El periodista, escritor y orador motivacional Ismael Cala, en un artículo publicado recientemente en El Nuevo Herald, menciona un estudio de la Universidad de Stanford según el cual el hábito de la queja “trae prejuicios a quien la emite y a quien la escucha, además de ser altamente contagiosa”.
Cala señala que para superar “el hábito del lamento” y dejar de asumir “un rol de víctima” debemos “cultivar la proactividad y hacernos cargo de nuestra vida de forma efectiva”.
Las personas que se quejan constantemente tienen, para usar un término en boga, mala vibra. Son rechazados con frecuencia, tanto en el ámbito social como en el laboral. Y aunque sus quejas sean justificadas, muchos no las quieren oír.
La queja más antigua de la historia
Sin embargo, “quejarse es algo intrínseco de la raza humana y no tiene edad ni época”, observa el sitio web 20minutos.es en un artículo de noviembre de 2018. El artículo recoge la primera queja documentada de la historia, que se remonta a Mesopotamia al año 1750 a.C. y puede verse en una tablilla en escritura cuneiforme, conservada en el Museo Británico. La tablilla, conocida como la protesta de Nanni, expresa la queja de un hombre llamado Nanni contra un proveedor que le entregó unos lingotes de cobre de mala calidad. “Ejerceré contra usted mi derecho al rechazo porque me ha tratado con desprecio”, expresa Nanni en el mensaje.
Más de 3.700 años después, en 2018, el Better Business Bureau –la entidad sin fines de lucro que trata de mejorar la confianza en el mercado en los Estados Unidos, México y Canadá– recibió un total de 835.846 quejas de clientes insatisfechos con diversos negocios: compañías de seguros, concesionarios de automóviles, talleres de reparación de autos, compañías de tarjetas de crédito, servicios de Internet, empresas de telefonía celular, tiendas, restaurantes, hoteles y un sinfín más. El 78 por ciento de las quejas se resolvieron. Aunque no siempre se zanjaron a favor de los clientes, protestar es útil para los consumidores. Y también para los negocios, que se ven obligados a mejorar sus productos o sus servicios si quieren sobrevivir.
Cambios históricos
Pero, sobre todo, la queja es la génesis de grandes cambios históricos. Los esclavos, los marginados, los explotados, los invadidos, los discriminados, los abusados han dejado una larga estela de lamentos en la saga de la humanidad. Esas quejas –que los invasores, los explotadores y los abusadores siempre trataron y tratan de suprimir– se convirtieron y se convierten muchas veces en acción: protestas masivas, revueltas, éxodos, guerras. Desde la rebelión de Espartaco hasta la Revolución Francesa, desde la Guerra de Independencia de los Estados Unidos hasta la revolución de Haití, desde la derrota del nazismo hasta la caída del muro de Berlín, desde la lucha por el derecho al voto de las mujeres hasta la batalla por los derechos civiles y contra la discriminación racial –y sin ignorar los movimientos sociales y políticos que aún están por venir–, la queja ha sido el motor de los cambios que han definido nuestra historia; los cambios producidos en la marcha constante de la humanidad en busca de un futuro mejor.