La canción más indecente de James

En 1993, cuando James lanzó “Laid” como primer sencillo de su disco homónimo, no parecía que la banda estuviera buscando un éxito masivo. Y sin embargo, lo encontraron. En apenas dos minutos y medio ( y un poquito más), construyeron un himno improbable: íntimo pero explosivo, confidente pero desvergonzado. Una canción que habla de deseo, frustración, risa nerviosa y caos doméstico, todo al mismo tiempo.

“Dressed me up in women’s clothes / messed around with gender roles,” canta Tim Booth con una voz que no disimula ni ironía ni ternura. Y un verso después, sin anestesia, dispara la línea que marcaría el destino de la canción: “This bed is on fire with passionate love / The neighbors complain about the noises above.” Si eso ya sonaba bastante explícito, lo que venía era aún más incendiario: “She only comes when she’s on top.” Una frase que en los Estados Unidos causó todo tipo de problemas con la radio y la televisión, obligando a editar la versión del video para evitar herir sensibilidades. Pero el daño —o mejor dicho, el impacto— ya estaba hecho.

Porque “Laid” no intenta escandalizar por escandalizar. Lo que hace es poner sobre la mesa —de manera ligera, pero también incómodamente honesta— cómo puede sentirse una relación cuando la pasión se vuelve desbordada, cuando el amor se transforma en una dinámica intensa, extraña y hasta autodestructiva. Hay sexo, sí, pero también hay culpa, confusión, abandono de roles, y una cierta risa histérica como si todo esto fuera demasiado, demasiado para procesar.

Musicalmente, la canción es tan despojada como efectiva. La guitarra acústica de Larry Gott es la columna vertebral, sostenida por un ritmo casi infantil, como si todo estuviera construido para que la voz de Booth —aguda, nasal, urgente— fuera el centro de atención. Brian Eno, que produjo el disco, entendió que la fuerza de esta canción no estaba en su complejidad sino en su economía: cada elemento sirve a la confesión.

Y quizás por eso ha envejecido tan bien. Porque “Laid” no suena como una canción de 1993. No tiene los teclados atmosféricos ni las capas densas del britpop, ni tampoco la pose sombría del grunge. Es rara, liviana, cruda. Se siente como un episodio que alguien cuenta en una fiesta, entre risas y miradas incómodas. Algo que no debería decirse, pero se dice igual.

James no volvió a escribir una canción así. Y no hacía falta. Con “Laid” dejaron una marca que todavía hoy resuena en playlists nostálgicas, películas de college y karaokes con un poco de alcohol de por medio. Es la canción que empieza con una carcajada y termina en confesión. La que incomoda y libera. La que se canta a los gritos, aunque uno no entienda del todo por qué.

Suburbano Ediciones Contacto

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
WhatsApp
Reddit