Hace algunos días terminé la lectura del libro Breve historia de los libros prohibidos de Werner Fuld. En alrededor de cuatrocientas páginas relata cómo la censura nunca ha faltado a su cita con la historia desde el nacimiento de los primeros escritos, más allá de los tiempos, los gobiernos de turno o la modernidad de las sociedades.
En la obra se destaca con especial interés las formas de prohibición o censura que se crearon, y en muchos casos todavía existen, en los países que se auto denominan democráticos. Pues a diferencia de los regímenes totalitarios, la censura se aplica de una forma más sutil, es decir, más hipócrita, más perversa.
Al terminar el libro es inevitable pensar que está incompleto. Y no porque se haya dejado muchas cosas en el tintero, que seguramente así fue. Sino debido a que la obra no contempla (todavía) el mundo del libro digitalizado, donde la gran cabeza visible es Amazon.
En las últimas semanas, lo compañía de Jeff Bezos ha comenzado una gran ofensiva, quizá una de las más definitorias para el futuro del mercado del libro: en su búsqueda por controlar los precios de los eBooks, decidió bloquear las obras de la editorial Hachette, ya que ésta no ha querido aceptar las condiciones del gigante comercial.
Un día antes de que novecientos escritores, entre los que destacan Paul Auster, John Grisham, Stephen King, firmaran una carta abierta a Amazon en el The New York Times en la que pedían el desbloqueo, la compañía de Seattle se adelantó enviando un correo electrónico a los usuarios del Kindle en los que les solicitaba que tomaran partido a favor del libro electrónico, además de hacer pública la dirección de email del presidente de Hachette para que los lectores le soliciten que acepte las condiciones de Amazon.
Es decir, una guerra en toda regla.
Donde los autores y las editoriales pierden dinero, mientras que los lectores se quedan sin acceso a un amplio conjunto de obras.
¿Hemos llegado a los tiempos de la “censura comercial”? Quizá.
Y esto podría sentar un precedente y las bases de un futuro inmediato si el comercio de los libros electrónicos es gestionado por una sola empresa. Entraríamos en terrenos peligrosos, donde Amazon se convierte en un monje recluido tras los muros de su biblioteca digital, impidiendo el acceso a diversas obras, si las condiciones de venta no le convienen: hoy se trata de un convenio con una editorial, ¿pero qué pasará con las obras minoritarias si logran imponer sus condiciones a nivel global?No olvidemos que además quieren terminar con cualquier tipo de intermediario, ya sea editorial o agente literario. En ese escenario, y según la lógica comercial de Amazon, sólo los best sellers sobrevivirán, aunque sólo por un tiempo, hasta que otros lleguen a sustituirlo.
Tal vez me llamen paranoico, pero después de leer a Werner Fuld, nada es imposible. Porque al final, lo que hace Amazon con las obras de Hachette es censura. Pero en este caso es todavía más peligrosa: pues se erigen como defensores del acceso a la cultura, siempre y cuando sea al precio que ellos quieren.
O nadas en sus cauces o intentan ahogarte.
Seguiremos informando.