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País Combi: un análisis sociológico para América Latina

 Gran parte de los países latinoamericanos formamos parte de un país combi. Esta palabra tan común en el vocabulario peruano, hoy reconocida por la Real Academia Española en su vigesimotercera edición, ha sido generalizada y connotada a partir de la emergencia de lo popular en muchos países de América Latina, principalmente en Perú.

Precisamente, en el contexto peruano, la definición de aquel vehículo que se hizo popular hace dos décadas por una exigencia en la demanda del transporte capitalino y que aún sigue vigente, ha sido tomada como referencia para aludir a lo que se ha llamado para fines sociológicos “Cultura combi”. Esta apropiación del significado alude a una serie de antivalores que se presentan dentro de ese espacio, los cuales son el reflejo de lo que ocurre a mayor escala, en la sociedad limeña, peruana, y, con seguridad, en muchas ciudades latinoamericanas.

Este es el punto de partida de nuestra reflexión para el libro que analizaremos, País combi (Editorial Suma, 2014). Según los lineamientos del texto, podríamos afirmar que la situación de desconcierto que se vive la capital no es un problema que radique precisamente en un país en concreto, sino en quienes forman parte de él. Hay un problema de conciencia, de identidad, de superación colectiva. Esa es la tesis del libro que nos entrega Pedro Morillas, un empresario que ha asumido el compromiso de analizar los principales problemas que aquejan a la sociedad limeña y, por cierto, a muchas otras por extensión.

País combi es una lectura crítica de la realidad del país. Una realidad dura, es cierto, pero en busca de un cambio. El mismo autor ha referido que esta forma de tratar la situación social de un país es lo que los psiquiatras han llamado “terapia de choque”, una especie de confrontación de los del sujeto con sus demonios internos. Una vez identificados, observados y aprehendidos, es menester luchar por superarlos y avasallarlos para cambiar la situación adversa y revertir los perjuicios.

Para conseguir este difícil objetivo se debe partir desde lo más sencillo –que en el análisis puede terminar siendo lo más complejo–, es decir, desde la forma de pensamiento. Cambiar la forma de pensar de los peruanos es el punto inicial para esta carrera tan complicada. Sobre todo, en lo que respecta a cumplir las normas, un aspecto sumamente difícil en un espacio donde la informalidad se ha masificado y ha llegado a escalar de forma sorprendente.

El desplazamiento de lo socialmente regido por las normas ha quedado solo como muestra de adoración, pero no de práctica. En este marco, lo popular ha intervenido en su forma más rebelde. Ha mostrado su posición más rebelde para tomar posición e imponer sus propias reglas de juego. Esa apropiación-distorsión de lo local genera una suerte de individualismo para sobrevivir en la entonces caótica ciudad.

En suma, muchos países latinoamericanos son vistos como una combi. La figura retórica nos lleva a pensar en la informalidad. Una sociedad informal, atiborrada y desbordada, en éxtasis por la desobediencia de las normas. El autor manifiesta que la sociedad del individualismo, la lucha por la autoelección y el autoreconocimiento es constante en el medio. Por ello, en estado de degeneración se puede llegar a convivir con la corrupción, con el desorden, porque esa es precisamente la combi que decidimos habitar. Y con ella, nos movilizamos y nos sentimos parte de la burbuja de exclusión, no para marginar, sino para autoproclamarnos y ocupar un espacio de reivindicación en la nueva configuración.

Pedro Morillas ha retratado la sociedad que muchas veces queremos obviar. Su propuesta nos devela los ojos para permitirnos analizar esta parte de la vida que la creemos natural. Sin duda, su calidad de empresario y viajero constante por diferentes países le ha permitido comparar realidades y desentrañar nuestros males. Con todo ello, su libro se convierte en una razón más para analizar la situación social que trae consigo la cultura de masas, para enfrentar y cambiar los problemas generacionales que, después de todo, son los que tienen aún que enfrentar muchos países en América Latina.

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