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Infelicidad peruana

Buscando en Internet sobre temas de psicología educativa y aproximaciones a la felicidad humana, encontré una noticia de hace cinco años. Llamó mucho mi atención un informe de la ONU llamado “Reporte de felicidad mundial 2013”, título bastante controversial si pensamos bajo qué criterios podrían afirmar la felicidad o infelicidad de las personas, sobre todo, para llegar a una generalización como país.

El estudio fue realizado entre los años 2011 y 2012. Según este informe, los países de América Latina y el Caribe, en los últimos años, han mostrado mejoras en su calidad de vida. Sin embargo, el Perú ha sido relegado, excluido o, mejor dicho, ubicado en el extremo inferior de lo que sería esta “prosperidad”. Dentro del ranking, a nivel mundial, Perú se ubica en un poco motivador puesto 56 de un total de 156 países. Pero eso no queda ahí. Mirando los resultados, Perú supera en felicidad a países como Malasia, Kazajistán, Croacia, Turkmenistán, Usbekistán, Vietnam, Angola, Albania, etc.

Aún hay más. En el ranking, dentro de los países sudamericanos, Perú lidera una tabla mirada desde abajo, desde lo ínfimo, en el extremo donde nadie quiere estar. Este último puesto que nos ha declarado como el menos feliz de Sudamérica -sí, superado por todos-, debe ser, quizás, una evidencia que muestra aquella cara que conocemos y escondemos a la vez. El estudio tiene un respaldo, de todas maneras, objetivo y con indicadores específicos. Todo ello fue el resultado del informe de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, dirigida y monitoreada por Jeffrey Sachs, un reconocido economista de Estados Unidos. ¿Y cuáles fueron los criterios en los que se basó este análisis? Aquí los principales: la esperanza de vida, percepción de corrupción, PBI per cápita, libertad para tomar decisiones, soporte social y generosidad. Ahora queda más claro, ¿no?

En la otra cara de la moneda, en el Olimpo del bienestar, están los cinco países más felices. Estos son los del norte de Europa: Dinamarca, en primer lugar, escoltado por Noruega, Suecia, Países Bajos y Suecia. Y el Perú, en el otro extremo -y no es pesimismo-, es solo el retrato de un país que no encuentra las alternativas de solución, donde se ha visto avasallado por la corrupción y por la crisis social.

Toda esta situación bien podría generar aún más desconcierto, pues entre la población peruana muy poco se sabe sobre felicidad, en medio de una crisis política y social, como ya lo he señalado. Hoy se han abierto otros espacios para saberse felices e intentar buscar una salida a los problemas. El fútbol ha sido uno de ellos, pero aún no es suficiente. Se necesitan de otros aspectos, muchos más, para alcanzar ese bienestar que nos haga sentir tranquilos en medio de esa realidad abstracta llamada felicidad.

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