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Detrás de página: Gabriel Trujillo Muñoz

      BIOGRAFÍA

       Gabriel Trujillo Muñoz (Mexicali, frontera norte mexicana, 1958). Es narrador, poeta y ensayista. Editor y profesor de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), periodista cultural e investigador de las artes fronterizas. Ha publicado decenas de obras en los géneros que le entusiasman: el policiaco, la fantasía, la ciencia ficción y la novela histórica en narrativa, además de que cultiva el aforismo, la poesía y el ensayo. Su obra ha sido publicada por editoriales como Feltrinelli en Italia, Unionsverlag en Alemania, Gallimard en Francia, Les Allusifs en Canadá, Norma en Colombia, Bellacqva en España, Planeta, Lectorum, Jus, Grandon House Mondadori y Lectores en México.

       BIBLIOGRAFÍA

        Novela:

        Mezquite Road (Planeta, 1995).

        Espantapájaros (Lectorum, 1999)

       Orescu (Times editores, 2000, segunda edición en Lectorum, 2017)

       El festín de los cuervos (Norma, 2002)

       La memoria de los muertos (Bellacqva, 2007)

      Transfiguraciones (Jus, 2008)

       Trenes perdidos en la niebla (Jus, 2010)

       Moriremos como soles (Random House Mondadori, 2011)

       Vecindad con el abismo (Lectorum, 2018)

       El hombre fuerte del circo (Secretaría de Cultura de Baja California, 2020)

       La frontera es un arma caliente (Suburbano ediciones, Miami, USA, 2021)

     Cuento

     Mercaderes (Norma, 2001)

     Trebejos (ICBC, 2003)

     Aires de verano en el parabrisas (ICBC, 2009)

    Pesca de altura (Cuentos entrelazados) (ICBC, 2014)

    Lontananzas (Nortestación, 2015)

    Lucky Strike (Artificios, 2016)

     Ensayo

     Los confines. Crónica de la ciencia ficción mexicana (Vid, 1999)

     Testigos de cargo. La literatura policiaca mexicana (Cecut, 2000)

      Lengua franca. De Frankenstein a Harry Potter (Lumen, 2000)

      Tan cerca de Hollywood (UABC, 2011)

      Cruzar, mudar, permanecer. La filosofía de la frontera y sus pensamientos nómadas (CECUT, 2012)

      Utopías y quimeras. Guía para viajeros por los territorios de la ciencia ficción (Jus, 2016)

       Nada es lo que parece. Ensayos y aforismos (UANL-UABC, 2018)

       Piedras al rojo vivo (UABC, 2020)

       Poesía:

       Percepciones (UABC, 1983)

       Tras el espejismo (ICBC, 1989)

       Atisbos (UNAM, 1991)

      A plena luz (fondo editorial Tierra adentro, 1992)

       Permanent Work (SDSU, USA, 1993)

       Rastrojo (UABC, 2001)

       Bordertown (Universidad de Salta, Argentina, 2004)

      Colindancias (ISC, 2006)

      Mutaciones y mudanzas (ICBC, 2007)

      Poemas civiles (Amargord, España, 2013)

      Periferia (Universidad Autónoma Metropolitana, 2016)

      Sin orden ni concierto (UABC, 2018)

 

        CUESTIONARIO

         Háblame un poco de los últimos libros que has publicado o traducido o antologado.

        Voy a empezar con esto último, los libros en que he sido antologador o coordinador con otros compañeros. Y para eso debo referirme a que he participado, desde hace cuatro décadas, en proyectos binacionales de tipo editorial: entre 1987 y 1996 trabajamos, Harry Polkinhorn y Rogelio Reye de la SDSU en California y yo de parte de la UABC, la Binational Press, una colección de libros dedicada a las artes de ambos lados de la línea internacional. Esta iniciativa transfronteriza la retomamos Edgar Cota-Torres de la Universidad de Colorado en Colorado Springs, José Salvador Ruiz del Imperial Valley College, Rafael Rodríguez de la editorial Artificios y yo en representación de la UABC, para crear en 2014 la colección New Borders/Nuevas fronteras, que sigue hasta nuestros días publicando libros antológicos de ensayos, entrevistas o textos de creación alrededor de la experiencia fronteriza.

