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La elegancia íntima del corazón feroz

Pasos Pesados. Myrdle Court Press, Londres, 2016. Es la primera novela corta del escritor peruano Gunter Silva Passuni y nos revela a un autor que ha aprendido el oficio de narrar gracias a la economía del relato. Contar en pocas palabras mucho es un imperativo de toda buena narración breve, además el saber contar una historia con emoción, vitalidad y nervios. La virtud es la buena mutilación, aquella que no resta ni confunde, sino aquella que se agradece, que ilumina, trasciende e inquieta, resulta en aquello que no se dice precisamente para decirlo. No es un mensaje entre líneas, son vacíos dispuestos a propósito, con una intencionalidad narrativa que le añaden agilidad y frescura a la narración. Los tijeretazos ayudan a pensar, contribuyen a que el lector esté más atento y ejercite su imaginación para completar lo que ya es implícito.

Lo curioso es que en una parte de la novela se reflexiona sobre la novela misma, Ana le reclama a Tiago que las obras literarias peruanas carecen de un intimismo convincente y en efecto, la novela hace suyo el reclamo y lo resuelve con solvencias. Este intimismo es sutil y elegante, refrendado por una prosa muy bien cuidada y con un lenguaje lleno de un aliento poético sobre todo en las descripciones del ambiente y de ciertas características sicológicas de los personajes.

Esta obra aborda el peregrino aprendizaje de un joven llamado Tiago y su construcción paulatina de realización personal, pero no es una novela de formación o Bildungsroman común y corriente, entendiéndose como una novela de iniciación, que se caracteriza porque sus protagonistas se encuentran en la etapa de la vida que supone el crecimiento y el alcance de la madurez; donde es recurrente el motivo del viaje, ya que sus protagonistas suele atravesar diversas experiencias, sino, que además de ello, tiene interesantes matices en su conformación —diez apartados— donde se observa el entrecruzamiento de aspectos diversos que van desde lo social, político y sobre todo lo ético. No es una novela donde el héroe crece y aprende para terminar con un final feliz, en el hogar y con la mujer deseada; sino que es una narración donde hay espacio para la crítica social como el hecho de presentar a un grupo de jóvenes que buscan la estabilidad o deslizamiento hacia un estrato social más expectante a través de una relación con una extranjera. Es también visible los entramados sicológicos, del tipo diverso, donde no hay estereotipos, sino no más bien arquetípicos emparentados con los personajes de la novela caballeresca. Como se recuerda, el caballero medieval se caracterizaba por su valentía y moral a prueba de fuego que lucha por Dios y por su dama. Aquí lo contemporáneo le ha añadido elementos post modernos de crisis en las relaciones. Como el Mío Cid, Tiago pertenece a una clase media baja que va logrando sus méritos por su arrojo y convicción. La muchacha, es de clase aristocrática, Ana del Valle, que sacude el modelo caballeresco porque a lo idealizado de su figura, se complejiza con cierta irresolución, cierto entrampamiento en la herencia involuntaria del pasado oscuro de su padre.

Otro aspecto interesante de esta novela es el entrecruzamiento ágil y en permanente tensión entre los sucesos amorosos, sexuales, y los elementos detectivescos que dan a la novela un aspecto poliforme, los capítulos se entretejen de forma rápida y aparentemente azarosas como barajas de naipes.

Pasos Pesados está ambientada en la década de los ochenta, por ende, toca también la época del terrorismo donde el Perú se encontraba entre dos frentes violentos, por un lado el de los subversivos y por el otro, el de la represión militar. Asimismo, se reflexiona sobre las relaciones entre los profesores, el ambiente universitario, la camaradería de los amigos, el viaje, la visión del inmigrante, sus prejuicios y proyecciones se dan cita para desarrollar historias vitales e intensas.

La novela de aprendizaje tiene importantes puntos de encuentro con lo autobiográfico, una natural relación de alimentación permanente. Aquí se observa que los elementos de autoficción están más que justificados en la trama. A diferencia de otras novelas, el amor aquí no está en oposición a lo sexual en sí, el amor cortés es totalmente refutado con un amor que sin ser idealizado, no deja de ser puro con su correspondiente dosis de sexualidad básica. Y eso humaniza ciertas partes de la novela donde observamos que el amor no busca ser la recompensa o la tabla de flotación del protagonista, sino más bien el motor de redención. Un sentimiento que salva a Tiago de no tener ruta o sentido en la vida. El amor y la fe en él, se despoja de lo accesorio y busca su primigenia razón de ser: acompañar a alguien en este mundo.

Este libro atrapa desde sus primeras páginas, y no sólo se lee como quien come una fruta fresca y apetitosa, sino como quien deshoja un corazón para poder salvarse.

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