Bernabé Aráoz es un héroe sin rostro. Durante su vida nadie le tomó una fotografía ni lo pintó. El retrato de Honorio Mossi fue realizado casi cien años después de la muerte de Bernabé. La imagen de Mossi es una invención posterior.
No conocemos su cara. A partir de esta ausencia, pensé que lo mejor sería convocar a artistas para que cada uno pinte su Bernabé Aráoz. ¿Qué pensamos ante el rostro de un Bernabé mulato o negro? ¿Acaso despierta nuestros prejuicios racistas? Creo que un héroe negro provoca cierto rechazo en un sector de la sociedad. ¿Puede provocar un cambio hacia la tolerancia pensar en un héroe que no cumple con el estereotipo del blanco occidental?
Por otro lado, aparece aquí una cuestión central. ¿Qué idea tenemos de un héroe del siglo XIX? ¿Qué ocurre si ese héroe no tiene rostro? Vivimos en una sociedad atrapada en la lógica de las imágenes. Si Bernabé no tiene rostro, ¿cómo hacemos para pensarlo como héroe? También podríamos crear un héroe con rostros múltiples, es decir, que cada ciudadano pueda imaginarse el rostro de Bernabé Aráoz.
La estudiosa Laura Malosetti Costa sostiene que no se puede construir un héroe sin retrato. Nuestra película “Soy Bernabé Aráoz” plantea cuatro imágenes posibles. Hugo Bellagamba pintó un Bernabé oveja que lucha eternamente con el “lobo” López. Si seguimos la idea del General Paz, se trataría de una oveja mansa, racional, incluso fría (frío lo llamó Lizondo Borda). Alejandro Contreras Moiraghi imaginó una escena en la que dialogan varios personajes en bicicleta y discuten sobre un líder popular. Leandro Herrera lo pintó mulato. Pablo Ivan Ríos proyectó un Bernabé como un Stormtrooper, un guerrero de Star Wars. ¿Podríamos desear que en el futuro no haya guerras y que el lobo López lo dejara vivir?
Bernabé fue un caudillo manso, sin crueldad. ¿Cómo imaginarán las generaciones siguientes al prócer Bernabé Aráoz? No dejemos la tradición a los tradicionalistas, propuso Pier Paola Pasolini. La tradición, como tantas cosas, no surge de la creencia en un pasado congelado, solemne; la tradición es un asunto del futuro.