No sé si los árboles duermen
si el vaivén de sus ramas los arrulla
si despiertan al frío como hoy
yo he despertado.
No sé si los árboles de pronto
despiertan a la gélida caricia
como cualquiera que dormido
sin cobija descubre
tener frío. Sería bueno conocer
por lo menos al árbol cercano,
el que veo a diario y saber
cuánto frío puede tolerar
Cuánto, hasta qué helada escala
soporta sin que el frío
le lastime sus raíces. No es que el árbol
no lo sepa, es que yo
en mi indiferente calidad de observador,
no entiendo que quizá él sí que pide ayuda
alrededor del año
y yo solo lo veo
hacer brisa y sacudir su soporífero bochorno
o tiritar sus flacos dedos deshojados
pidiendo por lo menos un abrazo
una bufanda o un lenguaje basto
con el que ambos sepamos
pedir y dar ayuda.
Quizá este árbol sí que me está hablando
y yo sin darme cuenta.