Cuando se inventó el abecedario
no existías y yo ahora,
ahora que te veo, no tengo
palabras para definirte
Sé que tienes nombre, sé
su significado. Pero alrededor de ti,
si pudieras verlo,
danzan las palabras
que tu vocación de dar
te otorga.
Sé que ya no quieres
que te nombre, y trato
de no llamarte
con ningún vocabulario adoctrinado
Sé que debo
sacar a la mujer
de su molusco primigenio,
sacarte a ti
del ingenuo afán de protegerte
o ver en mí lo blando
que acunaron las mareas del viento
de la primera palabra
con que me nombraste.
Sí, en el principio era
el verbo, porque
desde el continuo movimiento
tú y yo somos.
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