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El sol negro de Miami: la antología de una ciudad mágica

No conozco Miami excepto a través de películas y series de televisión. Una ciudad llena de sol, playas, mujeres en bikini, yates de millonarios y música cubana que exuda un aire de trópico y placeres sin cuento. Esa Miami no es la que necesariamente aparece en la antología Noir Tropical Miami (Suburbano ediciones, 2023), compilada por el argentino Hernán Vera Álvarez (Buenos Aires, 1977), el peruano Pedro Medina León (Lima, 1977) y el también argentino Gastón Virkel (buenos Aires, 1972). Esto es lo más sintomático de esta antología de relatos policiacos, sombríos, nocturnos muchos de ellos: que es una recopilación de textos de autores migrantes provenientes de Latinoamérica y escritos en español. Son 18 relatos de escritores que ya llevan una trayectoria en el género del Noir en Florida, pero cuyos lugares de procedencia marcan la diferencia en aproximaciones a la realidad que narran en sus cuentos. Entre ellos están cubanos (Uva de Aragón, Rodolfo Pérez Valero, Ivón Osorio Gallimore, Andrés Hernández Alende, Leandro “Eddy” Campa y Luis de la Paz), puertorriqueños (Anjanette Delgado), Argentinos (los ya mencionados Hernán Verá Álvarez y Gastón Virkel, además de Valeria Correa Fiz), venezolanos (Kelly Martínez Grandal), mexicanos (Xalbador García), españoles (Carlos Gámez Pérez, José Luis Muñoz y Juan Carlos Castillón) y peruanos (Leonardo Caparrós y el ya mencionado Pedro Medina León).

Como lo señalan los antologadores en el prólogo: “Leer en pleno siglo XXI a Miami desde la perspectiva del anglo es tener una visión parcial. Para entender su complejo biorritmo se necesita contrastar enfoques anglo e hispano”. Pero aquí no sólo se comprometen con lo hispánico sino con aquellos autores que no siguen escribiendo bajo la sombra literaria de sus respectivas literaturas nacionales sino que se adaptaron a Miami y hoy escriben desde sus entrañas el choque cultural que esta ciudad representa, las múltiples caras que asoman detrás de un sueño americano con lenguaje propio. Por eso afirman que “los autores que residen en la ciudad tienen un registro, una marca narrativa que se ha vuelto estilo…La suya es una literatura que ha respirado y transpirado la ciudad por sus cuatro costados, asimilada a la nueva urbe, en la que Miami está presente como personaje: la presentan marginal, lumpen y violenta”.

De ahí que esta antología deba ser leída como “el resultado de años de lecturas de los editores, de múltiples discusiones, encuentros y desencuentros que siempre llevaron a lo mismo: ¿por qué Miami despierta en muchos escritores la necesidad de mostrar su lado más oscuro? Desde ese interrogante siempre se desprende lo siguiente: el noir en español de Miami tiene patente propia, donde la ciudad es una frontera que se nutre de lo anglo y lo latinoamericano, su lenguaje es híbrido, no solo aborda crímenes, sino que plantea conflictos de corrupción y violencia, que suelen recaer en personajes inmigrantes que ocupan una porción invisible en la pirámide social”. De esta manera, al adentrarnos en los textos de Noir Tropical Miami, quizá el que da inicio a esta concepción en claroscuro de este puerto del Caribe estadounidense sea la obra de Juan Carlos Castillón, cuyo fragmento titulado “Miami” expone la conducta social de esa ciudad en los años ochenta del siglo pasado:

Tcha, tcha, tcha, tcha.

Es el ruido de la cuchilla de afeitar cortando líneas de coca sobre el espejo de bolsillo.

Es el ruido de las fiestas de Miami.

Y Miami es el centro del mundo. De este mundo.

Y en Miami cae nieve de enero a enero.

No hay que dejarse engañar por el clima tropical, esta es una ciudad mágica.

Era sólo un pueblito de segunda fila y ascendió de la noche a la mañana a capital cosmopolita.

 

Estamos ante la invención literaria, en tono Noir o policiaco, de una ciudad mítica donde el crimen es parte fundamental de su atractivo turístico. Estamos ante una sociedad donde el dinero se barre con la escoba y nadie pregunta de dónde viene. Puerto de contrabando al por mayor donde recalan viejos piratas de todo el mundo. Este libro es un homenaje a la ciudad que sus autores aman, temen u odian, pero que no pueden vivir sin ella. Monumento a sus esfuerzos por arraigarse contra todos los obstáculos. Trampolín de sus anhelos más recónditos. Escena de crímenes horrendos y de criminales despiadados. Como la contraportada lo dice: “Los dieciocho textos que componen esta antología sorprenden al lector tanto por la calidad literaria como por el escenario donde ocurren: Miami, una ciudad asociada a la diversión y el dinero obsceno. Noir Tropical, primer libro de su género, retrata un territorio marginal donde el casting lo integran criminales, prostitutas, perdedores, inmigrantes desesperados que buscan en cada esquina de South Beach el sueño americano. Lejos de encontrarlo, reciben como moneda de cambio una resaca violenta”. Y al final indican que esta antología es “un libro indispensable que dialoga con la literatura de Estados Unidos y la de Latinoamérica”.

