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Conversando con Eduardo Laporte

laporteEduardo Laporte es un joven escritor español, inquieto, inteligente y culto, que ha escrito una interesante crónica sobre su viaje a Cuba. Con motivo de los cincuenta años de la Revolución, decidió cargar una mochila, ir de peregrino y luego escribir sus impresiones en Habana 2009. Eduardo quería formarse una idea de lo que allí sucedía de primera mano y conversó con diferentes personajes que parecen de ficción. Desde Yoani Sánchez hasta el mesero del bar El Prado, su paso por las calles de La Habana nos deja una postal de la Cuba del siglo XXI. Leímos el libro y quisimos conversar con él para que nos cuente sus impresiones.

Estuve leyendo tu libro y me interesó mucho, porque como tú sabes, el tema de Cuba en Miami forma parte de la vida cotidiana, no solo en la política sino en la vida diaria, en los cafés, en el arte, en la literatura, en la calle. ¿Por qué usaste el formato de crónica viajera y no de novela, donde puedas extenderte más creativamente en el sentido de no ir tan pegado a la realidad, sino filtrar a través de un personaje reflexiones más intensas y menos controversiales? Porque te noto un poco decepcionado al final…

Tenía curiosidad por conocer ese mundo, que es un poco lo contrario a lo que yo he vivido en Pamplona, Navarra al norte de España: gente muy seria, muy tímida, muy cerrada. Luego, lo que cuento en el prólogo sobre la chica que conocí y que me hizo ver que hay una realidad más dura, donde no todo es salsa, bailes y mojitos (que era lo que yo pensaba con mis ingenuos veinte años). Entonces me dije: “cuando tenga oportunidad, me gustaría ir allí y conocer de primera mano lo que pasa. Luego, por meterme en una dictadura peculiar como la de Castro. Quería ser un turista de la historia y aproveché el aniversario de los cincuenta años de la Revolución: me pareció una buena excusa.

Y como yo creo que fue una época en la historia, como fue la Revolución Rusa, me apetecía estar presente como en la película El hombre que estaba allí, que es de quien me inspiro. Eso se llama periodismo literario.

¿Y te encontraste con muchos mitos? Por ejemplo, el mito de que los mejores médicos están en Cuba. Trabajé revisando los syllabus de los médicos cubanos, y entre las clases de marxismo-leninismo y de inglés, se pasan los ciclos de estudios; al final reciben un título con poco más de tres años. Sin mencionar que por el tema del bloqueo no tienen la tecnología adecuada en medicina.

Son mitos que en España se han definido mucho, es difícil encontrar opiniones neutrales.

Escogiste este género porque te interesó, y lo haces bien. ¿Fue exactamente como ocurrió? ¿Es como un diario?

Me ha interesado la literatura autobiográfica y la crónica periodística. Eso lo mezclo con experiencias más personales e íntimas, como un autor español que es muy conocido, Pedro Pablo Gutiérrez, que tiene mucho éxito en España. Lo publican en Anagrama pero en Cuba no lo conoce nadie. Además, en quince días no te puedes inventar una novela. Para escribir una ficción tienes que tener muchas más vivencias, por eso escogí el periodismo literario.

¿Qué opinas de Yoani Sánchez? 

Yo fui camino a Cuba hacerme una opinión política (a lo mejor vuelvo y soy el más comunista del mundo o al revés) y regresé con una más afín a los críticos y creé una opinión más crítica, un poco desencantado. Si dices ahora que eres amigo de Yoani Sánchez, te tratan en España como si fueras Aznar o Bush. Dicen: “ahora se hizo amigo de esta gente” y te miran mal. En lo personal no tengo queja de ella: me trató bien, me concedió una entrevista y la vi sinceramente comprometida para ayudar al país, que significa ir hacia una transición política hacia un régimen democrático. Si está sobrevalorada pues no sé: al final es la única que está haciendo algo por salir de esa inercia un tanto pasiva de Cuba, donde los jóvenes están conformes con su statu quo y están como dormidos, sacan su dinerillo y con su cajita de ron van tirando. Es una sociedad que no quiere transformarse. Con Yoani la cosa es distinta: arriesgó su vida, la de su hijo, la de su marido, y eso para mí es digno de elogio, como las Damas de Blanco.

