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Magallanes: ¿Cómo recuperarse de sus secuelas?

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Aquel mes de julio de 1992, cuando explotó la bomba en la Calle Tarata en pleno centro de Miraflores y a cuatro cuadras de mi casa, nació en mí una manía que se repetiría constantemente durante muchos años. Aquella manía consistía en acercarme cada noche me asomaba a la ventana de mi cuarto a verificar, obsesivamente, si es que los autos estacionados en la vereda de mi calle eran carros conocidos o desconocidos, si tenían aspecto de carros viejos o abandonados, si eran carros descompuestos y peor aún si estaban siendo empujados por desconocidos o vecinos de la zona.

Esa obsesión, desde aquella noche, se mantendría durante muchos años como un temor muy callado casi imperceptible, pero omnipresente, gatillado por la presencia real y extraña y de un carro abandonado en la vereda de enfrente de mi casa o por el sonido de la alarma de otro carro que había sido activada por el tránsito de la calle. Esas escenas vividas con verdadero y profundo temor fueron y (me atrevo a afirmar) serán mis propias secuelas de una época turbia y perturbadora que viví en la época de los 80 y 90.

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Sin embargo, otra fue la historia para aquellos que vivieron el conflicto armado directamente en las provincias lejanas de la capital. Otra es la historia de Celina (Magaly Solier) y de Magallanes (Damián Alcázar) quienes cargan y viven en carne propia sus propias secuelas. Celina carga con  un dolor desgarrador producto del recuerdo de abusos y violaciones que la llevan a despertarse a media noche con la angustia y la urgencia de querer huir de sus propios recuerdos, de sus propias secuelas; aquellas secuelas que la hacen de nuevo verse cautiva, apresada, indefensa, indigna.

Por su parte Magallanes, con su silencio y  soledad, carga consigo la secuela más perturbadora de todas: la  culpa. Aquella culpa que lo impulsa a buscar a Celina para ayudarla a cualquier precio incluso a costa de su propia libertad, y es que para Magallanes su libertad no significa nada porque sus pensamientos y todo su ser se encuentran ya encarcelados tan igual como lo estuvo Celina. La redención, para él, no existe a pesar que la desea con ansias, a pesar que sus intenciones se aventuren en la nobleza de un héroe, esta vez la historia y especialmente Celina le recordará que existen algunas secuelas que deberán ser cargadas eternamente.

¿Cómo recuperarse de sus secuelas? Para Celina, la determinación de su espíritu, la reivindicación sus orígenes, de su lengua, sus raíces, y sobre todo de su historia, hacen que pueda, quizás, sobrellevar la carga dolorosa de aquella secuela sin que se convierta en su verdugo. Me gusta mucho la última escena de la película en que la cámara enfoca muy rápidamente a una Celina con la mirada fuerte abriendo su peluquería. Es así como se supera las secuelas, mirándolas de frente, sentándose a su lado para luego dejarlas atrás.

El soundtrack de la película fue compuesto por Federico Jusid quien también compuso la música para El secreto de sus ojos y refleja de forma precisa los sentimientos de Celina y de Magallanes. La angustia, la tristeza se ven reflejados en ella.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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