Search
Close this search box.

Anarquía y Amistad. Un diálogo con Fernando Floxon

Fernando Floxon, el ente detrás del laboratorio alucinatorio del ruido. Desarrolló al lado del músico Alejandro Torres, el dúo transgeneracional de Techno Punk electrónico Travesti, estolón de la oscuridad subterránea de Burzaco, Buenos Aires, además de darle voz y electricidad a proyectos como Ámbar, Las Uvas Estroboscópicas y Pensamento pedagógico da Confederação Nacional da Indústria. Potencializa el caudal de sus ideologías a un sistema críptico de beats y signos cinematográficos que debe obrar eficazmente y como por sortilegio a través del punk, el techno y la música country.

Travesti fue un proyecto que surgió de la necesidad de resarcirse, de recuperar los cuerpos, los clubes, la calle, la ciudad, la noche, ese estado privilegiado de indecencia. El instinto de la noche obra en el ánimo del dúo como un don revelador que le sirvió para sumergirse, en contacto vivo con el mundo sonoro, en una participación simbólica de la sexualidad. Con Suicidio Latino (2013), descubrió las relaciones y las correspondencias de los cuerpos.

      En 1998 comienzas a trabajar con electrónicas arcaicas y con ideas antagónicas al panorama mainstream y underground de la música rock en Buenos Aires, Argentina. ¿Cuál fue la motivación para Travesti; qué leías y qué escuchabas en la década de los 90?

Bueno, en junio de 1990 tenía quince años, adolescente en suburbia, hermano mayor, años formativos, ya obsesionado con música, libros y transmisiones clandestinas de radio.  Ya tocaba, ya quería hacer discos, de hecho, ya había hecho una grabación casera con un método en cassettes doblados de una banda imaginaria, Los Xicopatas, discos y todo tipo de media que aún hoy utilizo porque son fruta fresca, GBH, The Exploited, Miguel Bosé y las cosas de Almodóvar. Tenía fascinación por todo lo que tenga que ver con lo oculto; las discotecas del sur del Gran Buenos Aires, mi entorno, ya estaban con el Acid House, Ministry, Front 242, The Power of Lard, Pérez Prado, La Polla Records, Jesus and Mary Chain, Magazine, Crass, Colegio industrial, zona Barracas, luego escuela de educación media, cuadrante municipal.

De niño siempre me atrajeron los misterios, la historia, nuestra historia; de ellos aprendo, investigo y me educo constantemente. Ya la presencia de W. S. Burroughs junto a otros decadentes románticos; una noche escuché el disco de la banana y eso fue fundamental, definitorio. Conocí a Mundo con Wire, AC Marias y Recóndito Koturni; también apareció Fripp que trajo a The Orb, todo muy punk, suburbia surreal, underground profundo, también a su modo, fashion.

En lo personal disfruto de todo tipo de música y desde niño me interesa saber quién la interpreta, quien la produce, y con los años quién la edita.

Para 1997 pasaban muchas cosas… Ya era autodidacta, ya había elegido el camino, y se puso más contemporáneo todo, se había acabado el punk rock, fui expulsado…; tenía archivado de la década anterior un regalo que mi tío querido me había traído de EE. UU., un microcomposer de Roland, al que no pude sacarle mucho provecho en ese momento, salvo alguna secuencia,  pero que ya estéticamente estaba marcando algo que iba a ser inevitable, una música techno, pero cruda, underground, propia de su entorno, hecha con desechos, creando una moda propia: TRAVESTI.

      El nombre de Travesti es quizá mi favorito de todas las bandas que escucho actualmente. Háblame de su gestación y concepto.

Un amigo me cuenta que un amigo de él tenía una caja de ritmos, y ese era Alejandro Torres. Fue en el 98, en ese momento no había ningún otro grupo que tocara de la manera en que nosotros tocábamos –un dúo punk–; estaban El Signo, Los hijos de Pinky, que tocaban techno pero no eran punk, y si los había, eran más pop. Pero no tengo mucha data, eran años inciertos, como los de ahora, pero menos karaoke; la música que daban los medios era insípida, como la de ahora. Definitivamente detestábamos casi toda la oferta cultural de finales de los 90.

Cerramos esa década con un EP de cuatro temas y un show.