Esto último es visible cuando contemplamos la diversidad de enfoques que los autores antologados muestran sobre la ciudad en que viven y sueñan y trabajan. Me quedo con lo dicho por el escritor cubano Rodolfo Pérez Valero, que con unas cuantas frases hace un recuento de las distintas formas en que los latinoamericanos llegaron a Miami: “Es una historia terrible, morbosa y, por lo tanto, irresistiblemente atractiva. Parecida a la de muchos que emigran a Estados Unidos. Unos arriesgan la vida en el desierto, otros en el río. Nosotros nos lanzamos al mar sobre unas cuantas tablas amarradas a varios cauchos y nos encomendamos a Dios. Creíamos que sería fácil, pero resultó horrible”. Y cuando llegaron a la tierra prometida nada resultó como esperaban. Miami fue, lo descubrieron demasiado tarde, un espejismo cruel lleno de sueños rotos y trabajos a destajo. Así, como lo relata el protagonista de su cuento, vivir en Miami era experimentar una existencia riesgosa: “mucho extremismo político, mucha gente conflictiva”. Para José Luis Muñoz, “esta ciudad es un infierno si no tienes coche”. Un mundo de moteles de paso y condominios de lujo, de gente desesperada y vecinos suicidas, de hostigadores cibernéticos y policías de pocas pulgas. Reino a plena luz donde se guardan los peores secretos. Botín de los ambiciosos y los astutos, de playas repletas y callejones vacíos. Ciudad de alardes y despojos. Como dice el cubano Andrés Hernández Alende, aquí los políticos locales abrieron “las puertas de par en par a inversionistas y especuladores”, donde los proyectos suntuosos llevaban a los funcionarios a sacar dinero de donde fuera “para saciar la sed de ganancia”, donde los mafiosos y los empresarios de éxito parecían ser las mismas personas. Y Hernández señala, certero: “Miami siempre había estado plagada por mafiosos, agiotistas y funcionarios corruptos, pero a la vez había sido una ciudad acogedora para los trabajadores porque el costo de la vida no era elevado”. Sin embargo, tras un proceso de urbanización especulativa, sólo queda una metrópoli donde las diferencias de clase se acentúan, donde el crimen se multiplica, donde la barbarie rompe la trama comunitaria.

De eso tratan las historias que Noir Tropical Miami muestra a propios y extraños. Un puerto que contiene sus propias leyendas negras, sus mitos macabros. Por eso, como bien lo apunta  Juan Carlos Castillón, lo que la narrativa negra exhibe sobre esta región del mundo es que detrás de su fachada de glamur se oculta la turbiedad de sus recursos financieros. Microcosmos capitalista con olor a fruta tropical: “porque el gran negocio de Miami, más aún que los bancos y el turismo, aunque no sería posible sin los primeros, es el import-export”. La importación de drogas va junto con pegado con la exportación de dinero producto de tal negocio.

Sin embargo, la Miami que este libro exhibe no se limita al espacio de lo delictivo, lo criminal, el horror de la muerte, los rastros de sangre, los tiroteos en la vía pública, los ajustes de cuentas, la febril necesidad de la droga. Esta antología no puede ocultar la cruz de su parroquia: es un canto de amor a Miami. Por eso sus editores explican que los autores que han reunido en esta antología le dan la vuelta a la premisa de Paco Ignacio Taibo II sobre la novela negra: porque el Noir tropical de Miami “interroga a la sociedad, donde el crimen es un catalizador, un acelerador de los artefactos que nos van a ayudar a revelar la verdadera naturaleza de la sociedad”. Y en efecto, muchos de los relatos de esta antología son preguntas incisivas sobre las conductas sociales de los habitantes de esta ciudad: “el crimen puede parecer hasta anecdótico puesto que su máxima ambición consistiría en desenmascarar la fantasía del sueño americano”. De esta forma podemos advertir, en el caleidoscopio de sus diferentes cuentos, una narrativa que intenta “recuperar la identidad de las víctimas, los olvidados, meros engranajes de un sistema que los usa, pero no los incluye”. Una literatura que retrata la vida colectiva desde las experiencias individuales de sus personajes más icónicos y extraviados. Este es un libro donde el dinero es la única utopía aceptable, donde la violencia se ejerce como un acto de solidaridad. Bienvenidos todos a este bravo mundo feliz. Y por favor, no olviden usar protector solar al leerlo.

 

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