La nueva película del director español Pedro Almodóvar, Julieta, es una adaptación de tres cuentos de la narradora canadiense Alice Munro (Nobel de Literatura, 2013). Un film que escarba en los recovecos más íntimos de sus personajes.
Julieta nos cuenta del los inevitables encuentros del destino. Del agujero opresor que deja el abandono de un ser querido. De la culpa -cancerígena y brutal- cuando hace metástasis en el espíritu de un ser humano.
Muy bien interpretada por Emma Suárez, Julieta, vive como un zombie recopilando la vida antes, durante y después de perder a su hija Antia -Blanca Parez- quien a los 18 años partió de vacaciones para no volver jamás.
Con la sombra de Antia como telón de fondo, iremos involucrándonos en la vida de Julieta. Así, en la primera parte del film se nos cuenta la historia de amor entre Julieta y Xoan –Daniel Grao-, quien morirá ahogado en el mar cuando Antia era aún una niña. Luego, durante el desarrollo de la trama, conoceremos a otros personajes que formarán parte trascendental en la vida de Julieta, como Marian, Ava y Beatriz. Cada uno, en un rol distinto, tendrá algo que decir o que callar. Hacia el final, Julieta habrá encontrado rastros de Antia, lo cual dejará al espectador con la incertidumbre de saber si algún día estas volverán a encontrarse.
Pero mas allá de la trama, la cual es fantástica y conmovedora, los personajes de esta película han sabido calzar a la perfección el silencio que se asoma entre los diálogos, las miradas y los olores que todos alcanzaremos a imaginar en distintos puntos de la historia. Julieta escribirá sus memorias, absorbida en sus pensamientos y cicatrices. Muerta en vida y carcomida por el dolor y la culpa puede que para los últimos minutos, Julieta le regale al espectador un remedo de esperanza.