La llamaban la «diosa del amor», aún cuando en la vida real, Margarita Carmen Cansino, o Rita Hayworth, tuvo poca suerte en ese aspecto.
Hayworth, neoyorquina hija de un bailarín español y una madre americana de ascendencia angloirlandesa, sí tuvo mejor fortuna como leyenda del cine, siendo una de las más grandes estrellas de Hollywood en los años 40.
Sirena predilecta de los soldados americanos durante la Segunda Guerra Mundial, ícono del glamour que inspiraría novelas (La traición de Rita Hayworth, de Manuel Puig, Rita Hayworth and Shawshank Redemption, de Stephen King, y recién en agosto, la nueva Big Red, de Jerome Charyn), logró, con su deceso en 1987, alertar al mundo sobre una terrible enfermedad, el mal de Alzheimer.
Casada cinco veces, fue su segundo esposo (1943-47), el actor y director Orson Welles, enfant terrible de Hollywood, quien conquistó su corazón para siempre, a pesar de habérselo destrozado peor que nadie. Fue él también quien le dio uno de sus papeles más inolvidables, el de la femme fatale Elsa Bannister, en la cinta del género noir, The Lady from Shanghai (1947).
La película, basada en una novela llamada If I Die Before I Wake, presentó a Hayworth sin su acostumbrada flamante melena castaño rojizo y en vez, con un chocante cabello corto platinado. Ese cambio de imagen, propiciado por Welles, se volvería tan memorable como la secuencia final rodada en un salón de espejos.
Aunque The Lady from Shanghai no triunfó en la taquilla y las reseñas fueron mixtas, décadas después se reconoce como filme imprescindible. En 2018, el Registro Nacional de Cine de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos escogió el largometraje para ser preservado «debido a su significado cultural, histórico y estético».
Es esta misma película la que acompaña a un nuevo documental alemán sobre la artista, Rita Hayworth: Too Much of Life, con estreno teatral en los Estados Unidos el lunes 17 de octubre, fecha del onomástico de Hayworth.
Presentado por la American Cinematheque en Santa Monica, California, el documental incluye testimonios de figuras del viejo Hollywood que conocieron o trabajaron con la actriz, a su hija Yasmin Aga Khan, y a quien fuera el representante de la artista en la última etapa de su carrera, el agente Budd Burton Moss, entre otros entrevistados.
En Hollywood (Waterfront Press, 2015), uno de dos libros que Burton Moss ha escrito hasta la fecha rememorando su vida en la industria del cine, el autor hace un recuento de sus años de trabajo con Hayworth, y destaca un episodio poco conocido por estos lares: cuando acompañó a su cliente a la Argentina y Brasil en 1976.
El viaje
Curiosamente, la trama del éxito cinematográfico que catapultó al estrellado a Hayworth, Gilda (1946), se desarrollaba en Buenos Aires, si bien la cinta de Columbia Pictures se rodó en Hollywood. En alguna ocasión se habló de filmar una secuela en la Argentina, pero eso nunca prosperó.
La visita de Rita Hayworth surgió por invitación de la Editorial Abril y Canal 13, el más importante de la televisión argentina. Juan Abraham Larena, periodista y representante de negocios para la editorial en Nueva York, tuvo a su cargo la logística del viaje en octubre de 1976. Pocos meses antes, en marzo, un golpe de estado había derrocado a la presidenta Isabel Perón e instalado en el poder a una junta militar.
Para Abraham Larena el viaje era riesgoso. Tenía fresco en su mente un incidente ocurrido ese mismo año en el que circuló por el mundo una foto de Hayworth bajando de un avión en Londres.
Luciendo desaliñada y desorientada, Hayworth causó consternación. Lo que los medios achacaron a alcoholismo era en verdad el comienzo del trágico ocaso de una figura icónica del cine ante una enfermedad poco conocida entonces, el mal de Alzheimer.
La actriz, Burton Moss y la asistente Judy Ault primero viajaron a Nueva York desde California para que Hayworth pudiera verse con su hija, la princesa Yasmin, cuyo padre era el príncipe Aly Khan. Allí, en la Gran Manzana, fue que Abraham Larena conoció a la estrella que había admirado desde su juventud.
«Me la presentaron y tuve una muy buena impresión», cuenta Abraham Larena a Suburbano vía telefónica desde su hogar en Los Ángeles, California. «No era la impresión de la foto [de Londres]. Era muy suavecita. Para mí, el recuerdo que yo tengo de Rita es como… ¿usted ha tenido tías de ésas que son muy especiales, muy cariñosas? Rita era así, como una tía cariñosa. Me decía Juanito».
Pero cuando caían las tardes, señala quien luego sería reconocido como locutor boxístico, Hayworth a veces ya no era la misma. Ahí comenzaba una confusión que hoy se denomina «sundowning» en pacientes con la enfermedad de Alzheimer.
Aparte de lidiar con cualquier imprevisto que Hayworth pudiera ocasionar, había que operar también dentro de la tensa situación política que imperaba en el país. «No se olvide que estaba la ley marcial en la Argentina en ese momento”, aclara Abraham Larena.
A su llegada al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, la actriz conversó con la prensa, situación imprevista que no se pudo evitar debido a la muchedumbre congregada.
“Realmente [Rita] se portó muy bien, pese al viaje, que venía cansada y todo» dice Abraham Larena. «Fue una dama, muy cordial». A preguntas de los periodistas, Hayworth reveló que consideraba un libreto para una nueva película y que este viaje era su primero a la Argentina.
Rita porteña
En la agenda porteña figuraban eventos como una participación en el programa televisivo Almorzando con Mirtha Legrand, de Canal 13; una cena en el restaurante de comida tradicional argentina La Cabaña, y un coctel auspiciado por Robert Hill, el embajador de Estados Unidos en el país, en el Palacio Bosch, mansión en la que residía el diplomático.
Aunque Burton Moss, Ault y Abraham Larena lograron que el viaje pasara sin mayores percances, no faltaron los momentos de tensión.
Uno de estos ocurrió cuando se escuchó una explosión cercana al hotel Sheraton donde se hospedaban Hayworth y su equipo (El hotel ya había sido objeto de un atentado terrorista en 1972). El Sheraton había sido escogido, recuerda Abraham Larena, porque en ese momento era el más lujoso de la Argentina y porque no quedaba en el mismo centro de la ciudad, lo que facilitaría la entrada y salida de los visitantes.
Según se desprende de información desclasificada, el embajador Hill envió un telegrama al Departamento de Estado alertando sobre el descubrimiento de seis granadas en lanzadores en un parque frente al Sheraton. Las granadas fueron detonadas a tiempo por una brigada antiexplosivos, evitando el posible ataque. De haber resultado exitoso, sostuvo el diplomático, el incidente habría sido visto como gigantesco triunfo publicitario para los grupos subversivos, dada la presencia de Hayworth en el hotel.
Hayworth deslumbró a todos los que conoció en su breve paso por la Argentina. Al igual que tantas otras personas, Burton Moss había crecido enamorado de la bella Rita, a quien conoció de chico por primera vez mientras ella filmaba Sangre y Arena (1941), cinta estelarizada por Tyrone Power y Linda Darnell. El agente y amigo de la actriz y bailarina fue uno de los que cargó su féretro en el cementerio.
Rita Hayworth no tuvo un final feliz. Su vida tampoco fue una fantasía Technicolor como muchas de sus películas. Pero su fallecimiento por Alzheimer dio a conocer la enfermedad al mundo y lanzó una nueva era de investigación para tratar de hallar una cura. Rita la mortal había logrado lo que ninguna diosa.