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Nigeria en los ojos de una irlandesa

Edna O’Brien nació en 1930 en Irlanda del Norte, en una familia marcada por el nacional catolicismo. Sus padres le impusieron rígidas costumbres, parte de un modelo arraigado sobre todo en las zonas rurales de su país, pero ella se casó en 1954 y, en una suerte de acto de liberación, se mudó a Londres con su esposo. En la capital inglesa dio a conocer su novela Las chicas de campo (1960), primera parte de una trilogía completada poco después con La chica de ojos verdes (1962) y Chicas felizmente casadas (1964), cuyas protagonistas, Kate y Baba, repiten el camino de la autora trazando además una amarga radiografía de la historia de su país.

La trilogía resultó un escándalo en su solar y un éxito entre los círculos literarios. Así dio comienzo a una obra que seguiría aumentando con títulos como Noche (1972), La luz del atardecer (2006) y Las sillitas rojas (2015). En 2018 apareció su autobiografía Chica de campo (parafraseando el título de su primera novela) y fue traducido al castellano un estupendo volumen de cuentos, Objeto de amor. Biografías y guiones para Hollywood siguieron engrosando su producción, y a los 88 años decidió viajar a Nigeria para entrevistar a algunas de las doscientas jóvenes raptadas en 2014 por el grupo fundamentalista Boko Haram, filial del Estado Islámico en el África Occidental.

O’Brien da voz a una de esas muchachas, Maryam, que fue raptada, violada y obligada a casarse con un integrante del grupo. Ella es la narradora de su propio infortunio: madre de una pequeña, logra al fin escapar y tras un escalofriante periplo, habiendo sido testigo de algunos episodios terribles (la muerte de su compañera de fuga, matanzas, una lapidación), logra regresar a su casa. Pero ya en el seno de su familia y de su aldea, debe enfrentarse al estigma que su aventura le supuso y comenzar una nueva lucha para no perder a su hija. El libro tiene pasajes desgarradores y da testimonio del sufrimiento no solo de su protagonista y de sus demás compañeras, sino de toda una nación sumida en la violencia.

Según declaraciones de O’Brien, sus libros de cabecera a la hora de escribir esta novela fueron El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, Esperando a los bárbaros, de J.M. Coetzee, y Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez. De esa imaginería alucinada, acaso el único resguardo en el que Maryam puede refugiarse, surgen pasajes como el siguiente: “La tierra empieza a dar vueltas. Una cumbre entera ha subido al cielo. Me sangran los ojos. Rebaños de ovejas amontonados son conducidos al matadero. Balan, balan antes de exhalar el último aliento. El niño Jesús es quien clava el cuchillo”.

La chica, Edna O’Brien, editorial Lumen, Barcelona, 2019, 221 páginas. Traducción de Ana Mata Buil (sin distribuir en nuestro país)

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