mirando al mundo como si fuera una aurora de nácar,
donde estalla un ave ebria de sombras.