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Ilan Stavans: «Kafka estaba enamorado del Quijote»

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Conversamos con el maestro Ilan Stavans en su paso reciente por la Feria Internacional del Libro de Miami. Fue una charla muy interesante y la compartimos con a continuación con ustedes.

Viviste en  México,  el medio Este, Europa y Cuba:  ¿cómo los espacios geográficos influyen en tu obra literaria?

Es una pregunta estupenda, y creo que los espacios físicos y geográficos definen radicalmente cada uno de esos capítulos. Yo creo que tengo personalidades distintas en distintas lenguas y también  identidades diferentes de acuerdo al contexto en el que estoy viviendo. No creo que tengamos un solo yo. Creo que tenemos variaciones del yo de acuerdo a las coordenadas en las que estamos cuando estamos en ellas por más de, digamos, dos semanas.

Para mí, por ejemplo, al vivir en los Estados Unidos, tengo sueños diferentes a los que tengo en el medio Oriente, en México o en Cuba, y una de las pasiones es preguntarme en qué manera la gramática y la  sintaxis de los sueños de cada una de las culturas y civilizaciones cambia, si los asiáticos suenan  sueños muy distintos a los latinoamericanos o a los africanos o a los anglosajones, yo creo que el contexto define mucho.  Hay una tensión entre la naturaleza y la aculturación, y he tratado a través de mis escritos y del arte de indagar cuáles son esas coordenadas de cómo cambia la vicisitud del yo.

¿Crees que hay una personalidad diferente dentro de la misma persona hablando en diferentes idiomas?

Absolutamente.  Creo que muevo las manos de forma distinta, hago diferentes gestos faciales, creo que proyecto una manera de ser muy distinta de cuando hablo en inglés, o en español o en hebreo, creo que cambia la fisionomía y también cambia la disposición.

Hay un momento en que Ilan Stavans comienza a  meter los pies en el charquito de la literatura, y se encuentra con Jorge Luis Borges. Pero ese Borges al mismo tiempo que lo cautiva, va también a parar a la hoguera con las excepciones de El Aleph y Otras inquisiciones. Háblanos un poco de eso…

Ese es un momento expiatorio clave: el haber sentido una influencia obsesiva por ese escritor que yo idolatraba a grado tal que pensaba que estaba perdiendo la libertad de expresarme porque la cadencia de mis frases, la construcción de mis universos imaginarios, estaba siendo controlada como si fuera una marioneta, por ese ídolo mayor. Yo que siempre he luchado en contra de la censura pensé que la mejor manera en ese momento de desesperación era censurar a ese gran ídolo para poder nacer, y para mí esa hoguera fue muy simbólica, el deseo de encontrar mi propio espacio y el de rescatar ciertos libros con cicatrices, y tener esas cicatrices presentes como evidencia del deseo de crecer.

¿Por qué se salvan esos dos libros específicamente?

El Aleph y Otras inquisiciones condensan el arte más puro y más destilado. El hecho de que se hayan salvado esas dos versiones tiene mucho significado: el título mismo Otras inquisiciones habla de la hoguera, tanto física como metafórica en la que yo estaba participando y El Aleph también porque el Aleph es la primera letra del alfabeto hebreo, pero al mismo tiempo el Aleph es el universo entero que converge todo en un círculo de unos cuantos centímetros. Es como si lo accidental no fuera accidental si no que tuviera un destino fijo y que anunciara que de la hoguera se salva lo más puro.

Lograste deshacerte de ese dios omnisciente que como un  titiritero mayor controlaba todas tus frases literarias

No sé si deshacerme pero si logré hacer la paz. Y de saber que yo tenía mí propio espacio.  No sé si uno mata del todo al padre, más bien uno se reconcilia con él al intentar ese parricidio.

En tus memorias hay una reflexión hermosa sobre la biblioteca de un escritor, la defines como algo muy personal, casi íntimo. ¿Crees que la biblioteca de un escritor cobra vida propia?

Cobra vida propia mientras existe como biblioteca y es como un mapa, o como una brújula de la mente de ese escritor que son las raíces de las cuales ha crecido. Ahora hemos perdido por el momento tecnológico en el que estamos, esa necesidad de mantener una biblioteca y de organizarla y de verla como un espejo de lo que somos, pero para mí esa biblioteca es clave, es el ADN de nuestra manera de ser.

Hay una frase muy feliz en tus memorias que dice “Voy a ser feliz cuando alcance esa biblioteca completa”. ¿Crees que el escritor puede alcanzar esa biblioteca?

El escritor sueña con completar esa biblioteca y el sueño es más importante que el acto de completarla porque a fin de cuentas lo que el escritor hace es soñar sus propios libros dentro de esa biblioteca y esperar a veces en contra de toda esperanza que esos libros tengan un poco de validez en relación a los grandes libros que tiene como modelos.  Yo creo que hay que añorar que la biblioteca nunca esté completa porque si estuviera completa no habría razón para seguir escribiendo.

