Messi es el jugador Playstation: como si estuviera dirigido a control remoto toma el balón y con asombrosa facilidad se quita rivales de encima hasta que anota el gol con un preciso toque o en último momento da un pase mágico para que un compañero pueda darle las gracias por el gol y la gloria compartida. Ronaldo es el jugador selfie: todo en él está hecho para la pantalla y para el meme, su potencia siempre sobrerrevolucionada, sus músculos tensos y al desnudo después de cada gol, sus jugadas de último recurso que parecen coreografiadas, sus expresiones ante un fallo o cuando un compañero no se la cede, incluso su llanto es fotogénico.
Lionel Messi y Cristiano Ronaldo han dominado la escena futbolística mundial de la última década no solo porque sin duda sus nombres quedarán inscritos entre los mejores de la historia, sino porque como pocas rivalidades, ambos jugadores encarnan perfectamente el espíritu de la época, el jugador Playstation contra el jugador selfie, una rivalidad que está más en la mente de los fanáticos que en el ánimo de ambos jugadores, pero somos los fans los que alimentamos esta maquinaria. Messi el introvertido, Ronaldo el extrovertido, Messi el humilde, Ronaldo el prepotente, Messi el que se impuso a pesar de su físico, Ronaldo el del físico imponente, Messi capaz de hacer jugadas imposibles, Ronaldo capaz de hacer jugadas imposibles, Messi el mejor de la historia para unos, Ronaldo el más decisivo de la actualidad para otros.
Desde que salieron de sus países natales, Messi y Ronaldo acumulan goles y trofeos con sus clubes, el Barcelona eterno para el argentino, el portugués primero con el Manchester United y después con el Real Madrid. Entre ambos han ganado un total de ocho ligas de campeones de Europa, cuatro por cabeza, y se han repartido el Balón de Oro desde 2008, cinco para cada uno.
Pero en el fútbol de selecciones, ambos tienen una deuda pendiente. Para encontrar títulos en la carrera de Messi con Argentina hay que estirarla más allá de la selección absoluta: campeón mundial sub-20 en 2005 y medalla de oro olímpica en 2008. Ronaldo puede exhibir un solo trofeo con Portugal: la Copa de Europa 2016, aunque las imágenes más recordadas que dejó en el torneo fueron de su rabia cuando tuvo que abandonar la final por lesión y contentarse con aupar desde la banda mientras sus compañeros ganaban el partido.
En la cita magna, el Mundial, el desempeño de ambos jugadores se cuenta más por las decepciones que por los momentos de gloria y genialidad.
Los Mundiales de Messi
Messi disputará en Rusia su cuarto Mundial. Debutó en Alemania 2006 y anotó un gol en tres partidos, de los cuales apenas disputó uno como titular. De hecho, Messi presenció desde el banco todo el partido en que Argentina quedó eliminada a manos de Alemania en cuartos de final y por penales. En Suráfrica 2010 ya era estrella indiscutible y la expectativa por su desempeño era muy alta. En función más de obrero que de genio, Messi no anotó ni un solo gol y naufragó junto a toda Argentina, que se despidió otra vez frente a Alemania en cuartos de final pero esta vez goleados 4 a 0. En Brasil 2014, de nuevo las expectativas eran sumamente altas y Messi pareció cumplirlas al anotar 4 goles en la fase de grupos, pero no volvió a anotar en el resto del torneo y aunque Argentina llegó a la final la perdió, una vez más ante Alemania, en un partido donde la genialidad de Messi no pudo expresarse. El saldo es agridulce, un subcampeonato en tres mundiales, con 5 goles en 15 partidos. Sus goles los anotó contra Serbia y Montenegro, Bosnia Herzegovina, Irán y Nigeria (doblete), mientras que ante rivales como México, Suiza, Bélgica, Holanda en dos ocasiones y Alemania en otras dos no pudo anotar.
Los Mundiales de Ronaldo
Ronaldo ha participado también en tres mundiales y apenas tiene un gol por copa para mostrar. Portugal llegó a semifinales en Alemania 2006 y terminó cuarto, con Ronaldo de titular en todos los partidos menos uno en el que no jugó, pero solo le anotó a Irán. En 2010, Portugal fue eliminado por España en octavos de final y Ronaldo solo pudo anotarle a Corea del Norte, mientras que en Brasil 2014 Portugal no pasó de la fase de grupos y Ronaldo anotó ante Ghana. El saldo para Ronaldo, llamado siempre a ser el hombre gol de su selección, es muy negativo. 3 goles en 13 partidos, un cuarto lugar y no pudo hacerse presente en el marcador ante rivales de peso como Holanda, Inglaterra, Francia, Brasil, España y Alemania en dos oportunidades.
Ahora Rusia
Ronaldo y Messi tienen dos cosas en común en los Mundiales. Alemania los ha goleado 4 a 0 y ambos le han marcado a Irán. La tercera por supuesto buscarán romperla en Rusia: ninguno de los dos se ha consagrado campeón del mundo, y a sus edades están cerca de acompañar a Puskas, Di Stéfano y Cruyff como los más grandes de la historia que nunca ganaron un Mundial.
Messi cumplirá 31 años en medio de la faena mundialista, Ronaldo tiene 33; al nivel que están jugando cualquiera podría apostar por su participación en Catar dentro de cuatro años, pero también es bastante probable que Rusia sea la última oportunidad de los dos de titularse campeón del mundo.
Argentina, como de costumbre, parte entre los favoritos y desde el grupo D (donde enfrentará a Islandia, Croacia y Nigeria) iniciará el camino que esperan no se detenga hasta levantar la copa. Portugal no entusiasma tanto, pero así ganó la Eurocopa: despertando muy poco entusiasmo hasta la mismísima final. Desde el grupo B (ante España, Marruecos e Irán) intentarán parecerse más a la selección campeona de Europa que a la eliminada en primera ronda de Brasil 2014.
El morbo estará servido si ambas selecciones quedan primeras o segundas de grupo y pasan de octavos de final, pues en sendos escenarios se enfrentarían en cuartos. Pero el escenario más conservador apunta a que Argentina quede primera de su grupo y Portugal segunda por detrás de España, y así, de enfrentarse Messi y Ronaldo sería porque ambas selecciones alcanzaron la final. ¿Una final de Mundial para dirimir de una vez por todas quién es el mejor? Al menos sobre el papel es posible. Con mi quiniela yo pondré de mi parte para que así suceda.