El candidato demócrata se retiró de la contienda por la Casa Blanca, que ahora queda reducida a un enfrentamiento entre el presidente Donald Trump y el ex vicepresidente Joe Biden.
Bernie Sanders, senador independiente por el estado de Vermont y aspirante demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, suspendió el 8 de abril su campaña electoral.
“Aunque hemos ganado la batalla ideológica, y aunque estamos ganando el apoyo de los jóvenes y de los trabajadores en todo el país, he llegado a la conclusión de que esta batalla por la nominación demócrata no tendrá éxito”, dijo el ex candidato de ideas socialistas. “Así que hoy estoy anunciando la suspensión de la campaña activa y felicitando a Joe Biden, un hombre muy decente, por su victoria”.
Con la retirada de Sanders, la contienda por la Casa Blanca queda reducida a un enfrentamiento entre el actual presidente, Donald Trump, y el candidato demócrata Joe Biden, que fue vicepresidente en el gobierno de Barack Obama, el primer mandatario afroamericano de los Estados Unidos.
Todavía es difícil predecir quién se alzará con el triunfo en las elecciones de noviembre. Pero la epidemia del coronavirus le ha asestado un golpe demoledor a la economía, cuya buena marcha antes de la llegada de la plaga era una de las ventajas electorales con que Trump contaba. Ahora, la respuesta ante el COVID-19 va a ser un factor de peso en la votación, y en ese terreno el presidente no sale bien parado. El 8 de abril, seis encuestas separadas mostraron un nivel de apoyo popular al mandatario entre el 40 y el 45 por ciento. Históricamente, cuando hay una crisis la nación da un respaldo considerable al presidente, pero no ha sido así con Trump. La percepción de que su respuesta a la pandemia ha sido inadecuada ha incidido en su bajo nivel de popularidad, en comparación con el de otros presidentes en tiempos de crisis.
Entretanto, Bernie Sanders se va del torneo electoral, pero no abandona la batalla. En su mensaje al retirarse de la campaña, dijo que seguiría reuniendo tantos delegados como sea posible para la Convención Nacional Demócrata con el fin de ejercer una influencia importante en la plataforma del partido. “Entonces, juntos, unidos”, señaló, “seguiremos adelante para derrotar a Donald Trump, el presidente más peligroso de la historia norteamericana moderna. Y lucharemos por elegir a progresistas firmes en cada nivel de gobierno, desde el Congreso hasta la junta escolar”.
Bernie renunció a su aspiración presidencial, pero deja un legado de lucha contra la injusticia y sigue marcando pautas para tener una nación mejor, un futuro mejor.
“Si no creemos que el cuidado de la salud debe ser un derecho humano, nunca lograremos la atención médica universal”, expresó.
“Si no creemos que tenemos derecho a salarios y condiciones laborales decentes, millones de nuestra gente seguirán viviendo en la pobreza.
“Si no creemos que tenemos derecho a toda la educación que requerimos para realizar nuestros sueños, muchos saldrán de la escuela agobiados por una deuda enorme, o nunca recibirán la educación que necesitan.
“Si no creemos que tenemos derecho a vivir en un mundo que tenga un medio ambiente limpio, que no esté devastado por el cambio climático, seguiremos viendo más sequías, inundaciones, subida del nivel del mar y un planeta cada vez más inhabitable.
“Si no creemos que tenemos derecho a vivir en un mundo de justicia, democracia y equidad –sin racismo, sexismo, homofobia, xenofobia o prejuicios religiosos– seguiremos teniendo una enorme desigualdad de ingresos y riqueza, prejuicios y odio, encarcelamiento masivo, inmigrantes aterrorizados y cientos de miles de norteamericanos durmiendo en las calles del país más rico de la Tierra”.
Bernie deja la campaña con un fuerte apoyo de los jóvenes y de buena parte de la clase trabajadora, los que no se han dejado seducir por los cantos de sirena de un sistema neoliberal que rueda hacia el fracaso, que ya ha fracasado en numerosos aspectos y que ya ha fracasado para mucha gente.
Su ideal de igualdad, solidaridad y justicia social ganó las mentes de la gente joven, que no está contaminada con la retórica anticuada de la Guerra Fría. Fue precisamente el lavado de cerebro del macartismo la causa de que Sanders no recibiera más apoyo, incluso en las filas del Partido Demócrata, donde Biden le sacó una clara ventaja.
La etiqueta de “comunista” tiene un grave impacto en una nación donde muchos todavía creen que guerras como la de Corea y la de Vietnam estaban justificadas ante el “peligro rojo”. Y los extremistas de derecha no perdieron tiempo en acusar a Sanders de “comunista”, aunque la visión social del ex candidato no es la soviética, sino la que predomina en el occidente de Europa.
Los planteamientos principales que Sanders enarboló en su campaña eran “Medicare para todos”, es decir, atención médica universal gratuita, pagada por los impuestos de los contribuyentes, y educación universitaria gratis, de nuevo, también pagada por los impuestos. Son dos ideas arraigadas en la mentalidad europea, pero que muchos norteamericanos, influenciados por la propaganda neoliberal, no aceptan.
La desigualdad en los Estados Unidos ha alcanzado niveles escandalosos: el 1 por ciento más rico posee el 70 por ciento de la riqueza total de la población. Aproximadamente 40 millones de norteamericanos viven en la pobreza, y unos 30 millones no tienen seguro médico.
Sanders quería llegar a la Casa Blanca para vencer esos males. No lo consiguió, y a su edad, 78 años, es muy improbable que lo consideren para las elecciones de 2024. Pero nos deja un mensaje poderoso de conquista social, de fe en el futuro y en la juventud, de confianza en que todo puede ser mejor. “La lucha por la justicia es lo que definió a nuestra campaña”, señaló al retirarse de la contienda electoral. “La lucha por la justicia es lo que sigue definiendo a nuestro movimiento”.