No tocábamos para los amigos, se iban, hicimos nuestro propio circuito; con los años empezaron a venir, después sacaban fotos y entraban gratis, después dejaron de venir, armaron sus propias bandas, y así.

Creo que nunca fuimos complacientes con nosotros; dos personas diferentes, en conflicto creativo. Alejandro tenía el ritmo, yo tenía el ruido y las palabras, dualidad; me refiero a que el sistema nervioso estaba siendo ejecutado como un instrumento, un autoexamen, primero privado, luego en público, estado alterado de la realidad por medio de la música, el sonido y otros ingredientes, éramos parte de esa experiencia. Por momentos, una especie de mística, de rito, algo a exorcizar con todos los que estaban allí en esa noche de gigs; hicimos muchos, y muy elevators. La experiencia es total.

Travesti: laboratorio alucinatorio.

      Fueron el dúo predilecto de la vedette Moria Casán –quien afirma que su madre es el primer travesti argentino–; han alternado con ella e incluso posó para la portada de uno de sus discos. ¿Cómo sucedió esto?

Magia con Sofía Gala.

     Has argumentado que: “Travesti es tradición y antitradición, el grupo inteligente, sexy y transgresor de hoy que goza con un envejecimiento envidiable”. Fuera de todo esto, ¿qué fue Travesti y qué fue de Travesti?

Travesti fue un vehículo de ideas y música que despertó amor y odio en igual medida. Me han dicho desde: “te odio, Travesti!”, hasta el recibir un email con mucho amor de una persona de otro país, contándome que una canción como “El Rumbo del Brujo” la había inspirado para tomar la decisión de cambiarse de sexo, o alguno pidiéndome trabajo para la comunidad trans; también he conocido a muchísima gente y muchos lugares. Todo esto no hubiera ocurrido si no hubiese sido parte de Travesti; pero también soy el que provoca el cambio constante, me interesa ser experimental, más que hacer música experimental.

Travesti no era funcional a nada; sólo al carácter bello destructivo de su propia técnica, y creo que eso generaba una apropiación en el público, se podían identificar, sentir que les gustaba algo que no le gustaba a nadie. Uno de los méritos que valoro en estos tiempos latinos es que Travesti nunca fue un proyecto ni nacional ni popular; en todo caso fue celebrity federal total de metal.

Quedó pendiente conocer mucho más nuestro continente, y me hubiera encantado hacer algunas colaboraciones, una con Alaska, la otra con Saúl Hernández.

Personalmente sigo pensando que lo que hicimos envejece con vigor, me da el espacio para dedicarme a esta nueva faceta… Más Cassavetes, pero con sonido.

      ¿Cómo fue ser firmados por Bultaco Records –el sello discográfico de Babasónicos–? ¿Cómo se dio la conexión para este sacerdocio?

Años borrosos, dudosos, no quiere escapar al bulto, pero no recuerdo cómo se dio. Ellos empezaron a venir a algunos shows con otros músicos y así fue: una jugada kitsch, casi bizarra, doce años atrás o más… Creo que con el delirio que había en nuestro entorno, hicimos algunas cosas divertidas y algunas musicales, pero todavía no vivía en anarquía.

      Grabar en el estudio Los Pájaros de Palito Ortega en la quinta de Luján debe significar algo.

Fue algo transgeneracional, como la interacción con Moria. Cuando llegamos al estudio, el técnico nos cuenta que se había quedado la noche anterior mezclando a Charly García que hacía Kill Gil (2006) ahí, y bueno, era genial estar en el setup de instrumentos, y el ambiente del estudio, que ya tenía su atmósfera iba a ser modificado por nuestra intervención. Me sentí bien y súper cómodo en ese lugar; tenía una foto de Brian Jones de compañía, había cuadros de James Dean y del Hollywood Babilonia, el estudio Los Pájaros…  Luego apareció Palito as himself, bailando una de las premezclas de los temas, muy amigable y elogioso se puso a contar unas anécdotas. Años después, fui a una fiesta de casamiento y Palito era show para los novios. Loco.

      Mueran humanos son buenos amigos, ¿recuerdan alguna anécdota con ellos?

La anécdota de la cola quemada.