        En cuanto a los libros que en los últimos tiempos he publicado señalo cuatro: Orescu, una trilogía de fantasía épica en un solo volumen, Shiashian o el circo macabro de Volcan City, un western sobrenatural, El hombre fuerte del circo, una novela histórica fronteriza que sucede en 1920 y la más reciente, La frontera es un arma caliente, que es una novela noir que también tiene como tema la ríspida convivencia entre México y los Estados Unidos en un pueblo fronterizo en medio del desierto. Me la ha publicado Suburbano Ediciones en Miami y eso me alienta a pensar que obtendrá nuevos lectores entre los aficionados a la narrativa criminal con una dosis de humor. Aquí lo vemos todo desde la perspectiva de Lázaro Duarte, un comandante de la policía estatal que debe aclimatarse a Los Algodones, un pequeño pueblo fronterizo lleno de secretos criminales y misterios letales, donde ha sido mandado de castigo y donde habrá de enfrentar desde balaceras hasta tráfico de personas, incluyendo asesinatos en una locación cinematográfica. Y deberá sobrevivir a semejantes desafíos con mucha astucia, pero sobre todo sabiendo que los peligros que lo acechan ocurren cuando la ley y el crimen vienen a ser lo mismo. La frontera es un arma caliente es una novela que disfruté mucho escribiéndola y espero que quienes la compren la disfruten de la misma manera.

     ¿Qué blogs, revistas electrónicas u otros sitios en internet recomendarías para descubrir a autores noveles hispanohablantes? 

       Tengo que advertir que mi nivel de comunicación es de señales de humo y palomas mensajeras. Bueno, ya en serio, recomiendo para la narrativa policiaca  el sitio www.solonovelanegra.es, para la narrativa de ciencia ficción el sitio www.comunidades.com.mx, y en cuanto a revistas electrónicas, sin duda www.casadel tiempo.uam.mx ofrece la oportunidad de leer una revista mexicana que no está metida en la disputa de los arcaicos bandos del poder cultural en nuestro país, sino que está abierta, como su nombre lo dice, a la literatura y las artes sin más interés que leer el mundo en sus distintas vertientes y rutas creativas.

       ¿Cuáles son tus referentes en la literatura iberoamericana o latinoamericana? 

       Yo veo a la literatura latinoamericana como un conglomerado de creadores que no se sienten identificados entre sí, que creen ser únicos, pero vistos desde la periferia, desde la frontera, hay mucho parecido entre ellos, con muchas ideas en común y, hay que decirlo, con muchos prejuicios semejantes sobre lo que es y no es literatura. Como lector, prefiero la libertad de otras literaturas, como la estadounidense, que se abren a todo sin poner aduanas de por medio, que ya aceptaron que el excepcionalismo norteamericano es un mito para consumo interno. Lo que me gusta de la literatura latinoamericana es que ya las jerarquías de antaño se han disuelto y ahora cada creador escribe desde su propia ubicación geográfica, estilística o temática sin que nadie lo detenga, sin que nadie le diga que eso no se hace. Por eso mis referentes son un poco paradójicos: me encanta los cuentos de Amado Nervo y los ensayos de Alfonso Reyes, la poesía de William Ospina y los aforismos de Antonio Porchia, la ciencia ficción de Angélica Gorodischer y el policiaco de Leonardo Padura, las novelas de Jorge Ibargüengoitia y las crónicas de Ricardo Garibay. Un batiburrillo que festejo en sus discrepancias y contradicciones. Un caldo espeso que disfruto en sus delicias literarias.

