La próxima presencia de Harriet Tubman en el billete de 20 dólares, es una reivindicación histórica y un paso más contra el racismo que aún sigue lacerando el espíritu nacional.
“Todo gran sueño empieza con un soñador. Siempre recuerden que en su interior tienen la fortaleza, la paciencia y la pasión para alcanzar las estrellas y cambiar el mundo”.
La autora de estas palabras, Harriet Tubman, tuvo sin duda la fuerza para cambiar el mundo. Nacida esclava en el estado de Maryland, alrededor de 1820, Harriet –cuyo nombre original era Araminta Harriet Ross– se fugó en 1849 en busca de la libertad, fue una de las organizadoras de la red para liberar esclavos conocida como el Ferrocarril Clandestino, y fue guía y espía armada del ejército de la Unión durante la Guerra Civil.
En reconocimiento a las hazañas de esta mujer heroica, el secretario del Tesoro, Jacob J. Lew, decidió en abril de este año quitar el rostro del presidente Andrew Jackson del billete de 20 dólares, enviarlo a la parte trasera, en una imagen más pequeña, y poner en su lugar a Harriet Tubman.
El anuncio de Lew se produjo después que el Departamento del Tesoro recibió una lluvia de mensajes del público pidiendo que se colocara a una mujer notable en el billete. El secretario también recibió una enorme cantidad de elogios por su decisión.
Algunos, sin embargo, lo han criticado, argumentando que Jackson hizo mucho por este país. Jackson ganó fama nacional cuando derrotó a los ingleses en la batalla de Nueva Orleáns, durante la guerra de 1812. Pero fue un esclavista, invadió la Florida –en ese entonces una posesión española– para combatir a los seminoles, y firmó la Ley de Remoción de los Indios, que legalizó la expulsión y la matanza de los indígenas norteamericanos para apoderarse de sus tierras.
Los críticos de la decisión de Lew de remover a Jackson del frente del billete han dicho que el gobierno actual está tratando de eliminar tradiciones nacionales. Es una calumnia, pero de todos modos, si una de las tradiciones a las que se refieren es la esclavitud, bienvenida sea la decisión del Departamento del Tesoro.
Harriet Tubman combatió la plaga de la servidumbre desde el momento en que se fugó valientemente para no seguir siendo una esclava. Desde niña conoció el horror del régimen de las plantaciones. En una ocasión, cuando era una adolescente, por negarse a sujetar a un esclavo fugitivo, el dueño le lanzó un objeto metálico pesado que le dio en la cabeza. Harriet estuvo dos días inconsciente, sin recibir atención médica, y durante el resto de su vida sufrió terribles jaquecas, desmayos y episodios de narcolepsia.
En septiembre de 1849, Harriet se fugó con dos de sus hermanos, Ben y Henry, rumbo a Filadelfia, en el estado de Pennsylvania, donde la esclavitud se había abolido. Sus dos hermanos cambiaron de idea y regresaron a la plantación. Harriet comprobó que habían vuelto sanos y salvos, y entonces se dirigió sola hacia Filadelfia. Más tarde recordó el momento en que entró en Pennsylvania: “Cuando vi que había cruzado la frontera, miré mis manos para ver si era la misma persona. Había una gloria en todo; el sol se veía como si fuera oro entre los árboles, y sobre los campos, y me sentí como si estuviera en el Cielo”.
Harriet regaló esa sensación inefable de libertad a cientos de esclavos a los que ayudó a escapar hacia el Norte a través de las casas de refugio del Ferrocarril Clandestino, entre ellos a gran parte de su familia. Cuando en 1850 se promulgó la Ley de Esclavos Fugitivos, que permitía capturar a siervos fugados en los estados donde no había esclavitud, Harriet desvió la ruta hasta Canadá, que había abolido completamente la servidumbre.
Más tarde, cuando estalló la Guerra Civil, se sumó a las filas unionistas y realizó varias misiones como espía y guía. Fue la primera mujer en el conflicto que dirigió una expedición armada, la incursión en el río Combahee, en Carolina del Sur, en la que liberaron a más de 700 esclavos.
Terminada la contienda, se casó con un veterano de guerra y se fueron a vivir a una propiedad que Harriet tenía en Auburn, en el estado de Nueva York. Siempre activa, Harriet participó en la lucha de las mujeres por el derecho al voto.
Una encuesta realizada a fines del siglo XX colocó a Harriet entre los civiles más famosos de la historia norteamericana antes de la Guerra Civil, solo superada por Paul Revere, el patriota que dio la alerta en Massachusetts de la llegada de las tropas británicas, durante la guerra de independencia, y Betsy Ross, la mujer a la que se le atribuye la confección de la primera bandera estadounidense, en 1776. La próxima presencia de Harriet Tubman en el billete de 20 dólares, desplazando del lugar a un esclavista, es una loable reivindicación histórica y un paso más contra el racismo que aún sigue lacerando el espíritu nacional.