Sixto Sarmiento es un poeta ayacuchano que ya tiene varios libros publicados. Es autor de El desaparecido (1986), Cantos del Silencio (2016), Lágrimas sin sombras (2016) y Sindulia el Verbo (2017). Ahora, En voz alta (Summa, 2018) es un poemario que recoge las voces de un pueblo en su incansable y permanente lucha por la libertad, la justicia y por un país democrático. Da testimonio a las voces de los que no tienen cómo hacerse oír, de los que son negados y solo son llamados a elegir. Escrito desde el corazón del pueblo, de ese pueblo que se resiste a aceptar un Estado que ve al pueblo de espaldas y lejano. En suma, es un poemario escrito desde la indignación.
Algunos poetas importantes han opinado sobre el libro de Sarmiento. El poeta salvadoreño Carlos Ernesto García escribió que “el espíritu de estas páginas es un monumento a la memoria”. Por su parte, el poeta argentino Hugo Francisco Rivella señala que “quiere a su canto limpio, no en los conciliábulos donde el traidor se agazapa, si no a plena luz, buceando el dolor”. Finalmente, el poeta peruano Harold Alva señala que la poesía “es una camisa de resistencia y, este libro, el testimonio de un hombre que eligió la palabra poética para enfrentar la indolencia”.
¿Cómo nos explica que alguien que respira en el mundo de las ciencias todo el día, escriba poesía?
Llegué a las ciencias, en particular a la tecnología siguiendo el camino de mi señor padre. En mis primeros años veía como forjaba el acero en su pequeño taller. A los niños siempre nos asombran las cosas mágicas, y para mí era mágico ver hacer derretir al duro acero y amoldarlo y posteriormente verlo útil en manos de los campesinos. Eso me orientó y quise seguir sus pasos. Simultáneamente, mi madre me educaba el alma con música, con lecturas, narrándome historias; cada ocasión, cada lugar tenía su encanto, oírlo era soñar para siempre.
Ahora, pareciera que vivo en un mundo cuyos linderos lo defines los horarios. Felizmente el día tiene más de 24 horas y la semana más de 7 días. Es posible hacer ciencia y hacer poesía. A pesar de ser difícil encontrar un equilibrio entre la tecnología y la poesía es posible Mis labores tecnológicas requieren de procedimientos, metodologías a seguir y la poesía abre el corazón sin ninguna restricción.
¿Quiénes son sus referentes?
Vallejo, nuestro poeta mayor siempre será un referente universal. Rubén Darío, Antonio Machado, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal, Miguel Hernández, Ernesto Sábato, pero también Goethe, Becker y, de nuestros connacionales, cómo no leer a Heraud, Martín Adán, Carlos Oquendo de Amat, Arturo Corcuera, Julio Yovera, entre muchos poetas peruanos. También leer a Mariátegui, Gonzales Prada, Arguedas da sentido al camino a seguir.
Usted le ha escrito al desencanto, al amor, a su mamá, ¿cómo llega a la poesía social?
Quienes amamos la libertad siempre obraremos porque nosotros y nuestras generaciones vivan en un país libre donde cada quien obre de acuerdo a su criterio, pero con amplio respeto por los demás. La temática es circunstancial; sin embargo, a través de cada obra transmitimos nuestro mensaje y transitamos buscando respuestas para resolver los problemas del mundo. Escribir siempre será una ceremonia interminable, incansable, una ceremonia sin final. Soy un amante de la libertad y de la vida.
¿Por qué en un país que a sus escritores le ha entregado tantos recursos para escribir poesía social, contestaría o comprometida, no tenemos referentes inmediatos de poetas que hayan construido una obra en función a esos recursos?
Si bien es cierto no son muchos, pero podríamos rescatar a los más grandes. Tenemos a Vallejo, a Heraud. Nuestros poetas mayores han aportado mucho a pesar de todas las limitaciones y todo el peligro que significaba y significa escribir poesía social. Hoy es fácil catalogar a alguien con una etiqueta. Escribir poesía social siempre será incómodo en un país donde se apuesta por mantener una sociedad sumisa. Sin embargo, es una ventana por donde se divisa con esperanza un mundo más justo.
Después de En voz alta, ¿qué sigue en la producción de Sixto Sarmiento?
Seguir escribiendo. Tengo pendiente una obra dedicada a los lugares donde viví y por donde transité, pero, sobre todo, tengo un compromiso con el país que trasciende más allá de la poesía. Hay suficientes razones para no dejar de batallar y la situación nos exige, nos obliga a tomar decisiones, ser partícipes y no espectadores.