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Enrique Del Risco: el hombre que será presidente.

Hay lugares donde las conspiraciones políticas se arman con la misma cotidianidad con la que llega el diario a casa. Pero el diario, como señaló Andrés Calamaro, es sólo una buena compañía con las medialunas por las mañanas.

En la imprescindible librería Books & Books de Coral Gables, el escritor Enrique Del Risco (La Habana, 1967) presentó Enrisco para presidente (Sudaquia Editores), un libro que deja un sabor extraño. Por un lado, Enrisco —el otro yo, desbocado y lúcido, del autor— señala su plataforma política para llegar al gobierno de la Isla en el 2018. Una vez que este curioso personaje se haga cargo del poder, comenzará “el socialismo del siglo XXII”.

Portada Presidente (3)

Enrisco para presidente, por otro lado, es la larga risa (trágica) de todos estos años que el pueblo cubano ha mostrado en la Isla. Porque mientras desarrolla las ideas políticas del hipotético gobierno, Enrisco, a través de su filosa mirada para observar cada detalle, va desgranando los últimos acontecimientos que ha padecido el país. De ahí ese sabor extraño que antes decía: un humor desaforado que da muerte –al menos en el territorio de la buena literatura– a un sistema animal.

Enrique Del Risco es autor, entre otros libros, de Leve Historia de Cuba (en colaboración con Francisco García), Obras encogidas, Pérdida y recuperación de la inocencia, Chick Ferrari, detective espacial, ¿Qué pensarán de nosotros en Japón? (V Premio Iberoamericano Cortes de Cádiz), El Comandante ya tiene quien le escriba. Ha colaborado en publicaciones como Dedeté, Bohemia, La Tribuna Hispana, Cubaencuentro y Diario de Cuba, además de mantener su propio blog, El Blog de Enrisco. Desde el 2007 vive en West New York, New Jersey. El autor es profesor y trabaja en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de New York (NYU).

En su libro que encarga de muchas cuestiones. Eso no le impide para hablar de algunos artistas, como Silvio Rodríguez.

Silvio, en tanto crítico inicial del castrismo y defensor acérrimo luego, es la encarnación, para muchos, del héroe y el traidor de varias generaciones, que no es poca cosa. Luego hace declaraciones que son muy generosas con los humoristas porque cuando no tienen nada que decir siempre pueden echar mano a lo último que dijo Silvio. Y más allá o más acá de la política, Silvio, al margen de que ha compuesto muchas canciones bellas, es a su vez una de las máximas encarnaciones del kitsch latinoamericano de izquierdas, ese que criticaba al kitsch más tradicional para caer de inmediato en cursilerías y ridiculeces más penosas aún. Mucha gente no me va a perdonar que diga esto, pero el “problema” de Silvio, más que político, es estético. Tiene canciones muy buenas pero su poética es tan llorona y enfermiza que se ha convertido en patente de corso para decir y —lo que es peor— hacer cualquier barbaridad. Vaticino que en un futuro, cuando el castrismo no sea más que un mal recuerdo, el silvismo —o sea, el lado más cursi y plañidero de las canciones de Silvio— seguirá causando estragos. Los hombres mueren pero el mal gusto es inmortal.  

Tiene un blog que informa mucho de lo que sucede en Cuba. De alguna manera es estar cerca de su tierra, pero también de que otros ciudadanos cubanos y otros que no lo son se informen de la situación de la Isla. ¿Cómo se lleva con las exigencias de tener un blog y actualizarlo?

No pretendemos informar. De eso se encargan otros. Lo que tratamos de hacer, con la información que nos proporcionan otros medios y la experiencia acumulada tras 28 años de vivir allá, es darle algún sentido a toda la información que produce la isla que puede marear a cualquiera que no se haya acostumbrado a navegar en las turbulentas aguas del absurdo cubano o el que ha perdido la costumbre.

En la presentación de Enrisco para presidente lo acompañó Ramón Fernández-Larrea.

