Por Mario Reggiardo
En un mundo perfecto los Echo & The Bunnymen serían más populares como bandas de estadio que The Cure o U2. Pero estamos ante la vieja historia de que no siempre los mejores son muy conocidos. Uno de estos casos es el de los EATB, cuya música tiene un efecto demasiado intenso en los que escuchan sus discos. Esa sensibilidad empezó a formarse cuando en los 70s los adolescentes británicos crecieron escuchando primero a Bowie y luego a Sex Pistols. Muchos de esos jóvenes formaron las bandas que luego le limarían las puntas al punk, crearían el new wave e incluso jugarían sin complejos con las reglas del pop. La banda de Liverpool fue tal vez la más refinada de esa generación.
“Ocean Rain”, su cuarto disco, fue el pico creativo y comercial de los EATB en 1984. Un álbum épico con una sinfónica que acompañaba delicadamente las canciones más soberbias del post-punk británico. The killing moon quedó como el hit para los estudiantes universitarios, artistas y corazones sensibles, generando fanáticos en todo el mundo. Pero desde fines de los 80s saldrían muchas bandas con propuestas nuevas como el acid house, el grunge, el trip-hop, el shoegaze y otros géneros que desviaron por un buen tiempo la atención de los melómanos. Muy rápido el mundo se olvidó de EATB. La banda de Ian McCulloc tuvo que esperar hasta los 2000s para que nuevas generaciones los descubran y retome su posición como una banda de culto esencial.
Cuando sacaron “Cocodriles”, su primer álbum en 1980, EATB tenía un sonido acelerado pero melódico, junto a un pelotón de avanzada donde también estaban Wire, Gang of Four, The Undertones, The Fall y Magazine. Solo un año después, con “Heaven up Here”, los EATB pusieron el listón más alto que el resto de sus contemporáneos. Para ello empezaron encerrándose al final del invierno de 1981 en los estudios Rockfield, en Gales, bajo la férrea dirección de su guitarrista, Will Sergeant. En HUH las canciones se ponen más evocadoras, los cantos de McCulloch se dramatizan, se radicaliza la psicodelia a lo Doors, aumentan los medios tiempos y las atmósferas misteriosas como ceremonias tocadas en cuevas oscuras. McCulloch tenía en la cabeza a los Velvet Underground para ese momento. Pero el mar y los paisajes desolados de Gales terminaron profundizando las características de este disco algo lóbrego pero muy seductor.
Sergeant es para mí el guitarrista más bravo de los 80s, más que Jhonny Marr. Mucho más. Sin embargo, una parte esencial del sonido de HUH fue el groove dark generado por el bajo de Les Pattinson y la percusión de Pete de Freitas. Los remolinos generados por esa base rítmica opacan a Sergeant, quien en este álbum solo tuvo que añadir unos cuantos riffs que cada cierto tiempo revientan creando un lugar cubierto de bruma. HUH tiene además algunos cortes experimentales que se pasean por ritmos tribales y entornos góticos. No es un disco fácil. Las tres primeras canciones son tensas y algo lentas. Hasta que aparece A Promise, una bomba de pop tenebroso con un dramático coro en el que McCulloch reprocha una deslealtad y que para varios es nuestro himno personal. Llevo años escuchando este track sin que me aburra un segundo y más bien me sigue emocionando y me hace cantar en un escenario imaginario.
El crítico Simon Reynolds compara esta placa con el “Closer” de Joy Division. Ambos discos tratan de hipocresía, desconfianza y traición. La diferencia entre ambos está en que mientras “Closer” es el presagio de la derrota personal de Ian Curtis, quien terminaría suicidándose poco antes de lanzarse el álbum, HUH es un disco sombrío del que finalmente los EATB salen arrogantes.
La portada del disco es icónica. Una foto de la banda en una playa del sur de Gales, en un día muy nublado, con el cielo azul oscuro y un pálido sol en el horizonte cerca del crepúsculo. Tomada en un descanso de la grabación del álbum, solo se distinguen en negro las siluetas de los 4 miembros, con ropas dark-wave y largos peinados que en su momento fueron lo más cool del mundo. Era sin duda la mejor banda de Inglaterra para 1981. El éxito aparecía promisorio. HUH llegó al puesto 10 de las listas británicas, ingresó al 184 del Bilboard 200 en los Estados Unidos y fue elegido como disco del año por New Musical Express. Igual ocurre en el resto de Europa. Pero tal vez el mundo no estaba preparado en ese momento para explotar comercialmente el lado emo de los adolescentes y millones en el mundo se privaron de cantar a todo pulmón But something will change / you promised / a promise. No están mal, pero tuvimos que contentarnos con “Boys don´t cry” y “With or without you”.
httpv://www.youtube.com/watch?v=51ykUl43k4I