        ¿Qué otras autoras y/o autores han tenido influencia en tu obra? 

      Muchos autores. En la ciencia ficción, desde H. G. Wells hasta David Zindell, sin olvidar a Mary Shelley, Ray Bradbury, Stanislw Lem, Ursula K. Le Guin, John Brunner, Frank Herbert, Robert Silverberg, Brian Aldiss y J. G. Ballard.

    En la narrativa policíaca, Agatha Christie, Raymond Chandler, Ross Macdonald, Patricia Highsmith, Jim Thompson, Michaell Connelly, Rafael Bernal, Paco Ignacio Taibo II, Ian Rankin, Ricardo Piglia, Phillip Kerr, Petros Márkaris, Henning Mankell, Maj Sjöwall y Per Wahlöö.

      En la fantasía, los clásicos, como J. R. R. Tolkien, H. P. Lovecraft, Dino Buzzatti, Horacio Quiroga, Franz Kafka, Julian Gracq, Julio Cortázar, Italo Calvino y Mario Levrero. De los contemporáneos, George R. R. Martin, Joe Abercrombie, Luis Britto García, Andrzej Sapkowski, Michael J. Sullivan y Olga Tokarczuk.

       Las influencias nunca se terminan: sólo se acumulan en uno.

       ¿Qué nuevas escritoras y/o nuevos escritores hispanohablantes recomendarías?

    Bueno, en narrativa recomiendo al escritor argentino Pablo Baler y su novela Chabrancán, una historia apocalíptica en tono barroco y llena de guiños al lector; al escritor transfronterizo José Salvador Ruiz y su libro de cuentos Aqueberro, un acercamiento al policiaco bajo la mirada fraterna de los hermanos Almada y con música de fondo de los Cadetes de Linares; y a la novelista Silvia Molina García, una compatriota que ahora vive en Canadá, y su novela Gótico, que es una relectura de las historias de terror en clave mexicana. Estos tres autores han encontrado su camino y su forma de presentarnos la realidad, de hacerla suya para que sepamos en qué mundo vivimos, a qué clase de tiempo maldito pertenecemos.

       ¿Qué autora y/o autora está subvalorado en tu país de origen?

      Más que dar el nombre de un autor o autora subvalorado, daría el nombre de gremios: los escritores y escritoras de ciencia ficción y de policiaco en mi país, que representan géneros que tienen muchísimos lectores y sin embargo, desde la visión jerárquica de nuestras élites intelectuales y nuestros críticos literarios, son vistos como literatura de segunda, como simple y vulgar entretenimiento, cuando en realidad son los géneros, junto con la fantasía y el terror, que están dejando huella en este siglo nuestro, que se están moviendo en todas direcciones, abriéndose paso por su cuenta y riesgo.

       ¿Y ahora qué autora o autor está totalmente sobrevalorado en tu país de origen?

       Todos los que creen que la literatura es una competencia, un concurso, un camino a la fama y al éxito, cuando en realidad es una necesidad existencial, una conmoción anímica, una forma de decir lo que eres, cuáles son tus convicciones, de dónde viene tu visión del mundo. Todos los que miran a sus colegas desde el trono de sus ambiciones me dejan la sensación de que no se divierten escribiendo, de que no disfrutan jugando con su propia imaginación, compartiendo sus hallazgos. Para mí no hay autores mayores y menores. Solo hay autores que dialogan contigo o que monologan a su gusto. Me interesan los que saben que no lo saben todo. Me siento en familia con los que tienen más preguntas que certezas en su haber, con los marginados que cuentan historias maravillosas por terribles que sean, que se carcajean de la realidad por sus absurdos, que la critican por lo que duele y enseña. No creo en la literatura con mayúsculas, como si fuera un dogma de fe. Creo, eso sí, en la literatura como vida en movimiento, como luz para no perdernos en medio de las tinieblas, como ágora para discutir, cuantas veces sea necesario, el mundo y sus infiernos, el placer y sus remansos, el poder y sus furias.