¿Tú crees que ha puesto en riesgo su vida? ¿En serio? ¿O es exagerado, o lo que hace es victimizarse?

Algunos se victimizan para figurar, sí. Yoani dice que una vez la sacaron de un coche con violencia, y se asustó mucho. Tampoco el régimen cubano es como el franquista, donde a los comunistas se les fusilaba. Allí a la oposición se le mete en la cárcel y las cárceles de Cuba no son el hotel Ritz. Toda disidencia es digna de admirar; si está sobrevalorada no sabría decirte: a mí me parece una heroína, es muy activa, con su blog lleva como seis años.

Al final de tu libro escribes una frase muy bonita: “Seguiré viviendo en Europa pero con una parte del mundo incrustada en mi conciencia”. ¿Cómo te ha cambiado esa experiencia?

En un viaje incorporas a tu alma el contacto con la gente, los sabores, la fruta tropical, los desayunos, los olores, y te cambia. Esa es la diferencia entre el turista y el viajero. El turista va a Varadero a tomarse piñas coladas, y el viajero con vocación de viajero quiere estar abierto a otro tipo de experiencias.

Y también pones: “Llego a España con pocas ganas, esperaba otra cosa”. Hay una canción de Sabina y Milanés, Postales de La Habana, que dice: “y en vez de las respuestas que aguardaba, un ciclón de preguntas me esperaba”. ¿Te pasó igual?

Lo interesante de la vida son los matices y las zonas grises. En Cuba encontré cosas interesantes que no pasan en España. A mí no me parece que la vida occidental estándar sea un modelo del que podamos presumir. Obviamente uno tiene las libertades, pero estamos esclavizados, sometidos a la tiranía del bienestar. Tienes que trabajar nueve horas, obstáculos, guarderías, amenaza de seguridad, desahucios. Yo trabajo como puedo, vivo con cierta austeridad porque no quiero entrar a la rueda del capitalismo salvaje. Sin embargo, un camarero en La Habana decía que trabajaba dos días y descansaba dos, y él estaba encantado. Otro camarero, del bar el Prado, siempre estaba de buen humor, trabajaba mucho y descansaba mucho. Creo que hay que salirse de la rueda

¿Regresaste decepcionado?

¿Decepcionado con Cuba o España?

No sé, tú dime.

Con la sensación de que no existe un política social ideal. En España, en todo el 2009 estábamos con la matraca, la crisis, hipotecas, el paro… No hay un mundo perfecto, tenemos que lidiar con lo que tenemos en nuestras pequeñas parcelas de libertad. El objetivo de cada uno que defiende Manuel Chávez González.

¿Piensas hacer otro trabajo similar?

El mundo marroquí me interesa, pero no lo conozco y me apetece algo exótico, pero también me apetece Portugal, que es un vecino discreto. ¿Leíste Viaje a Portugal de José Saramago? Me gustaría hacer algo así, pero más cortito. Por ahora estoy escribiendo una novela, trata de una mujer con problemas.

¿Una mujer con problemas? Qué raro, qué original (risas).

Me interesa la mujer como tema literario y estoy haciendo un esfuerzo por meterme en la cabeza de esta mujer, hablar en la voz de una mujer. Es un monólogo.

Un poco escarbando en su cerebro

Ese es el reto: hacer algo que esté un poco por encima de tus posibilidades, no mucho porque fracasas. A mí siempre me han dicho que la complejidad de la mujer está sobrevalorada (risas).

Esperamos tu próximo proyecto. Gracias por la entrevista.

Gracias a ti.

Para leer el libro Habana 2009 de Eduardo Laporte:

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