Escoger un filme del reconocido director Federico Fellini (1920-1993), de antemano, resulta una tarea difícil dada su vasta filmografía. La Strada o The road (1954) llamó mi atención no por su gran fama y sinnúmero de galardones (el Oscar, Blue Ribbon, Bodil, entre otros) sino por una de las portadas usadas para promover su pieza. La expresión facial del personaje que interpreta Giulietta Masina, llamada Gelsomina, me produjo mucha curiosidad. Para mí, el director propone cándidamente una amalgama de sentimientos que interesan como exploración del carácter humano. De esta manera, a lo largo de esta cinta del neo-realismo italiano, el espectador reconoce uno de sus temas principales: traspasar el umbral de la inocencia a la madurez (como lo hace el personaje femenino principal) a través del descubrimiento de la naturaleza de las relaciones humanas.
Tras la muerte de su hermana Rosa, Gelsomina toma su lugar como artista ambulante que viaja junto a su protector, Zampano. Aunque no tiene opción y se ve forzada a trabajar con éste, se muestra alegre de su nuevo destino. Para ella se abre entonces el telón de la vida y todo empieza a parecerle una aventura. A pesar que Zampano al inicio la maltrata, la ingenuidad de la protagonista le hace confiar en su protector. Pero poco a poco nota que éste no tiene interés en ella, que no le muestra ningún tipo de afecto. Sin embargo, las cosas comienzan a cambiar cuando Gelsomina decide alejarse y huir de Zampano. Su huida le conduce a presenciar un acto malabarista que le causa gran impresión. Aquí entra en la trama este nuevo personaje. Eventualmente, su protector la encuentra y luego negocia presentarse en el mismo circo ambulante en el que trabaja dicho malabarista (el personaje del tonto o the fool).
Dejando a un lado la interesante relación que se desarrolla entre Zampano y el tonto, interesa aquí la conversación que éste último tiene con Gelsomina. Él le presenta la interrogante del por qué Zampano no se deshace de ella. Y le propone que cabe la posibilidad de que su protector tenga sentimientos hacia ella. Además añade que todo en la vida tiene un propósito y que tal vez el de ella es servirle de compañía a Zampano, pues, con su carácter es posible que nadie quisiera quedarse con él. Este diálogo convence a Gelsomina a quedarse con su jefe, no tanto por seguir trabajando para él, sino, más bien, para hacerle compañía. A partir de ese instante Gelsomina encuentra propósito en su vida. Así, Fellini provee en este punto lo que me parece ser la tesis de su filme: ¿para qué estamos en este mundo? ¿para qué vivimos aún sin encontrar respuestas? Como seres humanos deseamos que dicho propósito exista, queremos validar el día a día.
El punto climático de la cinta es el breve reencuentro que termina en tragedia entre Zampano y Gelsomina con el tonto. Este evento cambia nuevamente la perspectiva de la protagonista. Las ideas que le habían sostenido acerca de reconocer un propósito por el cual vivir, se derrumban frente a la realidad de la muerte. Ahora, los personajes se encuentran con otra gran incógnita humana: ¿qué propósito tiene la vida si existe la muerte y la locura?
El desenlace de la obra nos presenta a una Gelsomina afectada por la defunción del bobo, repitiendo varias veces que éste se encuentra mal, que Zampano lo ha matado. Cuando Zampano se percata de la locura de su acompañante, decide abandonarla. No obstante, por primera vez vemos a este personaje como real, como un ser humano que sufre y se acongoja por la pérdida del otro, por quedarse sin ella.
Es definitivo que este desenlace hace eco en la conversación que el tonto había tenido con Gelsomina. De hecho, ahora la locura de ésta sirve como respuesta sobre su propósito en la vida. Nos enfrentamos otra vez a la interrogante del designio humano, aquí de este personaje y de su inocencia. De ahí que para Zampano, el rol que logra Gelsomina en su vida sea el de ser parte de su recuerdo y apelar sus sentimientos humanos. Gelsomina encarna entonces la representación de la inocencia, del ser y el estar para otro, incluso aunque se desemboque en inevitables vacíos, tales como el abandono o la ineludible muerte. Gelsomina consigue que la violencia y hostilidad del personaje de Zampano se redima a través de las emociones que ulteriormente éste siente por ella. Es gracias a Gelsomina que Zampano entiende la gravedad de la muerte del tonto; es por ella que el espectador le humaniza y podemos entonces verlo en el desenlace como un hombre capaz de compasión.
https://youtu.be/5OJZ_nm6G-M