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El aguador

Como cada noche

desde que el sol

habita los jardines de Otti,

en el aguador

se suma un sendero

que lleva al pozo.

Por un momento,

le detiene el perfume de las rosas

que por el aire ondula

en las blancas colinas,

antes de emprender su vuelo

y escribir un poema de amor

sobre la montaña

quebrada de los sueños.

 

Como cada noche

desde que el sol

habita los jardines de Otti,

atraviesa el dormido valle

con el único afán

de alcanzar el manantial

y calmar la sed de miel

en sus arroyos,

ahogar el grito de desconsuelo

que la noche trae consigo:

la prolongada sombra del ciprés,

cobijo del silencio de las almas,

las violetas que en lo oscuro

dejaron la fiebre de sus días.

 

Como cada noche

el aguador liba en los labios

de la tierra húmeda,

el dulce néctar

de los jardines de Otti.

 

 

Mª Jesús Campos García

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