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Adelanto de novela: Si me muero abre estos archivos

De Elvia González

Para Leonardo

cc Departamento Legal

Fecha: 16 de junio

Asunto: Plazo de entrega

Querido Leonardo, te escribo para recordarte que mañana es la fecha de entrega de los artículos. Cualquier cosa avísanos que podemos esperar uno o dos días, pero no mucho más allá. Saludos, Elvia, Coordinadora de contenidos

 

De Elvia González

Para Leonardo

cc Departamento Legal

Fecha: 17 de junio

Asunto: Fin del plazo

Estimado Leonardo, no hemos sabido nada de ti y la fecha de entrega era hoy. Puedo esperar por ti un día más, pero si no tenemos los artículos mañana tendremos entonces que tomar medidas. Cordialmente, Elvia, Coordinadora de contenidos

 

De Departamento Legal

Para Leonardo

cc Elvia González

Fecha: 21 de junio

Asunto: Rescisión de contrato

Señor Leonardo, le escribo para notificarle que hemos decidido aplicar la cláusula de rescisión de su contrato, debido al incumplimiento de los términos del mismo. Al no entregar los artículos encargados en el plazo previsto y no haber recibido ninguna explicación de usted, no nos consideramos obligados a recibirlos de ninguna manera. Si tiene alguna pregunta puede escribirme por esta vía, pero desde ya le reitero que el contrato establecido entre ambas partes nos permite actuar de la manera en que lo hicimos. Sin más,

Departamento legal

 

De Elvia González

Para José Pablo Hernández

Fecha: 07 de octubre

Asunto: Fwd Noticias de Leonardo

José Pablo, te reenvío este correo que acabo de recibir, creo que deberíamos hacer algo al respecto,

Elvia

Mensaje reenviado

De Marta

Para Elvia González

Fecha: 07 de octubre

Asunto: Noticias de Leonardo

Estimada señora González, disculpe que utilice este correo, no tenía otra forma de comunicarme con usted. Soy Marta, esposa de Leonardo y le escribo para darle la noticia de que mi esposo falleció. Revisando sus papeles y archivos, encontramos los trabajos que debía entregarle, entiendo que ya ha pasado mucho tiempo desde que debían recibirlos, pero Leonardo nunca incumplió una entrega y quería dejar constancia de que esta tampoco la habría incumplido de no haber sido por el desafortunado destino. Sin más, me despido cordialmente,

Marta

 

            Elvia, qué noticia más triste. ¿A qué te refieres

            con que deberíamos hacer algo?

                                                                                    ¿Leíste los artículos?

            No

                                                                                    elos, son fantásticos y nosotros                                                                                                 publicamos una porquería

            Bueno, la idea era publicar los buenos,

            pero tuvimos que correr

                                                                                    Tenemos más de cuatro meses                                                                                                      publicando porquería. Leonardo era

nuestro mejor colaborador y ni siquiera nos enteramos

de que se  murió. A eso me refiero con que                                                                                                      deberíamos hacer algo.

            A ver, Elvia, ¿qué crees que debamos hacer?

II

Elvia no solía quedarse sin palabras, al menos no en el trabajo. Cualquiera fuera el proyecto, cualquiera el tema, cualquiera la extensión, ella de inmediato se sentaba a teclear y no paraba hasta alcanzar el número de caracteres necesarios. Pero mi pregunta se le mostró como todas las palabras que no tenía y por eso nunca supo ver su ausencia. Soy su jefe en el portal digital de noticias y simplemente la dejé sin respuesta, cosa que no le había sucedido antes. ¿Qué creía ella que debíamos hacer? Tardó en hallar una primera acción: publicar los artículos de Leonardo y pagárselos a la viuda como si hubieran sido entregados en los lapsos establecidos. Le aseguré que tocaría el tema de inmediato con Departamento Legal;  el hecho de que el contrato ya no existiera se me antojaba una fuente de inconveniencias. Pero con todo y mi promesa, aquello no dejó satisfecha a Elvia. Y la página de palabras ausentes se le volvió más y más larga.