      Háblame un poco de la muestra Duro, curada por Rosario Güiraldes e Ignacio Parodi, en donde presentaste Hacer un disco sirve para hacer otro disco.

Acá todavía no vivía en anarquía, pero creo que fui citado, ese era uno de los slogans/conceptos que tenía en esa época; el otro era: “La música no es importante”. Eso también pasaba, el acercamiento de la gente del arte, si bien yo creo que Travesti era un grupo que usaba arte para expresarse, no entraba en la categoría de grupo arty; no éramos estudiantes universitarios, éramos outsiders. Mejor dicho, éramos el happening, pero eso era lo que sucedía, nuestro público era una mezcla de gente arty con outsiders.  Aunque se me ha dado por la pintura desde niño también (mi madre pintaba en sus años, y eso fue una fuerte influencia, como la de mi padre, que es músico del folclore argentino), esporádicamente me dedico de lleno, alguna especie de objeto visual, un artefacto. Arte/ Facto.

      Un amigo que tenemos en común, el artista visual Bruno Gruppalli, director de su video “Beduino”, me comentó en entrevista lo siguiente: “Hacer ese video fue uno de mis sueños cumplidos, por lo que significa Travesti como banda”. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Bruno?

Muy buena, súper operativo, él sabía lo que quería y eso es imprescindible; me gratifica hoy a la distancia que el tema elegido haya sido Beduino, una hermosa canción de amor libertaria, como me gustaba definirla en ese momento. Bruno es una persona que si bien no conozco mucho, los encuentros fortuitos que hemos tenido han sido muy cálidos e interesantes; me gustó mucho la propuesta fabril para una canción melódica, ese crossover me encanta.

Lo quiero a Bruno.

      En dicho video aparecen dos íconos de la noche bonaerense: Flor Vecino y Jackie Ludueña –estoy de acuerdo con Bruno en que Jackie era una de las personas más hermosas de Argentina–. ¿Qué recuerdos tienes de ella y cuál fue la mayor enseñanza que te legó?

Me enteré de su partida física un año después, en la mismísima nota a Bruno hecha por ti, y tuve una sensación extraña, no podía definir si estaba acongojado, o el que esté presente en el video de una canción que yo compuse, me acercaba a ella de una manera que en la vida no había sucedido. Creo que los únicos intercambios que tuvimos fueron en el rodaje del video y en alguna fiesta años después. Sea como fuere, lo sentí un año después, pero lo sentí. En lo personal hubo partidas significativas durante estos últimos años. Todavía voy de negro. Q.E.P.D.

Las dos en el video me encantan y hacen una ilusión óptica tan sobrenatural (había un parecido loco entre ellas) que no necesitaba efectos especiales.

      Se les comparó en su tiempo con Suicide, pero ¿cuáles fueron las verdaderas influencias de Travesti?

Las verdaderas influencias vienen más de raíz, de los quince años previos a 1990. Toda la cassettería underground me fue llevando hacia terrenos más musicales, filosóficos. Yo tengo mis raíces en el folclore; no aprendí muchas zambas, pero había bombo y guitarra, tradición argentina, nobleza gaucha, poesía guaraní, jazz, canto contemporáneo latinoamericano, Beatles, la pintura… Yo me encontré con Suicide ya con Travesti y los rumores periodísticos que nos habían puesto en esa góndola, digo… Me encantan V. U., Suicide y Throbbing Gristle; pero también la realidad y los medios de comunicación han sido una influencia en Travesti y en todos los proyectos que he encarado, como la versión actual… Subvertir significados, como decir también me influencia lo que no apruebo. Si bien los terrenos eran oníricos, estaban hechos de realidad y del reality y hoy son sus propias estrellas, con un Bloody Mary.

      ¿Cómo es ser punk y padre de Sara a la misma vez?

Para mí, eso que denomino punk tiene que ver con la lucidez, aún en el delirio: lucidez.  A mí Sara –y los niños en general– me exigen lucidez, hay que estar a la altura de las circunstancias, evolucionar con los niños, es la gran obra, es el ahora. Ser papá de Sara fue un satori, una patada iluminada que me despierta día a día. Punk es dadá, es lo máximo, un honor, divertidísimo. Ella es seria creativamente, disfruto de escucharla tocar el teclado, de hacer películas juntos; de hecho, estoy trabajando actualmente en una película corta. Es una niña muy hermosa y despierta.

