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La invención del amor

Ainara Mantellini

invencionJosé Ovejero

Alfaguara

256 pp

 

La invención del amor es una novela que pone sobre la mesa algunos pensamientos naturales de la época de transición socio cultural que vivimos. Más que desarrollar una acción interesante, la utiliza como escenario y excusa para hablar de ciertas ideas que se traslucen claramente como del propio escritor y no del personaje.

Samuel, el protagonista de esta historia, es un hombre de mediana edad, que lleva una vida bastante mediocre y que tiene muy poco o ningún interés en mantener relaciones de pareja o amorosas a largo plazo.  Pero un día, una llamada equivocada (a otro Samuel bastante diferente a él) le da la rarísima oportunidad de hacerse pasar por otra persona y asistir al acto de cremación de una mujer de la que se suponía era el amante.

Samuel entonces decide prolongar la farsa y comienza a construirse una idea de Clara, la chica muerta (alguien que tuvo al parecer una vida mucho más apasionada y arriesgada que la suya), y el desarrollo de tal idea le resulta tan sugestivo que termina por declarar que sí conoció a Clara y que sí estuvo enamorado de ella. Además, consigue el interlocutor perfecto para hablar de Clara, conocerla más y hasta hacerle justicia ante el verdadero amante: Carina, la hermana de Clara, una misteriosa mujer que parece saber más de lo que calla y de la que termina enamorándose.

En realidad, el hecho de que Samuel se enamore de Clara sin haberla conocido es una materialización de la idea que ronda en el título de esta novela: que el amor no es un acto emocional, sino cerebral; que el amor es una invención nuestra; que nos hacemos una idea (la que queramos) de esa otra persona y nos “enamoramos” de esa idea. Creamos mundos alternos con nuestra palabra y nos rendimos a ellos: la imaginación tiene poder sobre las emociones, porque es capaz de producirlas mediante la palabra y la sugestión.

A lo largo de la novela se nos van dando muchas pistas de este fenómeno: como los títulos en los que se adelanta que se nos va a presentar a “Clara, según Samuel” o a “Clara, según Carina”.  Y es de esperarse que esas dos Claras sean muy diferentes entre sí. Esta es además la línea con la que culmina esta narración.  Un final que para muchos fue atropellado y resuelto de una manera diluida.

Samuel experimenta cierta transformación según se va desarrollando su historia ficticia con Clara y su relación con Carina.  Se involucra más en el negocio que parecía a punto de perderse, por ejemplo. Pero queda inconcluso si tal transformación lo llevará a contar la verdad del fraude a Carina.  El libro termina justo antes de que Samuel empiece a contarle a Carina sobre sí mismo.

Pero en general, el dibujo psicológico de los personajes es vago y raya en lo caricaturesco. Carina y los dos Samuel son dibujos bastante estereotipados: Carina es la chica bien, elegante, comedida. Clara es la aventurera y apasionada, capaz de irse a vivir con okupas. Samuel, el amante, es arriesgado y creativo.  Samuel, el protagonista, es gris y mediocre. La caricatura de los personajes podría ser una herramienta más para no desviar el tema que más importa: el del amor inventado. Pero queda cierto gusto a que, de haber contado con perfiles psicológicos más fuertes, la novela no habría hecho sino enriquecerse. La prosa cuenta con suficientes notas altas como para gustar a los lectores, y viene aderezada con el cinismo y humor negro propio de estos tiempos, pero faltó detalle y psicología.

José Ovejero recibió el Premio Alfaguara 2013 por esta novela y vino a la Feria del Libro de Miami para presentarla. Nos animamos a leerla dada la buena recepción que la novela tenía de lectores de nuestro grupo y allegados, así como para no desaprovechar la oportunidad de su visita a la feria este noviembre. A Ovejero lo leeremos otra vez.

 

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