El viaje como escape: Take the Long Way Home y la melancolía disfrazada de pop

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Cuando Supertramp lanzó Breakfast in America en 1979, el mundo ya estaba familiarizado con su mezcla inconfundible de pop progresivo, letras introspectivas y una ironía británica disfrazada de optimismo. Pero entre todos los éxitos de ese disco —que son varios—, Take the Long Way Home ocupa un lugar especial. No fue el primer sencillo ni el más rimbombante, pero es, quizás, el que mejor resume el alma contradictoria de la banda.

La canción arranca con una armónica que parece salida de un western existencial, un detalle mínimo que marca el tono de todo lo que viene: un viaje que suena ligero pero que en el fondo está cargado de desencanto. Porque Take the Long Way Home no es una oda a los paseos largos ni al romanticismo urbano. Es una canción sobre evitar la llegada, sobre no querer enfrentar lo que te espera al final del camino.

Roger Hodgson, con esa voz aguda e inconfundible, canta desde el punto de vista de un hombre que prefiere demorarse antes que regresar a una casa donde ya no lo respetan. “There are times that you feel you’re part of the scenery”. Esa línea —cruda, brutal en su cotidianidad— encapsula el colapso silencioso de muchas vidas aparentemente normales. La rutina, la pérdida de identidad, el desgaste emocional. Y todo eso lo canta Hodgson como si no fuera la gran cosa, como si fuera simplemente lunes.

Musicalmente, la canción es una lección de equilibrio. El piano lleva la base con esa mezcla de ligereza y precisión que caracteriza a Supertramp, mientras que los arreglos de cuerdas —firmados por Richard Hewson— le dan un aire casi cinematográfico. Pero el corazón está en la melodía, esa progresión que se siente como un paseo en coche por una ciudad iluminada, donde todo parece hermoso y vacío al mismo tiempo.

Lo más brillante de Take the Long Way Home es su ambigüedad. Es una canción triste que suena feliz. Una pieza pop que, si uno no presta atención, podría pasar por una canción optimista sobre disfrutar el viaje. Pero no lo es. Es una súplica disfrazada de paseo.

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