Una vez apareció en la revista de un poeta des
conocido,
que se llamaba como él,
un poema mío cuyos recursos
excedían lo aceptado
por la vanguardia de moda.
Nadie lo leyó,
pero en las redes sociales los comentarios
me aniquilaron, el poeta des
conocido
cuya revista
se llamaba como él
selló los comentarios con un
¡Qué buen borrador
del siglo pasado! firmando
bajo seudónimo.
Para salvar o rescatar mi
insalvable poca y pésima
reputación
tuve que decir en mis redes sociales
(en publicación (justo es aclarar) etílicamente creada) que todo había sido
intencional y que la revista y el poeta
eran otro yo.
A los pocos días, periódicos, revistas y otros expertos en temas poéticos;
encumbraban al poeta
ex
des
conocido
—cuya revista se llamaba
como mi otro yo—,
en la cima de la nueva poesía:
Abvanguardia.
La revista cambió de nombre a
«Seudónimo». Yo
cerré mis redes sociales
y abrí otro cuaderno y otra
cerveza.
Ilustración: Svetlana Bobrova.