Gabriel Payares (Londres, 1982) es escritor venezolano, licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela, Magíster en Literatura Latinoamericana por la Universidad Simón Bolívar (Venezuela) y Magíster en Escritura Creativa por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina). Ha recibido numerosos galardones nacionales como cuentista, entre los que destacan el Concurso para Obras de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores (2008), el concurso Anual de Cuentos del diario El Nacional (2011), el Premio Nacional de Literatura Rafael María Baralt (2013) y una Primera Mención en el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar (2014) otorgado en La Habana, Cuba. Sus textos figuran en distintas antologías nacionales y latinoamericanas y ha sido colaborador de medios impresos y digitales. Reside en Buenos Aires desde 2014.
BIBLIOGRAFÍA
– Cuando bajaron las aguas(Monte Ávila Editores, 2008)
– Hotel (Ediciones Puntocero, 2012)
– Lo irreparable(Ediciones Puntocero, 2016 / Ediciones Corregidor, 2017)
Háblame un poco de los últimos libros que has publicado.
En 2017 salió en Argentina mi más reciente libro de relatos, titulado Lo irreparable (Ediciones Corregidor). Para mí representó un cambio significativo del anterior, que era un libro de relatos lentos, reflexivos. Este nuevo conjunto es mucho más violento, más muscular y apuesta por dar voz en primera persona a una serie de personajes disímiles, en situaciones dolorosas. En líneas generales es un libro sobre el amor y sobre el paso del tiempo, sobre el talante irreparable de la realidad, que no nos deja nunca enmendar el pasado.
¿Qué blogs, revistas electrónicas u otros sitios en internet recomendarías para descubrir a autores noveles hispanohablantes?
Portales como Letralia (Venezuela) o Círculo de Poesía (México) a menudo dan cabida a voces jóvenes que reflejan la diversidad del continente.
¿Cuáles son tus referentes en la literatura iberoamericana?
Para mí han sido fundamentales las lecturas de Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti, Rubem Fonseca y Ednodio Quintero, cada uno a su manera y en diferentes etapas de mi formación como cuentista. También leo con mucho gusto a Enrique Vila-Matas, a Mario Bellatín, a Fernando Vallejo y a Pedro Juan Gutiérrez.
¿Qué otros autores y autoras han tenido influencia en tu obra?
La escuela norteamericana del cuento para mí fue una fuente de aprendizaje infinita. Hablo de Raymond Carver, J. D. Salinger, John Cheever y, claro, Ernest Hemingway. Pero siempre he querido escribir como J. M. Coetzee, Ian McEwan o Phillip Roth.
¿Qué nuevos escritores y nuevas escritoras hispanohablantes recomendarías?
Creo que Latinoamérica es uno de los nichos más fecundos de la literatura en lengua hispana en estos momentos. En lo personal, me gusta lo que hacen mis compatriotas Enza García, Gustavo Valle, Carolina Lozada y Sol Linares, así como de compañeros latinoamericanos como Katya Adaui (Perú) y Marcial Gala (Cuba). También valoro lo escrito por Hernán Ronsino y Ariel Urquiza, ambos de Argentina.
¿Qué autor (o autora) está subvalorado en tu país de origen?
En Venezuela hay una intensa tradición parricida en lo literario, contrapartida paradójica del personalismo que impera en lo político. No sé si subvalorado, pero sospecho que a Rómulo Gallegos se le lee menos y se le tiran más piedras de las que se debiera. Lo mismo ocurre con Arturo Úslar Pietri, supuesto epítome de todo lo aburrido de la literatura, a quien pocos leen a pesar de que sus ensayos sean simplemente geniales.
¿Y ahora qué autor (o autora) está totalmente sobrevalorado en tu país de origen?
Nunca entendí el fervor por la poesía de Gustavo Pereira. Sobre todo teniendo a un poeta enorme como Eugenio Montejo. Tal vez sea un asunto de identificaciones políticas.
¿Cuál ha sido tu peor (o mejor) borrachera en una feria del libro?
Como no sea de libros comprados en algún momento de feliz derroche del salario, no he tenido nunca una borrachera en una feria del libro. Trataré de ponerme al día en la de este año en Buenos Aires.
¿Qué serías si no fueras escritor (o escritora)?
Más feliz, supongo. Tiene que haber oficios menos angustiantes, con recompensas más tangibles e inmediatas.
¿Qué viene luego de Borges en tu biblioteca?
Mis libros de Borges se quedaron en Caracas, pero en Buenos Aires tengo un volumen enorme de sus cuentos completos que me obsequió un amigo argentino. Al lado tiene un libro de poemas de la venezolana Ida Gramcko. Están en el piso inferior de mi biblioteca, en donde tienen que ir los cimientos.
¿En qué estás trabajando ahora?
Estoy trabajando en un compendio de cuentos en el que estoy invirtiendo toda mi experiencia de extranjería. También en algunas crónicas/ensayos que aspiro poder convertir en un libro, y en otros proyectos que por cábala no puedo mencionar.
¿Cuál va a ser tu próxima lectura?
Medio sol amarillo de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adele y planeo empezar La herencia de la tribu de la venezolana Ana Teresa Torres.
Lee el relato “La pecera” acá.