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Poesía: La trilogía Padilla

El silencio es la última alegría de los desgraciados;

guardaos de poner a alguien,

quienquiera que sea,

tras la huella de vuestros dolores;

los curiosos empapan nuestras lágrimas

como las moscas sacan

sangre de un gamo herido.

 

Alejandro Dumás, Los Tres Mosqueteros

 

 San Francisco de Asís

 A Celso Piña

 Hay fiesta en el Barrio

sonideros tocan cumbia/hipnosis

los parroquianos le bullen

a un San Francisco

rebajado

Sin embargo no ha manado

en Soledad

Los concheros tratan de fregar el piso

con sus huaraches

suela de avión

Ya se oye el acordeón del Alférez

en Soledad

El aguacero es inminente

 

Vega reloaded

 

A Antonio Vega

 

Liquidó Julio

No sobrevenía la lluvia

en Soledad

anhelaba el afluente

mis tapias están rotas

cede el agua

Soy un cuerpo imperecedero

Días de chubasco

mínimos niveles de fervor

de afecto

En fechas como hoy

se le echa de menos

a Antonio Vega

Trato de acostarme

en su música

Su álbum Básico es capaz

de hacer llover

Intrínsecamente

en la alcoba

dentro de mí

Nunca le conocí

a Antonio Vega

me traspasa su muerte

Es un Padre categórico

susurra notas

cuando la vista gotea

nuevos aforismos

Aspirina

remedio afable

desde el umbral

de la caída

Un día se colocó por última vez

se fue de gira

No regresó nunca

los doctores dijeron: cáncer

Sabemos

se lo comió la tristeza

Lo veo en la pantalla

El Círculo de Artes de Madrid

julio 2001

le noto la congoja

no pertenece aquí

Camino sin ver el final

tan plasmado

en la contemplación de Toño

Los gatos se encogen de frío

escuchan aquél track:

El sol ya no se deja ver

la noche ébano es

siento lo vivo y lo fantasmal

de la montaña

 

Mi gata triste

 

A Piro Pendás

 

Tiene en los ojos una cámara de sombras

en la barriga fantasmas

No creció más

se entendió exigua

casi imperceptible

como el espíritu de un niño magno

Sabe cuando va a llover

se dilata al rabiar el Sol.

Se asusta con palabras dulces

se aquieta cuando los vagabundos

prorrumpen

Es blanca y dorada

como la membrana

de la tarde

nívea y áurea

orquídea santa

Alfileres conserva

en las garras

capaces de evangelizarte

el alma

Por las noches ampara mis sueños

como un Baku enfermo

de calentura.

El tizón y las cenizas de su retículo

nocturno

es muerte nuestra de niños perdidos

que vomitan golosinas salvavidas

en un océano mareado

bajo la confusión de San Juan

Sueña conmigo viajes por ciudades

que no se han construido aún

mazmorras de silentes arlequines

risitas que no llegan nunca al

bullicio

oraciones que no terminan de

incendiarse

bibliotecas que se inundan

candiles de mujeres enloquecidas

padres caídos a cúspide de pistola

o el final del arcoíris

Mi gata triste transmuta en su pena

mi ansiedad por no dejar de escribir

Hembra Peter Pan del mundo felino

sin Juan

Miguel

ni sirenas

Cuando llegaste a casa no podías ver

ahora que sanaste con leche y frazada

al verme hubieras preferido

la sombra

Te llamé Trinidad

porque no conozco de otras cosas

más que de agua, fuego y sangre

la materia prima de mi Soledad

 

 

 

 

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