Las autoras ecuatorianas Adriana Borja Enríquez (Quito) y Melanie Márquez Adams (Guayaquil) conversan desde Iowa City sobre programas de escritura, encuentros inesperados y residencias literarias.
Melanie Márquez Adams: ¿Qué te parece que nos hayamos conocido acá en este lugar remoto del medio oeste norteamericano?
Adriana Borja Enríquez: La vida y las palabras nos llevan por caminos de lo más particulares. Durante los últimos años estuve muy enfocada en mi trabajo con personas en condición de refugio, por lo que había dejado un poco de lado lo literario. Sin embargo, este año se me presentó esta oportunidad y tuve que tomar decisiones. Es curioso que después de la primera vez que visité Estados Unidos, volví a Quito con la idea de trabajar con personas en movilidad humana porque había advertido aquí, aunque breve y privilegiadamente, el rechazo al otro y los retos de la integración. Ahora, en plena crisis migratoria tanto en Ecuador como acá, dejé mi trabajo con extranjeros y he regresado a este país, en que me sentí por primera vez extranjera años atrás; esta vez para reencontrarme con la escritura a tiempo completo. No sabía mucho acerca de Iowa, debo admitir. No sabía que esperar y quizás así fue mejor. Los encuentros que he tenido aquí con y gracias a las palabras, me sorprenden gratamente. No esperaba, por ejemplo, encontrar alguien de Ecuador, y aquí estamos.
MMA:Sí, es una locura. La escritura nos lleva a caminos y personas que jamás hubiésemos pensado conocer. A la distancia, es muy difícil mantener contacto con escritores de mi tierra. Quedo agradecida con Iowa por haberme permitido compartir gratos momentos contigo, aprender de tu escritura y de tu importante trabajo con refugiados en Ecuador.
ABE: Gracias Melanie, para mí también ha sido grato conocer tu trabajo y a ti, en esta la tierra del maíz. ¿Qué tal la experiencia de cursar un MFA en escritura creativa en Iowa, por cierto?
MMA: Es mi primer semestre por lo que es temprano para juzgar o evaluar, pero lo que sí puedo decir con certeza es que mis expectativas no se acoplaban a la realidad de compartir un programa con personas de origen, trayectoria y objetivos tan diferentes. Luego de aterrizar un poco esas expectativas, lo que le diría a alguien que esté pensando en aplicar a este programa sería —mis disculpas a JFK por apropiarme y reinventar sus famosas palabras— no preguntes lo que un programa de escritura en Iowa puede hacer por ti sino lo que tú puedes aprovechar durante tu tiempo en Iowa. A propósito de esto Adriana, cuéntame del International Writing Program (IWP). Antes de venir acá, no había escuchado nada acerca del mismo.
ABE: Hasta hace unos meses yo tampoco. En el 2013 conocí en un festival a Yassen Vassilev, un buen amigo de Bulgaria, que ante mi escepticismo me hablaba sobre residencias literarias, por las que había pasado y otras a las que planeaba aplicar, especialmente en Asia y Europa. En ese tiempo, la sola idea de que existan lugares u organizaciones que provean tiempo y espacio para crear, me sonaba a ficción, un sueño lejano. Llegué a saber del International Writing Program gracias a Internet y hoy te digo, con esa sensación que tenía cuando Yassen me hablaba de esto, pues sí, el IWP es algo así como un sueño, el sueño de una mujer llamada Hualing que junto a Paul Engle consiguieron hacer realidad; una residencia literaria que desde hace 51 años reúne a autores emergentes y establecidos de distintas partes del mundo en la Universidad de Iowa por 10 semanas. Este año somos 28, cuatro de habla hispana que también somos los únicos de este continente. Ojalá a futuro vengan más latinoamericanos, más gente de Ecuador. ¿Tú has tenido la oportunidad de participar en alguna residencia?
MMA: No me he animado a aplicar a una hasta el momento. Supongo que podría considerar el programa del MFA como una residencia extendida. Pero espero que obtener dicho título me abra las puertas a algunas residencias en las cuales me encantaría participar. Acá también se lleva mucho lo de los talleres y conferencias de revistas literarias los cuales son muy prestigiosos y competitivos, el de Tin House y Bread Loaf, por ejemplo. Cuéntame algo para cuando me toque aplicar a alguna residencia. Por los eventos que se compartían a través de las redes sociales, pude observar que durante el IWP mantuvieron una agenda apretada. ¿Tuviste realmente tiempo para escribir?
ABE: He escrito, sí, aunque no tanto como planeaba. Vine con un proyecto y me voy con otro. La agenda de actividades que tuvimos fue intensa y muy interesante, pero además el estar aquí es una oportunidad para conectar con otros autores y creo que ese ha sido principalmente el valor de la residencia. He conocido personas increíbles, en el programa y en general, en Iowa City. Ha sido muy interesante conocer su trabajo, colaborar en traducciones, compartir lecturas y conversaciones, reconocernos en el otro a pesar de nuestros distintos contextos, lenguajes, edades, creencias, etc. Algo en lo que más de uno ha coincidido es que de seguro la experiencia influirá en nuestro trabajo, independientemente del número de páginas escritas aquí. El proceso creativo es muy personal y en ese sentido, en el programa contamos con bastante libertad. ¿Cómo has sentido tu proceso de creación en esta ciudad hasta ahora?