En algún momento, la literatura se adueña de tu propia biblioteca como lo refieres en tu libro. ¿Qué autor o autores toman por asalto esa biblioteca?

Esa biblioteca está íntimamente ligada con mi vida itinerante. Fue puliéndose por estos saltos de un lugar a otro, ampliándose en relación a ciertas lenguas, a ciertos libros, a ciertas costumbres y conductas.  En los últimos años he dejado de leer, para releer.  Me interesa menos lo que se está publicando ahora y me interesa más el hecho de regresar a ciertos libros que me marcaron fundamentalmente y que quiero redescubrir. El Quijote, sobretodo, y también otros más. El acto de releer me enseña que un clásico es un libro que cambia contigo, es un libro amorfo en estado permanente de recreación y que es un amigo: es un libro que te va acompañando en la vida y que tú lo acompañas también.

Me gustaría que nos hablaras acerca de tres o cuatro clásicos que te hayan influenciado no solo en tu formación de escritor sino también en tu gusto personal.

El Quijote en primera instancia.  Hay dos libros en el mundo hispánico que para mí son fundamentales y que son una especie de bookends.  Por un lado está el Quijote que se publicó en 1605 y 1615, y el otro es Cien años de soledad que se publicó en 1967. Uno de España en la época del renacimiento y el otro en la época en que Latinoamérica entra en la modernidad.  He redescubierto la Biblia como una especie de Las Mil una noches del medio oriente.  Huckelberry Finn, Moby Dick, la poesía de Emily Dickinson, El gaucho Martin Fierro, me encanta Los de de Abajo de Mariano Azuela, hay poesía medieval a la que regreso continuamente como Yehuda Halevi o Shmuel Hanagid y otros.  Por supuesto Dante.  Hay libros que siguen reinventándose y que yo sigo regresando a ellos.  Si le dedico el resto de mi vida releerlos y a revivirlos, mi vida estará justificada.

Hay varios autores que te han marcado como  Isaac Babel, Samuel Johnson, Edward Said o Kafka. Por qué un escritor escoge a Kafka alguien tan disímil de, digamos, García Márquez o Cervantes…

Kafka se parece mucho a Cervantes.  Yo creo que Kafka estaba enamorado del Quijote porque había algo profundamente soñador en él que se resistía a vivir la vida oscura y burocrática de la Praga de su época.  Kafka tiene un constante diálogo con Sancho, se identifica más con Sancho que con el quiote en sí y escribe toda una serie de parábolas. Hay libros de suyos, incluso la Metamorfosis, que son muy cervantinos o muy quijotescos. El acto en el primer capítulo del Quijote, de convertirte en algo que no eres, es lo mismo que le ocurre a Gregorio Samsa que se convierte luego de un sueño terrorífico en ese monstruoso insecto.   Y García Márquez habla de la influencia que tenía Kafka sobre él antes de escribir Cien años de soledad que le llega a través de Rulfo, algo muy curioso porque Rulfo es un escritor seco, es un escritor de la provincia, del dolor, de escuchar el viento…  Y Kafka también es un escritor seco, del dolor y de los sueños.  Hay escritores que aparentemente no tienen mucho en común pero en esencia prácticamente son hermanos.

Sabemos que una de tus especialidades es la identidad y la cultura hispana es Estados Unidos. ¿Cómo ha influido la enseñanza de Edward Said, sobretodo el concepto del “Otro”, para explicar al hispano en estados unidos como un “Otro”?

Su enseñanza ha sido fundamental.  Haber sido vecino de su esposa, haber conversado muchísimas veces con él,  entender más que la concepción del “Otro”, entender que hay que ser valiente para pensar en público.  Y a veces uno lo hace en contra de la mediocridad o la ceguera que existe en el momento que te tocó vivir.  Hubo cosas en las que yo no estuve de acuerdo con él, pero estaba siempre de acuerdo con el hecho de que las pudiera decir y de que las dijera contra viento y marea. Y es muy fácil sentirse cómodo una vez que un logra cierta reputación o estatus como profesor, pero Said, nunca se sintió cómodo. Era constantemente un extranjero, un marginalizado. Era una gran figura del intelectual que sirve de contra voz.

El Quijote está vivo en la cultura hispana pero también en el mundo. ¿El Quijote sobrevivirá a la historia?

Absolutamente.  El Quijote nos va a sobrevivir a todos. Es la cápsula del tiempo donde está todo, es el mapa y la brújula de nuestra civilización. Es el libro más anti hispánico que uno pueda imaginar y sin embargo es un libro que todos reclamamos como nuestro auténticamente.  Es muy irónico que la época del siglo XVII la llamemos la época cervantina, cuando en realidad Cervantes era una figura de segunda calidad que los intelectuales veían como insignificante.  Al mismo tiempo hay que ser cuidadosos porque Cervantes es un escritor descuidado, un poco torpe y repetitivo: que se le olvidan cosas que a veces da la impresión de que puso en automático su talento y que tenía que llenar páginas.  Lo grande del Quijote es que es un libro imperfecto. Absolutamente imperfecto, yo diría que es el libro más perfecto en su imperfección, o más imperfecto en su perfección. Uno podría recortarlo o limarle muchas abolladuras. Y en ese caos estriba su belleza.

