En 1980, cuando Blondie lanzó The Tide is High como sencillo principal de su álbum Autoamerican, el grupo neoyorquino ya era sinónimo de reinvención. Venían del punk, coquetearon con la new wave, le pusieron cara al pop chic de finales de los setenta, y justo cuando parecía que no podían dar otro giro más, se sumergieron en el reggae. Pero no cualquier reggae: uno con cuerdas exuberantes, coros soñadores y la voz etérea de Debbie Harry flotando sobre la marea. The Tide is High era una rareza sofisticada, y funcionaba.
La canción, en realidad, no era nueva. Blondie la tomó prestada del trío jamaicano The Paragons, que la había grabado en 1967 con la producción de John Holt. Pero lo que hicieron con ella fue un acto de alquimia pop: mantuvieron la dulzura original y le agregaron una capa de glam neoyorquino y cool ochentero. En vez de sonar como una apropiación, Blondie hizo que The Tide is High pareciera escrita para ellos desde el principio.
Debbie Harry, en ese entonces ya una figura icónica, canta con una mezcla de determinación y languidez: “I’m not the kind of girl who gives up just like that”. Es una declaración de intenciones que suena suave pero que es afilada. Hay algo de amenaza en su dulzura, como si la calma de la melodía escondiera una decisión férrea. La marea está alta, pero ella no se va a rendir. Es una canción sobre deseo, sí, pero también sobre voluntad. Sobre mantenerse firme incluso cuando todo a tu alrededor sube y baja.
Musicalmente, The Tide is High no es reggae puro ni pop puro, sino una criatura híbrida. Los arreglos de cuerdas, las trompetas que aparecen como ráfagas de sol y los coros dulzones crean una atmósfera casi cinematográfica. Todo está pensado para sonar ligero, pero no superficial. Hay una nostalgia tropical que envuelve la canción, como si estuviéramos viendo una película antigua con colores desteñidos y melodías pegajosas.
En el contexto de Autoamerican, un disco ecléctico que también incluía experimentos como Rapture (el primer gran éxito de rap en el mainstream blanco), The Tide is High sirve como respiro, pero también como muestra del rango emocional de Blondie. No necesitaban sonar agresivos para tener presencia. Les bastaba una melodía sedosa, una producción impecable y una actitud relajadamente decidida.
Cuarenta años después, The Tide is High sigue sonando como una canción de playa que nunca fue del todo playera. Es un himno suave a la persistencia, disfrazado de postal veraniega. Y cada vez que suena, la marea vuelve a subir.