Desde las reuniones durante su juventud en el Parque Lenin junto a Reinaldo Arenas, José Abreu Felippe ejerce una literatura sesgada por lo marginal y el erotismo, dueña de una ferocidad para señalar las convenciones de la sociedad.
Con estancias en La Habana, Madrid y Miami, por estos días el escritor presenta Confrontaciones (Alexandria, 2018), libro que incluye 13 relatos donde otra vez refleja la construcción de una identidad cubana –exilio incluido– que hace décadas atraviesa complejidades extrañas.
José Abreu Felippe (La Habana, 1947) es poeta, narrador y dramaturgo. Entre sus libros se destacan El tiempo afuera (Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero, 2000), El tiempo sometido: mi poesía 1973-2016 (Neo Club Ediciones, 2016), Teatro(Verbum, Madrid, 1998), Rehenes (Ollantay, Nueva York, 2003), las novelas Siempre la lluvia (finalista en el concurso Letras de Oro, 1993), Dile adiós a la Virgen (Poliedro, Barcelona, 2003) y Barrio Azul (Editorial Silueta, Miami, 2008).
Entre Yo no soy vegetariano (2006) y Confrontaciones pasaron más de diez años. ¿Por qué ese paréntesis en publicar otro libro de cuentos?
No hay ninguna razón especial, durante ese tiempo he estado haciendo otras cosas. El cuento es un género muy difícil, cuando me ha venido una idea la he desarrollado –o al menos lo he intentado– y así se fueron acumulado las historias hasta que un día te dices, hey, aquí hay un libro.
La diversidad temática se une a los diferentes estilos de cada uno de los relatos. ¿Esto fue premeditado?
Puede que haya algo de eso. Es muy aburrido repetirse, me gusta explorar por diferentes caminos.
Varias de las historias están impregnadas de melancolía.
Bueno, la vida es así. El tiempo se lleva muchas cosas, entre ellas la juventud, los seres amados, muchos sueños. Y me parece que el vacío, la pérdida, se va llenando de melancolía. Es inevitable, pienso.
En “Voy a ser mamá” dos mujeres se comportan de manera poco ética con tal de tener un bebé. ¿Se inspiró en un caso real?
Es una idea que venía madurando hace muchos años. Primero la pensé con dos hombres, pero luego lo cambié. Me pareció que la historia sería, desde el punto de vista narrativo, más interesante con dos mujeres. No pienso que se trate de un comportamiento poco ético, cuando hay amor todo es posible.
“Plenilunio” es una crítica a ciertos personajes del exilio cubano en Estados Unidos.
En Plenilunio lo que intenté –no sé si lo conseguí del todo– fue mostrar el choque de dos mundos. Son dos seres que poseen un origen común, sin embargo sus vidas responden a patrones de conducta prácticamente antagónicos. No juzgo nada, sólo pongo las cartas sobre la mesa y dejo que el lector saque sus propias conclusiones.
El relato “Pajas” es en sí un ensayo sobre el tema. ¿Qué piensa al respecto?
Podría serlo, pero no fue mi intención. El personaje sufre –o disfruta– de un hábito que las personas con las cuales le ha tocado convivir no entienden o rechazan. Hace de esa práctica el centro de su universo y su sostén, al extremo de que cuando no puede seguir ejercitándolo, piensa –y actúa en consecuencia– que su razón de vivir ya no existe.
En varios cuentos como en sus novelas la infancia está presente…
Hay varios autores que afirman que la verdadera patria es la infancia. Yo pienso que en gran medida el adulto es consecuencia de lo que fue de niño. Me interesa mucho ese mundo donde la magia y la realidad se confunden. Un tiempo donde las cosas que nos agobiarán después, no existen. Allí la muerte, por ejemplo, es asunto de otros.
¿Hay algún cuento preferido sobre otros de este libro?
Bueno, yo hice una selección y por lo tanto todos, en cierta forma, tienen importancia para mí, una importancia que se apoya casi siempre en razones extraliterarias. Sin embargo, si tuviera que escoger tres de los que más me satisfacen, me quedaría con Nocturnal, un homenaje callado a esa legendaria actriz y gran mujer que es Marta Casañas; Negro y blanco y Plenilunio.
¿Qué reflexión tiene sobre los tiempos políticos que vive Estados Unidos?
No me gusta la política, lo cual, desde luego, no significa que no tenga una opinión política. Soy anticomunista, anticastrista y demócrata. Son tiempos confusos, con una presidencia errática y que parece actuar por caprichos. La economía ha mejorado mucho, vamos a ver qué pasa.
¿Qué libro de un autor cubano del exilio le parece que merecería mayor reconocimiento?
Son muchos, vivos y muertos, que mencionar uno solo sería injusto. Hace ya unos cuantos años dicté una conferencia –más tarde se publicaría como libro– que titulé Poesía exiliada y pateada, jugando un poco con el título del excelente texto de Jorge Zalamea. Son siete autores cubanos ya fallecidos, poetas extraordinarios todos, que merecen un reconocimiento que no han tenido: Esteban Luis Cárdenas, Eddy Campa, David Lago, René Ariza, Roberto Valero, Jorge Oliva y Reinaldo Arenas. Este último, después de la película basada en Antes que anochezca, ha comenzado a valorarse. Hay otros autores que gracias a morir en el exilio fueron borrados de la literatura cubana. Triste destino, pero cuando las aguas tomen su nivel, llegará su momento. De eso no tengo dudas.