       ¿Cuál ha sido tu peor (¿o mejor?) borrachera en una feria del libro? 

      Empezó en el bar al interior del centro de convenciones, en plena Feria del Libro de Guadalajara, hace muchas décadas. En mi borrosa memoria creo que la auspiciaron Vicente Quirarte y Jorge Esquinca, pero no lo aseguro. Éramos muchos escritores y escritoras en plan de pasarla bien. Fue una tarde que se extendió hasta que aterrizamos, ya de noche, en un antro en el centro de la ciudad, donde el tequila figuraba como el rey de la fiesta. Fue la mejor borrachera mientras duró y la peor en su resaca al día siguiente. Desde entonces solo bebo, y muy muy de vez en cuando, cerveza o vodka. La verdad es que no soy afín al desarreglo total de los sentidos, sino que me decanto más por la claridad, la lucidez, el jolgorio a paso mesurado.

        ¿Qué serías si no fueras escritor o escritora?

       Médico cirujano y partero, que es mi profesión. Tengo título y ejercí la medicina por unos cuantos años. Pero mi vocación era la escritura y cuando entendí que sólo me quedaba comprometerme con ella seguí mi camino, me hice lo que soy ahora. Un curandero a través de la palabra. Un sanador de los males del mundo por medio de la escritura creativa.

        ¿Qué viene luego de Borges en tu biblioteca?

       Viene mucha poesía. Yo empecé publicando como poeta y sólo de la última década del siglo XX en adelante me puse a explorar la narrativa. Soy lector de Pablo Neruda, Alejandra Pizarnik, José Emilio Pacheco, Paul Celan, Fernando Pessoa, Antonio Gamoneda, William Carlos Williams, Raúl Zurita y tantos otros. Mi biblioteca es el caos en persona. Está llena de libros sobre cuestiones regionales, fronterizas, del norte mexicano, que me sirven a la hora de hacer mis investigaciones o mis novelas. Y en ella también abundan los libros de historia, de crítica literaria, de cine y música. Aunque he leído mucha narrativa del continente europeo, soy más lector de autores de lengua inglesa. Desde Charles Dickens a Lee Murray, pasando por Herman Melville, Thomas Hardy, Virginia Woolf, William Golding, Susan Sontag, John Berger y Margaret Atwood.

       ¿En qué estás trabajando ahora?

       Este año termino algunos proyectos que por largo tiempo tenía en pausa: una novela de fantasía épica y una novela de ciencia ficción de una comunidad que sobrevive al fin del mundo. Lo que estoy haciendo ahora mismo es revisar una novela histórica que sucede en 1781, que trata de una rebelión indígena contra el imperio español a la orilla del río Colorado. Como dicen en las películas y series de televisión: está basada en hechos reales. Y la espero ver publicada el próximo año.

       ¿Cuál va a ser tu próxima lectura?

       Estoy por empezar 1793, la novela de Niklas Natt Och Dag, que es un noir ubicado en la Suecia del siglo XVIII. Tengo pendiente La llama inmortal de Stephen Crane de Paul Auster. Una biografía mayúscula sobre este autor estadunidense que solo vivió 29 años. A mí siempre me han encantado las biografías de creadores de todas las disciplinas artísticas. Y los libros que cuentan desastres, ya sean de origen natural o humano. Me interesa comprender cómo una cadena de decisiones o de hechos, cada uno de los cuales no es riesgoso por sí mismo, ya unidos provocan una catástrofe ineludible, una mortandad que fácilmente pudo evitarse. En cierta manera, estos desastres pintan a la humanidad en sus cegueras tantas veces repetidas y en su solidaridad ciertamente asombrosa frente a las tragedias que nosotros mismos creamos. Percibo que nuestra era es trágica en todos sentidos. Y a la vez está llena de promesas por cumplir, de esperanzas por llevar a cabo.

 

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