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Bajo los demonios de Mario Morenza

Mario - Venezuela copy

Mario Morenza es un escritor venezolano joven y prometedor. Más que prometedor, ya es un hacedor. Los cuentos o novelas cortas de Mario están hechos para que el lector siga viviendo a través de ellos o dentro de ellos. De sus cuentos hay dos que me gustan mucho, “Demonios del backyard” y “Antes que el muro se desplome.” Estos textos se presentan con títulos que ante todo definen un lugar. Tuve la oportunidad de entrevistar a Mario acerca de este tema, y al respecto él se describe como “ultralocal,” encontrando mucha tela de donde cortar en las veredas, el parque, el jardín; todos aquellos terrenos adyacentes al famoso Bloque 4 de la urbanización Chalbaud, en Coche, Caracas. Y si no es el Bloque 4, entonces es la propia Caracas, la ciudad que según Mario es a su vez un libro hostil, caótico y barroco. Así, Mario toma el libro que tiene enfrente y le da un toque personal, lo pone a vivir y lo vuelve a ubicar dentro del caos del ambiente capitalino. Mario Morenza es un hacedor de historias dentro de la ciudad que lo hace a él, como escritor y como persona.

En “Antes que el muro se desplome” (de La senda de los diálogos perdidos, 2008) la historia se mueve por una suerte de encuentros en la memoria, o por una conversación del narrador con su propia nostalgia. De allí que las imágenes se antepongan y se vayan construyendo por pedazos, o retazos. El lector, que debe ser activo, tiene la tarea de pegar o coser estas partes para terminar haciendo, junto al narrador y a Mario, la historia inconclusa. La ciudad, sin embargo, es lo que no solo mantiene vivo el relato, sino lo que le da el aire que respira el narrador y por el cual recuerda a aquel amor persa que tanto rememora y contempla en una pared. El muro, que técnicamente no le pertenece al narrador pues es parte de un edificio de la ciudad, es lo único que le queda de la preciosa Saza y es lo que añora sin siquiera haber desaparecido. Por eso debe repetir el retrato para que perdure y siga alimentando su nostalgia. Se reitera entonces lo que apunta Mario en la entrevista que le hice, “Nuestros edificios tienen criterio narrativo. Cada uno es una letra. Cada puente, un paréntesis. Cada semáforo, una coma. Los motorizados serían los errores de imprenta.” Los edificios de Caracas, por lo menos en la primera fase creativa de Mario a la que pertenecen los cuentos de los que hablo, se convierten en fuentes de ideas para que la creatividad y técnica de Mario Morenza tomen cuerpo y les sean regaladas al público.

“Demonios del backyard” (de Pasillos de mi memoria ajena, 2008) supone más allá de una pared, un mundo concentrado en un lugar cerrado, abierto de una forma al ser un patio, pero cerrado al pertenecer no solo a los dueños de la casa sino a los protagonistas. Dentro de dicho lugar, no obstante, los tiempos se entremezclan en la fina narración de Mario Morenza. Hay un periodo de retrospección a las buenas épocas, al disfrute juvenil, a la madurez pronta y obligada. Esto se enlaza con un presente cargado de rencor, de malas decisiones, de finales fatales. La memoria es clave para el desarrollo de la historia; el narrador mismo se critica al decir “Parezco un reportero meticuloso que recolecta detalles” (Morenza 10). La recolección y reconstrucción de los hechos es lo que le da forma a la historia, y lo que hace que el lector ate cabos y entienda el argumento. Mas sin embargo, la memoria no sería el eje de la historia si no existiera el lugar, la casa, el patio; pues es allí donde comienza todo y donde fatídicamente culmina. Cuando coversé con Mario me comentó que los protagonistas de “Demonios del backyard” tenían un fin, “exterminarse,” y con éxito lo logran, cerrando el pacto que según el autor habían realizado mucho antes: de la entrevista: “Demonios del backyard” es la historia de dos seres que pactan su destrucción. Caen en esa trampa de la naturaleza a la que llamamos idilio, o enamoramiento, según la teoría de Guy de Maupassant. Se reproducen y luego van a lo que tenían en mente desde sus viajes a Cima Mar: exterminarse: ellos son los demonios.” Encontramos en “Demonios del backyard” como en “Antes que el muro se desplome,” un proceso de introspección por el que pasan ambos narradores, ambas voces. Es decir, no hay una simple descripción de hechos que el lector debe seguir, sino que por el contrario, existe una profunda ilación que se sostiene sobre recuerdos y experiencias, sobre memoria y nostalgia.

Los textos de Mario Morenza no son cuentos hechos para ser olvidados, no son escuetos, ni sencillos, ni vanos. Los relatos de este autor venezolano son agudos e intensos y tienen algo qué decir de la naturaleza humana, de las relaciones de pasión, idilios y reconcomios, de la ciudad, el caos, la delincuencia, el estrés, la vida en pleno. Hay mucho más que esperar de Mario, tiene mucho que contar. Mario Morenza es escritor tiempo completo y además es profesor universitario por lo que le pregunté cómo maneja las figuras del Mario creador y el Mario profesor cuando estas se encuentran en el mismo salón. A esto me respondió:

“pienso que uno debería combinar vida, lectura y escritura. En el orden que sea. Puede ser cualquiera de estas fórmulas:

La fórmula Borges: Lectura + Escritura + Vida

O la fórmula Pavese: Escritura + Lectura + Vida

O la fórmula Hemingway: Vida + Escritura + Lectura”

Sigamos, pues, el consejo de Morenza y vivamos bajo la premisa de una de estas fórmulas.

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