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Esquirlas, de Luis Panini

Esquirlas_Luis_Panini

¿En que se parece la palabra cáncer a la palabra cangrejo?

Los griegos llamaban cangrejo al tipo de enfermedad que ahora conocemos como cáncer. Ambas comparten la raíz indoeuropea kar- (duro). En este caso, y debido a la esquirla enterrada tras leerla, diré que esta novela es un cangrejo horadando las entrañas de la memoria.

Janine Cremers es una mujer con leucemia mieloide y el libro es su proceso de muerte. Más aún, el proceso de luto de las personas a su alrededor. Los intentos primeros por revertir el diagnóstico, las fuerzas, las alternativas incluso milagrosas o místicas, la resignación y la esperanza sobreviviendo en medio de la resignación. El último hálito.

Esquirlas es un libro de apenas más de cien hojas que se expande hacia atrás y hacia adelante.

Hacia atrás: al pasado, ese cangrejo, ajeno y nuestro del que conservamos apenas unos cuantos recuerdos a placer de vaya usted a saber quién. Difíciles, dolorosos.

Hacia al frente: al futuro, ese otro cangrejo (¿o es el mismo?) defendiéndose de vaya usted a saber quién; los días por venir, la ausencia y el luto de la ausencia.

El presente no se menciona en Esquirlas, todo es un pasado, un atrás taladrando. El presente es un animalito anfibio (o un animalito crustáceo) como el luto, como la muerte que a veces camina por el día y la noche, la lucidez de las charlas y las sonrisas del clima que parecieran indicar una mejoría en el enfermo. Otras, el presente-el luto-la muerte nadando en la sórdida y sorda laguna de los latidos apretados, antesala al paraíso: ese castillo después del lago al que el moribundo no termina por llegar.

Lo que más llama la atención de Esquirlas, además de que cada párrafo es una esquirla en sí,  es que mantiene esa pesadumbre, ese aire denso del duelo; un duelo adelantado (y quizá peor pues mantiene la esperanza acicalando los síntomas buenos y malos), predecesor al verdadero y contundente, el dolor de la muerte irreparable. Y la vida después de ésta, aún a pesar de las heridas que las esquirlas nos mantienen con la nostalgia en la memoria.

Luis Panini debuta en la novela con un libro pequeño pero inmensamente profundo. No porque tenga paseos de un lado a otro de la trama, no porque sus personajes sean difíciles de precisar, sino porque estamos no ante la historia de una muerte, sino ante la historia de un dolor; y esas duran mucho más. El autor ha logrado transmitirnos el desasosiego y el duelo que se queda entre los álbumes de fotos, entre las ramas de la memoria, ese cáncer que no mata pero tampoco deja vivir del todo porque siempre nos lleva para atrás.

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