Entre el humor, la mística y la reinvención: conversación con una narradora entre planos

A medio camino entre la ironía y la introspección, Teresa Dovalpage nos invita a recorrer los vericuetos de su universo narrativo, donde lo cotidiano convive con lo astral, lo autobiográfico se disuelve en la ficción y el humor se convierte en herramienta de resistencia. En esta entrevista, a proposito de su libro de cuentos En la Feria del Libro de Miami y otros viajes astrales, la escritora reflexiona sobre su relación con el humor, la espiritualidad y la libertad creativa, mientras revela las raíces de su estilo y la profundidad filosófica que atraviesa sus relatos.

A lo largo del libro hay un uso constante de la ironía, incluso en situaciones dolorosas o absurdas. ¿Siempre has recurrido al humor como herramienta narrativa o es algo que se fue desarrollando con el tiempo?

Desde que empecé a escribir uso el humor, a veces hasta sin darme cuenta. El choteo criollo es un arma que los cubanos hemos afinado, y afilado, para enfrentarnos a las situaciones desagradables sin perder la tabla. “A mal tiempo buena cara” dice una compatriota, y luego agrega muy seria: “aunque te la pisen.”

Muchas de las mujeres en tus relatos viven entre la espiritualidad popular, la migración y la reinvención personal. ¿Qué función crees que cumple lo “astral” o lo místico en estas vidas?

Tal vez sea un asidero al que ellas se aferran en los momentos críticos. En realidad, no estoy segura de qué función cumple “lo astral” en sus vidas, pero es algo que ha estado muy presente en la mía. De hecho, la cadena de acontecimientos que me trajo a vivir a este país comenzó con una reunión entre astral y mística en 1992, pero la anécdota es demasiado larga para nuestra entrevista. Por otro lado, mi marido y yo hemos asistido a talleres del Instituto Monroe, entre ellos uno sobre cómo tener experiencias fuera del cuerpo. No estoy muy convencida de que tales experiencias se puedan controlar a voluntad, pero me entretiene jugar con ellas, en la vida real y en la imaginación.

Los textos se mueven entre lo autobiográfico y lo ficcional sin avisos al lector. ¿Cómo manejas esa frontera? ¿Te sientes más libre al escribir desde la ficción o desde la experiencia real?

Me gusta mezclar las dos cosas, aunque hay mucho más de ficción que de experiencia real en la mayoría de los cuentos. La Flaca, narradora y personaje principal en varios, es mi alter ego, pero los límites entre las dos están difuminados a propósito. Por ejemplo, ella es reportera para un periódico de Nuevo México (yo escribía artículos para The Taos News cuando vivía en ese pueblo) o para revisticas de relajo (lamentablemente, nunca he tenido esa oportunidad). En mi novela más reciente, que se desarrolla en La Manzana de Gómez —donde se encontraba mi escuela secundaria, ahora un hotel de lujo en La Habana Vieja— llevé este juego autobiográfico un poco más lejos, haciéndome a mí misma personaje y detective.

En Amor a primera fusta tratas el BDSM —una práctica sexual que incluye bondage, dominación, sumisión, sadismo y masoquismo— desde un enfoque irónico y desmitificador. ¿Querías hacer una crítica, romper estereotipos o simplemente mostrar lo ridículo de algunas situaciones?

Solo quería divertirme con un tema que, en aquel momento, estaba en el candelero con Cincuenta sombras de Grey. La idea del cuento salió de una jugosa charla con La Azteca, que es una amiga en la vida real y ha hecho una aparición aquí en Suburbano como La geisha cibernética. Por lo demás, no me propongo ningún objetivo particular cuando escribo, solo contar una historia lo mejor posible para que los lectores la disfruten.

Si tuvieras que leer en público solo un fragmento del libro, uno que represente bien tu estilo y tu mirada, ¿cuál elegirías y por qué?

Este párrafo del primer cuento, el que da título a la colección:

Yo tengo una teoría que nunca me he atrevido a compartir con nadie: la tan llevada y traída doctrina de la reencarnación no significa que vivamos mil vidas diferentes, sino que estamos viviendo una sola en muchos planos paralelos. En una vida yo estoy viviendo en Tampa con el Vejestorio y en otra me he metido a monja y en una tercera he seguido casada con Yuniel. Así resulta que somos inmortales porque las posibilidades, como el universo, son infinitas. No hay road not taken porque tomamos todos en algún momento de esta travesía del vivir.

La teoría a la que me refiero tiene su origen en El jardín de senderos que se bifurcan:

Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos.

El título original de mi cuento era La escritora en el jardín de Borges. Me gusta atravesar esa tierra de nadie entre lo que fue y lo que pudo haber sido, que me ha inspirado muchas páginas. Es en ese territorio innombrado donde se encuentra la respuesta al: ¿Qué habría pasado si…?
Y para terminar borgianamente, se me ocurre que, en uno de esos planos o tiempos paralelos, estoy ahora en mi apartamento de La Habana imaginando que respondo una entrevista sobre cuentos que nunca publiqué.

Lee un #bookreview sobre En la Feria del Libro de Miami y otros viajes astrales

Suburbano Ediciones Contacto

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
WhatsApp
Reddit