      ¿Qué sucedió cuando viste por primera vez a T.H.C. en vivo?

Un show bueno es tan valioso como uno que no.  Vi muchos shows en vivo, más cuando Teen Angel, pero a quien quiero mencionar es a Magui Adrián, Carlos Vázquez de Acido Camboyano, ¡internacional! un abrazo fraternal.

       ¿Qué te ofreció Ámbar que no pudo hacerlo Travesti?

El Ámbar hoy es AM, la solidificación de la resina y su consecuencia en mi nuevo outfit. Floxon. Retomé el trabajo con texturas sin tener que estar esclavo del ritmo, como pasaba con Travesti, las Uvas o Las Luces del Romance. Adopté nuevas escalas, no volví a las anteriores, entonces un nuevo lenguaje, se generaban nuevos espacios donde era muy fácil interactuar, como una clase de manejo… O más bien, un diálogo.

AM es una academia técnica de pensamiento y aplicación de sonido en la que seguimos experimentando con Adrián Berias Olden AKA Mundo, mi gran compañero, profesor, hermano mayor y confidente hace muchísimos años. Anarquía Amistad AM.

AM es la madre de Floxon: Una editorial musical, de laboratorio electroacústico; se suceden varias formas, proyectan una nueva ventana, un plano paralelo, un diseño y organización de sonidos en función de la desorientación y posterior reflexión, conviven sonidos ambientales, historias de ambientes, zonas metálicas, con probablemente alguna canción, un vals, momentos híbridos, inmanencia. Soy por naturaleza un shapeshifter.

En este momento estoy en proceso de grabación del primer disco del proyecto. No está definido aún como se titulará; un posible título sería “AA”, el otro “Príncipe industrial” o “Pensamento pedagógico da confederação Nacional da Indústria”; el I-Ching lo decidirá. Vamos a editarlo junto a Parasónica, con el invaluable aporte en producción de Máximo Fernández, adelanto exclusivo, “Anarco Ambient IV,” en la compilación realizada por el sello Sonido Atmosférico, RESONANCIAS ATMOSFÉRICAS V junto a otros artistas, imperdible. Muy agradecido de haber sido convocado. Aquí el link: https://sonidoatmosfericoediciones.bandcamp.com/track/floxon-anarco-ambient-iv

     Jamás pensé que te interesarías en la música country.

Creo que mi aprendizaje de música country decantó en la forma de interpretar un género como el ambient; no pienso el ambient como una música en el estilo de Brian Eno, por ejemplo, al cual adoro; Eno y Lanois, más bien como una forma de ocupar espacio con sonidos, palabras, sonidos de cualquier fuente (instrumentos, discos, radios, etc.). Gram Parsons y toda esa tradición cósmica americana, Hank Williams, Buck Owens, el sonido steel guitar. Esas escalas que se encuentran en toda América, de norte a sur, desde los Tornados Tejanos, Los gauchos en Brasil del norte, las guaranías del Paraguay, por mencionar sólo algunas… Rubén Blades y Lou Reed, aparecieron con un golpe en la cabeza en medio de un show, mi trauma country. De ahí Los Ángeles Vampiros, puro gótico argentino campirano, grupo secreto que hicimos con Andi Di Napoli y Tomás Muller, con quien avanzamos en el delirium tremens romántico de las Uvas Estroboscópicas. Con ellos hice un disco que a mi parecer no tuvo la producción adecuada, aun así, están todas esas bellas canciones para su disfrute.

     ¿Cuál es la fórmula para vivir constantemente en amor y anarquía?

Son palabras difíciles de apresar, su definición es abstracta, pero justo esas dos empiezan con A: como Amistad Ancestral, Amorfos Andróginos, Astronautas Alquimistas, Alcohólicos Anónimos, Anarco Ambient, Astrum Argentum, Arquitectos Alienígenas, sólo un par de un sinfín de dos palabras que empiezan con A.

Anarquía-Lucidez/Orden Natural/Voluntad bajo Responsabilidad-Amor-Consideración = AA.

 

 

 

Relacionadas

Suburbano Ediciones Contacto

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
WhatsApp
Reddit