Entre el exilio y la reconciliación: una conversación con Grettel Jiménez Singer sobre Tempestades solares

En Tempestades solares, la escritora Grettel Jiménez Singer nos sumerge en un relato de pérdidas múltiples y reconstrucciones íntimas. Amalia, su protagonista, atraviesa el exilio no solo geográfico, sino también emocional y corporal. A través de una prosa que oscila entre el dolor, la ironía y la ternura, la autora explora el desarraigo, la identidad y la memoria con una sensibilidad que trasciende lo autobiográfico para volverse universal. En esta entrevista, conversamos con ella sobre los orígenes de esa historia, los desafíos de construir personajes complejos y el papel que juegan las ciudades y el humor en su narrativa.

¿Cómo nació en ti la necesidad de contar esta experiencia de desarraigo tan íntima?
Somos muchos los que hemos emigrado, y de esa travesía surge un dolor que a veces se disfraza de nostalgia, orgullo, odio o cualquier otro sentimiento, pero que siempre está, aunque sea oculto, latente. Me fue necesario escribir sobre ese proceso, más allá del ruido político o del entorno exterior de la protagonista. Quería narrar la experiencia íntima de lo que implica abandonar, en una edad particularmente vulnerable, toda una vida: la familia, los amigos, la escuela, la casa, los objetos personales. Y luego, atravesar ese proceso minucioso y desgarrador de adaptación y reconciliación con ese nuevo “yo” que emerge en un lugar completamente ajeno.

La figura paterna en la novela es dura, casi asfixiante. ¿Qué retos tuviste al escribir un personaje así sin que se volviera una caricatura del “villano”?
El villano es, al fin y al cabo, un ser humano como cualquier otro: con necesidades, sueños, logros, pérdidas, rutinas, esperanza, traumas. Fue crucial indagar en la evolución de ese descenso: cómo un hombre de familia, considerado un héroe en su hogar, termina por convertirse en una figura deplorable, consumido por su propio deterioro psíquico. Esa polaridad, esa caída lenta y fulminante que se va gestando en alguien que lidia con el colapso interno —mental y emocional—, mientras su mundo exterior también se desmorona, me despertó una profunda empatía. No creo en el villano como simple encarnación del mal, como alguien que encuentra placer en el daño por el daño mismo. El villano, creo, es una figura compleja: puede ser entrañable, amoroso, generoso, un padre, un amigo, un hijo, un esposo y, además, un ser retorcido, celoso, envidioso, arrogante, destructor.

A pesar del dolor, tu narración tiene momentos irónicos y hasta divertidos. ¿Fue una decisión consciente usar el humor como herramienta narrativa o surgió de manera natural?
Un escenario dramático, observado con cierta distancia, puede adquirir matices irónicos, incluso cómicos, y volverse así más digerible. El humor y la ironía dentro del drama —e incluso de lo trágico— son herramientas que recurro a menudo en mi obra, con el propósito de matizar la experiencia y generar una conexión más cercana con el lector y con mi propia pluma. Esa leve torsión del tono creo que permite no solo una identificación más profunda, sino también un respiro de la intensidad emocional de eventos traumáticos y dolorosos.

La Habana, Caracas y Miami aparecen como escenarios, pero también como estados del alma de Amalia. ¿Qué relación personal tienes tú con estas ciudades y cómo influyó en la construcción de la novela?
Las ciudades para mí son personajes: seres vivos, pulsantes, con los que he entablado relaciones íntimas y determinantes. La Habana es mi ciudad de la infancia, mi amor, mi dolor. Caracas, la ciudad de la incertidumbre y la ansiedad, pero también de la esperanza: ese lugar donde el futuro aguardaba con un optimismo casi insoportable. Miami fue mi refugio, mi territorio de transformación: allí me hice escritora, mujer, madre. Todas ellas me habitan y habitan en mi obra.

El libro parece, en parte, un intento de “recolectar pedazos de sí misma”, como lo hace Amalia. ¿Qué encontraste tú al escribir Tempestades solares?
Tempestades solares fue, en cierto modo, un vómito visceral, cuyo primer borrador lo escribí en muy poco tiempo. Algunos eventos están inspirados en vivencias personales, lo cual resultó indispensable para confrontar y, de algún modo, recalibrar mis propios fantasmas.

Lee un #bookreview de Tempestades Solares

Suburbano Ediciones Contacto

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
WhatsApp
Reddit