Ramón es uno de los humoristas cubanos que más respeto y a pesar de que nos separan muy pocos años de edad lo he visto siempre como un maestro. Además de eso somos compinches desde hace miles de años y tiene una soltura en público absolutamente envidiable. Mejor hubiera sido que, encima de eso, fuera él quien hubiese escrito el libro pero no me atreví a pedírselo, algo que los lectores seguramente lamentarán.

Enrisco (foto)

Reside en New York. ¿Tiene pensado vivir en Miami?

Debo aclarar que no vivo en Nueva York, sino en West New York, New Jersey, lo que en términos habaneros equivale a vivir en Regla (una población al otro lado de la bahía de La Habana) aunque sí trabajo en Nueva York (o la Poma Yuma, como diría un oriental). Para mí Miami es la patria y eso significa que con ella me tomo la libertad de visitarla, quererla, criticarla y hasta reírme de ella pero sobre todo de vivir lejos de ella porque con las patrias, como con las madres, llega un momento en que es necesario establecer cierta distancia. No demasiada pero al menos la suficiente para que te deje respirar. No obstante nunca descartamos vivir alguna vez allí, aunque solo sea porque tanto Enrisco como yo hemos llegado a una edad en que se aprende que nada puede ser descartado del todo.

¿Por qué cree que la comunidad cubana de Miami muchas veces ha sido atacada por los intelectuales y escritores de América Latina y EEUU?

Porque es muy fácil. Y no sólo porque todavía es una ciudad a medio hacer y es fácil burlarse de ella como de cualquier cosa a medias, algo que todavía no se sabe lo que terminará siendo. El caso es que es la única ciudad importante de Estados Unidos en que los latinos son el Poder, con mayúsculas, y sin embargo les permite a los intelectuales norteamericanos manifestar su desprecio por los latinos sin parecer racistas, como si fuera una pura cuestión ideológica. Y a los latinoamericanos les permite despreciarse a sí mismos (y sobre todo a la gente que en sus sociedades estaría condenada a ser sus sirvientes y aquí encuentran otras oportunidades) y que parezca que le están haciendo un servicio a la humanidad.

Ha publicado libros de cuentos y antologías. ¿Qué lugar ocupa este libro dentro de su obra?

El noveno. Ni más ni menos. No debe pedírsele a los escritores que comparen sus libros con los otros como no se le pregunta a un padre a qué hijo quiere más. Lo que sí te puedo decir (en nombre mío y en el de Enrisco) es que reúne lo mejorcito de más de diez años de trabajo y si comparado con la cultura y la historia de la humanidad no es absolutamente nada, en relación conmigo es muchísimo.

¿Qué aprendió de la sociedad norteamericana en estos años, si es que aprendió algo?

Yo soy bastante lento así que todavía estoy en pleno proceso de aprendizaje. Si algo he aprendido es que el respeto por tus derechos empieza por el respeto al derecho de los demás. Ya lo sabía pero no es lo mismo saberlo que vivirlo. Ese ABC de vivir en libertad aquí se aprende no como teoría sino como normas de convivencia muy concretas que llevan al respeto tanto del espacio como del tiempo ajenos. (Empiezo a pensar que esa falta absoluta de respeto por el tiempo ajeno es uno de los síntomas, si no la causa, de la propensión de ciertas sociedades al autoritarismo). Y entender que el respeto al derecho ajeno no significa que cada cosa que diga el otro sea automáticamente respetable o que debamos inhibirnos de decir que tal o más cual cosa nos parece una idiotez. También he aprendido que es muy difícil despojarnos de los lastres autoritarios en los que hemos sido educados, pero que no es imposible: de eso depende que no confundamos toda esa rémora totalitaria que arrastramos con nuestra propia identidad. Porque si algo hace una sociedad como esta es enfrentarte contigo mismo, obligarte a ver lo que eres. Hay mucha gente a la que su imagen no le satisface y en esos casos la nostalgia por los valores de la tribu que dejamos atrás se hace muy tentadora.

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