MMA: Comparto tus impresiones. Siento que en Iowa estoy escribiendo menos que entre las montañas, allá en mi rincón sureño de Tennessee. Claro que hay una época de adaptación —recién llevo un par de meses por acá. Es un ritmo diferente. Hasta ahora mi escritura se había desarrollado en un espacio privado y aislado, lo cual me permitió generar mucho trabajo. Pero creo que también es importante compartir con otros autores y otras historias. Las oportunidades que tienes en este programa de aprender de escritores reconocidos son innegables. Una mañana cualquiera en Dey House puedes escuchar a Justin Torres compartir su propia experiencia de talleres en el Iowa Writer’s Workshop y un par de semanas después estás sentada en el suelo de la icónica librería Prairie Lights donde en un salón a reventar Valeria Luiselli te aconseja confiar en tu intuición —olvidarte de tener que justificar cada decisión en tu escritura. Ni qué decir de aprender sobre la no ficción creativa con el genial Charlie D’Ambrosio, escuchar la poesía de Jacqueline Goldberg y tus cuentos durante los eventos del IWP. Los almuerzos contigo en el Bread Garden. Por cierto, ¿vas a extrañar ese lugar?
ABE: No sé si extrañar sea el verbo indicado. Pero sí, encontrar sitios para comer, digamos que sano, en esta ciudad fue todo un proceso, y el Bread Garden salvó el día, más de una vez. Punto de encuentro obligado luego de los paneles de los viernes en el Iowa City Public Library.
MMA: El mejor soufflé de maíz que he probado en mucho tiempo. Que no se enteren en Guayaquil que he dicho eso.
ABE: Es lo más parecido a una humita que se puede encontrar por aquí. Y sí, más allá de eso, algo que con certeza puedo decir que extrañaré es salir a caminar y encontrar literatura hasta en las aceras. Nunca había estado en una ciudad que se siente tanto como una celebración de la palabra.
MMA: Me encanta que comentes eso. Por eso lo que dije antes, hay muchas oportunidades que aprovechar. Recae en mí el ser proactiva y buscar esos eventos y esos escritores con los que siento que me puedo identificar. Hay todo un universo literario más allá del salón de clases. Por cierto, voy a ver si me animo a participar en uno de los eventos de open mic. Ya te contaré. Adriana, ¿tienes algún consejo para autores latinoamericanos que estén pensando en aplicar a residencias de escritura acá en Estados Unidos?
ABE: Bueno, no soy muy amiga de los consejos realmente, pero creo que mantener una actitud respetuosa frente a la diversidad en todos los ámbitos y, por supuesto, el inglés ayuda bastante para aprovechar la experiencia. Y hablando del idioma, ¿qué tal cursar un MFA en español en Estados Unidos?
MMA: Pues es complicado realmente —más de lo que esperaba. Pensé que me encontraría con un proyecto donde se estuviera promoviendo la escritura en español en este país desde una perspectiva de autores que vivimos acá, pero que preferimos escribir en nuestro primer idioma. Sin embargo, la mayor parte de los estudiantes del programa y algunos de los profesores son internacionales. Por lo tanto, sus proyectos de escritura se orientan al ámbito de cada uno de sus países latinoamericanos (o España), no a la Latino Lit que es lo que a mí me interesa trabajar. Pensaba también que —por un par de entrevistas que leí en Internet— el programa de MFA en español integraba iniciativas de servicio a las comunidades hispanas locales. Lamentablemente no es así. Soy de la opinión de que aquellos que podemos acceder a espacios privilegiados como este, tenemos una responsabilidad con nuestra comunidad. De todas maneras, yo he continuado trabajando en mis propias iniciativas para apoyar a otros autores hispanos y editoriales independientes que escriben y publican en español dentro de Estados Unidos. Pero sí me parece una lástima que un programa de escritura creativa en español no aproveche su posición y recursos para diseñar actividades que promuevan la lectura —algo tan importante y necesario— en la población hispana de este país. Es interesante también que muchos de los conflictos que las personas “de color” enfrentan en los programas de escritura en inglés —relacionados al discurso del privilegio— son aspectos que me encontrado en este programa que es totalmente en español. Pensé que estaría exenta de eso al ingresar a un espacio que comparto con gente latinoamericana como yo. Quizás ahora me pienso más latina que latinoamericana, pero eso es otra historia. Queda para la próxima conversación. Adriana, ha sido un enorme gusto conversar contigo. Gracias por la amistad y la camaradería. ¿Qué te parece el próximo encuentro en Quito con un canelazo en La Ronda?
ABE: ¡De leyff!, como decimos en Quito. Gracias a ti por las palabras. Al parecer, Iowa te ha hecho cuestionarte ciertas cosas y eso suena ya como un buen camino. Aunque mi estancia fue breve, ha sido mucho lo recorrido, lo que me llevo de esta ciudad y lo que seguramente me faltó por explorar. Ya me contarás tú, que tendrás más tiempo.
Adriana Borja Enríquez (Quito) Estudios en Psicología clínica (PUCE) y Guión dramático (Cinemateca Nacional Ulises Estrella), ha laborado en el campo de Derechos Humanos desde 2014. Recibió el Premio Nacional de Relato Mentor Mera (Juegos Florales, Ambato, 2013), menciones en el Concurso Internacional de Poesía y Teatro Castello di Duino (Trieste, 2013 y 2017), entre otros reconocimientos. Publicaciones en las antologías: MicroQuito I (2010), Bajo las luces oscuras (2012), Ajeno amanecer (2013), Escenarios (2013), Il Futuro (2013), Nunca se sabe (2017), Generazioni (2017), Señorita Satán: nuevas narradoras ecuatorianas (2017), La estrategia del ciempiés (2018).
Melanie Márquez Adams (Guayaquil) Autora de la colección de cuentos Mariposas Negras (Eskeletra Editorial, Tercer lugar en los Premios North Texas Book Festival 2018) y editora de la antología Del sur al norte: Narrativa y poesía de autores andinos (Primer lugar en los International Latino Book Awards 2018). Actualmente cursa el Máster en Escritura Creativa en la Universidad de Iowa, donde ha recibido la beca Iowa Arts Fellowship.