Hay una obsesión de los intelectuales occidentales de leer al Quijote. Desean imprimir una nueva lectura: George Lukács, Michel Foucault, El Dr. Johnson… todos desean una partecita del Quijote… ¿Cómo explicas ese deseo?

Es una novela tan importante como el color amarillo: no puedes quitar el color amarillo.  El Quijote se ha convertido en tal grado en la fibra de lo que somos, que si no existiera, de pronto la realidad no sería la misma. Es imposible soñar sin tener algo de quijotesco.  Sobre todo en Estados unidos: El sueño americano es muy quijotesco.  En estados unidos el quijote es y ha sido sumamente popular: autores como Mark Twain, John Steinbeck, William Faulkner o George Washington lo adoraban porque ellos reconocieron que el soñador es el protagonista del mundo.

¿Crees que el Quijote forma la personalidad hispana?

Bueno, allí hay una dialéctica interesante.  No sé qué forma qué, si el Quijote forma a la personalidad hispana o la personalidad hispana al Quijote. Porque el quijote cambia cada vez que lo leemos. Cuando comencé a leerlo yo creía que era un libro de un loco semi idiota que quería cambiar al mundo,  pero hoy que tengo 54 años, que es la edad que tiene Alonso Quijano en el libro, me doy cuenta que es la historia de un cincuentón que se rehúsa a abandonar sus sueños.  El libro cambia, el mundo cambia y el libro cambia.  Los 60 millones de latinos que vivimos en estados unidos somos absolutamente quijotescos, por el solo hecho de venir acá, de tratar de renovar el mundo.

¿Crees que los novelistas tienen una deuda con Cervantes?

Es imposible escribir en español sin estar eclipsado por la sombra de Cervantes. O la reconoces o renuncias pretendiendo que no existe.

En El espejo enterrado Carlos Fuentes, dice que en Miami puedes prosperar sin hablar inglés. ¿Cómo explicas el fenómeno del español en  Miami?

El fenómeno del español en Miami y Miami como un Aleph de todo Estados Unidos, es muestra que el país es parte del continente americano y de que existe una hispanizacion de Estados Unidos y una norteamericanización de Latinoamérica. Creo que Miami es la verdadera capital de Latinoamérica. El español en Miami es un punto de entrada y de salida, pero también es un español contaminado, prostituido y precisamente por esa capacidad amorfa, heterogénea, su vitalidad es enorme.  En Miami es donde nos hacemos latinoamericanos. Y el español que creamos acá es neutro y se entrecruza dentro y fuera de la cultura.

 

¿El spanglish formara parte del mainstream?

Por supuesto.  ¡Ya lo es! (risas)

¿Cómo ves el futuro del idioma español en la creación literaria en los Estados Unidos?

No sé si tenga futuro, al menos no como una lengua independiente. (Otra cosa es como vehículo de comunicación diaria). El Spanglish, por el contrario, tiene un futuro prometedor como idioma literario en múltiples ámbitos, de la poesía al teatro, pasando por la novela y el ensayo.

 En tu propia creación literaria, y manejando varios idiomas, ¿te sientes mas cómodo creando en una lengua específica y por qué?

Cada inspiración pide—más bien reclama—su propia lengua. Con esto quiero decir que cuando me viene a la imaginación un cuento, tiene codificado el lenguaje en el que quiere existir: inglés, castellano, yiddish, hebreo, spanglish… Siento igual comodidad en todos, aunque la facilidad es mayor en unos que en otros. Lo curioso es cuando me decido—y trato de no hacerlo con frecuencia—a traducir uno de mis propios textos de un idioma a otro. Frecuentemente siento la necesidad de alterarlo, de agregar personajes, cambiar la trama, etc.

¿Crees que los hispanos en Estados Unidos deben temer algunas muestras de xenofobia mostradas en esta campana política?

Es difícil pensar que la xenofobia podría ser mayor cuando consideramos a Donald Trump como uno de los candidatos más exitosos hasta hace poco. La xenofobia, sin embargo, tiene beneficios. Por ejemplo: el Trumpismo ha contribuido a unir a los hispanos de formas sorpresivas.

  ¿Ves a mediano o largo plazo el idioma español siendo lengua oficial en Estados Unidos?

Ni la lengua de la oficina,  ni una lengua oficial, aunque sí—¡ya lo es!— es el idioma que oficialmente compite a diario con el inglés.

¿Cuáles son los libros que recomiendas a los escritores jóvenes, en idioma español, como textos de formación? 

Creo que nombraría  Cien años de soledad, El Aleph, Otras Inquisiciones, los sonetos de Sor Juana Inés de La Cruz y su Primero sueño, El gaucho, Los detectives salvajes, Los de abajo, Viaje a la semilla,  Rayuela,  Canto General de Neruda y Los heraldos negros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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