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El graduado: mito detrás del mito

Como adultos hemos experimentado la tan consabida transición entre la adolescencia y la adultez. Esa etapa en la que la vida nos fuerza a pensar en el futuro y a cuestionarnos los pasos que debemos tomar, por ejemplo, a partir de finalizar nuestras carreras universitarias. Éste es precisamente el tema que propone The Graduate o El graduado (1967) de Mike Nichols. La cinta, sin duda muy reconocida, es uno de esos clásicos que ha logrado quedarse con un alto rango en las listas de popularidad cinematográfica. Esto no solo por el gran trabajo actoral de Dustin Hoffman (Benjamín), de Ann Bancroft (Mrs. Robinson) y de Katharine Ross (Elaine), sino por lo cercano que nos llegamos a sentir con la experiencia de Benjamín, aquella en la que enfrentamos los cambios y decisiones de la temprana madurez.

El filme, que linda entre la comedia y el drama, me ha provocado una sensación de inquietud. En particular por la manera de ser de Ben. Este personaje me causa intranquilidad y siento que me aleja de la situación que se presenta. Es decir, aunque me identifico con la circunstancia del protagonista, esa etapa en la que comienza a ser adulto, sus reacciones me dan la impresión de ahogo, puesto a que se muestra incapaz de decir que no (ante cualquier evento). La actitud del personaje de Hoffman precisamente es uno de los puntos fuertes de la trama.  Por supuesto esto no es lo único que logra que la cinta haya obtenido tanto éxito, pues, los demás actores desarrollan también excelentes interpretaciones. Sin embargo es el trabajo de dirección fílmica de Nichols y en específico la fotografía de la cinta lo que, para mí, catapulta su éxito. No en balde éste es galardonado con un Óscar al mejor director, dejando los premios actorales solo con sus respectivas nominaciones. Bien cabe resaltar que Hoffman ganó el Globo de Oro (Golden Globe) al “nuevo actor con futuro prometedor”, como también lo obtuvo Ross en el rol femenino. Bancroft asimismo recibió gran cantidad de premios por su papel. La pieza obtuvo, en fin, 5 globos de oro, 5 galardones fílmicos BAFTA, además de un total de más de 10 premios y nominaciones en otros festivales cinematográficos. Es claro entonces que no puede ponerse en duda la notoriedad de la pieza.

Parte de la eficaz interpretación de la inquietud del personaje de Hoffman se debe al emplazamiento de las cámaras. Las imágenes en close-up de Benjamín durante la fiesta de bienvenida que le organizan sus padres, cuando éste debe atender a dichos invitados en contra de su voluntad, es una especie de radiografía de sus emociones. Se nos delata así la incomodidad del joven ante los adultos, amigos de sus padres. Los convidados a la fiesta curiosamente no son amigos de Ben sino los de su familia y representan la sociedad de los cincuenta.  Ese mundo del cual emerge la Sra. Robinson. Por eso este último personaje funciona como puente entre un mundo y otro, así como agente de cambio para Benjamín. La señora Robinson, seductora e inteligente, simboliza la vida de las apariencias, el cosmos de los adultos de la clase media alta y, a su vez,  la imagen de los cambios y libertades (sobre todo de la mujer) de la nueva década de los sesenta en la reciente generación, la de Ben y la de Elaine, la hija de esta señora.

Existen otras escenas e imágenes icónicas en esta cinta en las que la fotografía, en específico su punto de ubicación, nos permite a los espectadores acercarnos a Ben e inclusive a desesperarnos por su causa y con él. Entre las más recordadas están el momento en que vemos a Benjamín entre las piernas de la señora Robinson, una vez ésta intenta seducirlo; y cuando los padres de Ben le regalan el traje de buceo y percibimos el fondo de la piscina desde el punto de vista del personaje. Igualmente valorada está la imagen de los padres de Ben observándole mientras éste toma el sol en un flotador sobre el agua de la piscina: el sol nos ciega tal como el personaje no puede ver (entender) la perspectiva de sus progenitores.

Ahora bien, poco a poco el director deja de mostrarnos las escenas desde ese punto de vista, o sea a partir de Ben. Cuando Elaine aparece a mediados del filme, la actitud del protagonista cambia. Las escenas se transforman al mismo tiempo que entramos al mundo de la nueva generación. Así que eventualmente conocemos que los jóvenes están incluso dispuestos a enamorarse del ex amante de la madre y de la hija de su amante, como lo hacen Elaine y Ben correspondientemente. De ahí vemos a Benjamín obsesionarse con esta última y posteriormente a fugarse con ella, suceso que al comienzo era casi imposible imaginar que ocurriría. Por lo tanto, ese final bien puede representar la liberación del mundo de los adultos de la pasada generación y de los estereotipos establecidos por los padres y la sociedad de mediados de siglo en ambos personajes.

Con The Graduate Nichols muestra ciertos cambios que el ser humano experimenta de manera gradual en la vida. A medida que el punto de vista del personaje se transforma, igual sucede con el de los espectadores. El graduarse simboliza  entonces el cierre de un periodo para comenzar otro. La pieza por ende es una sugerencia de la transición hacia la adultez, del pasar de obedecer a los padres, a decidir por uno mismo. No se trata particularmente de la graduación de los estudios de Ben, sino más bien de graduarse en la toma de decisiones, por más descabelladas que sean. No se trata de la entrada al mundo laboral, sino al de las relaciones. De similar forma, Nichols se gradúa con un filme en el que nos presenta una dura realidad por medio de la comedia, una verdad que pesa tal y como le sucede al protagonista de la pieza, tal y como, me atrevo a decir, nos pasa a todos.

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