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La Sustitución de Jack Martínez Arias

Sustitución, la segunda novela de Jack Martínez, presenta la historia de Jesé, hijo de un migrante peruano en los Estados Unidos que acaba de mudarse a Chicago después de educarse en New Haven. Cuando Jesé conoce a Laura, una antropóloga que trabaja en su misma Universidad, éste establece una doble relación de pareja y sujeto de estudio que pondrá en marcha sus esfuerzos por hacer ambas relaciones más estrechas. Este esfuerzo activará una serie de memorias ocultas en Jesé, el narrador, que paradójicamente lo pondrán en crisis después de que haya intentado reemplazarlas. Esta crisis se intensifica en la medida que los lectores somos llevados por geografías disímiles, difíciles de reconciliar. Las geografías de Sustitución, como imaginarios de la migración que siempre se avecinará, conviven en la imposibilidad del encuentro. Las geografías de Sustitución no constan solamente de puntos en el mapa, que podamos llamar ciudades o pueblos o villas, sino que también constan de paisajes -paisajes vistos en una foto, paisajes vistos desde un auto, paisajes rememorados-. La novela de Martínez nos lleva por un número de lugares aparentemente no-comunes, aparentemente no-armónicos. Pero estos son, sin embargo, lugares que se las han arreglado para ensamblar a Jesé.

Y Jesé es un ingeniero biomecánico, que ensambla reemplazos para aquellas partes humanas que se han perdido en los caminos de vidas como la de su padre. Presentadas así las cosas, Sustitución nos lleva por La Oroya Golf Club, por La Oroya, por Chicago, por algún suburbio del Midwest estadounidense, por tantos otros lugares, y en tan poco tiempo, que esta no es una novela para distraerse. Este es un libro para leer lo dicho y ansiar lo callado.

La novela se narra en una primera persona que se pierde o se quiere perder con las otras voces que quiere incluir, sabiendo desde un principio que será una tarea que llevará a su narrador a un final que no lo es, un final frustrado como final. El aroma monologal de los relatos -el relato, las decenas de relatos- son sólo una delusión que el sujeto narrador inventa para actuar una coherencia. Una coherencia que hermosamente se desintegra ante nuestros ojos, en tanto es una subjetividad que implosiona dentro del cuerpo de Jesé. ‘Sustitución’ es la novela del desfile de las esquirlas de esa implosión.

No se entienda sin embargo que por implosivo, este es un libro caótico. Sus páginas merecen una mirada rigurosa no sólo en las relaciones filiales, aquello que visiblemente el autor exhibe con experticia. El narrador mira girar alrededor suyo personajes femeninos que, como un carrusel en espiral, se manifiesta mientras se intrinca: Laura, la abuela y la madre confirman un tridente que cuestiona los conocimientos, las seguridades y memorias del narrador. Quizás estas sean presencias que destacan en tanto aparentan ser secundarias -en comparación al padre y al abuelo-, pero que sin embargo demuestran los límites del sujeto-esquirla que narra, calla, llora y camina por el Midwest.

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