Elvia apagó la computadora, cosa que no hacía ni siquiera en sus días libres, se levantó de su escritorio y fue a la cocina a prepararse un café. La casa estaba desordenada, era jueves y ella limpia los viernes, si es que limpia. Mientras la máquina de café realizaba su acto de magia, Elvia repasó los artículos que tenía que terminar y los que tenía que corregir; tomó su celular y mandó mensajes reasignando su trabajo y dando órdenes de publicar tal como estaban, artículos a los que no les había dado ni un vistazo.

Esa era la parte más peligrosa de su rutina: el momento en que no tenía nada pendiente mientras el café estaba saliendo de la máquina. Es mucha la vida que puede pasarle por delante en esos pocos segundos, aunque suelan venirle los mismos pensamientos, los cruces de caminos que la llevaron a donde está ahora y sus inseparables qué habría pasado si… Qué habría pasado si no hubiera viajado a Estados Unidos, qué habría pasado si Roberto, el novio casi eterno, la hubiera acompañado, qué si Roberto no se hubiera mostrado tan expedito para comenzar una nueva relación, qué si no hubiera aceptado este trabajo, qué si viviéramos en la misma ciudad. El café estaba ya frío cuando por fin se lo bebió. Con la taza en la mano se dio cuenta de que ni siquiera esa súbita liberación de responsabilidades sería suficiente.

Salió de la casa con la laptop a cuestas y fue al café donde solía trabajar varios días de la semana para cambiar de ambiente. Sentada con un inmenso latte sobre la mesa, la ausencia de palabras continuaba mientras ella revisaba el perfil de Facebook de Leonardo. Los mensajes de condolencia se extendían varios meses. Elvia resintió el que Facebook no le hubiera mostrado ninguno de esos obituarios, pero no podía ser de otra forma: ella no aceptaba peticiones de amistad de sus colaboradores y la verdad no creía que Leonardo se la hubiera solicitado alguna vez. En cualquier otra ocasión la eficiencia con que mantenía separados su perfil personal de la página del portal le habría generado satisfacción, orgullo, pero no en ese momento; en ese momento se estaba reprochando a sí misma lo que antes llamaba profesionalismo. No haber visitado nunca el perfil de Leonardo se le mostraba como una absoluta falta de tacto, como una profunda insensibilidad. Cuando llegó a las publicaciones de Leonardo en vida, pudo ver varios de los Me gusta que ella misma les había dado. Claro, eran los artículos de Leonardo en el portal que él compartía en su perfil, y que ella, como parte de sus funciones y siempre bajo el usuario del portal, corría a ponerles el pulgar extendido, no tanto para que el artículo llegara a más personas, sino como para decirle al autor que estaban pendientes de que él ayudara en la promoción del portal. Pero fue en las otras publicaciones, las que no tenían el Me gusta del portal, donde Elvia se detuvo.

Eran todos textos que Leonardo compartía desde su página personal y que Elvia habría visto si hubiera tenido que revisar las credenciales de Leonardo para contratarlo; pero Leonardo ya era colaborador cuando Elvia comenzó en el portal, por lo que nunca se fijó en sus otros trabajos. Un mensaje en el celular le interrumpió la lectura. Era yo preguntándole si todo estaba bien porque no la veía en línea. Elvia no respondió.

No, no estaba bien, pero no me iba a decir eso. No sabía qué decirme y por primera vez la falta de palabras se le dibujó en la pantalla de su teléfono. Claro que antes de ese hubo cientos de mensajes que Elvia no contestó, pero ninguna de esas no-respuestas había sido producto del nuevo silencio que se le estaba construyendo desde que le pregunté qué debíamos hacer.

El trabajo de Leonardo era muy interesante, siempre a medio camino entre la sencillez y la profundidad, entre la seriedad y la comedia, lo cual le daba un no sé qué de ironía a todo lo que escribía, y que al cabo de un par de horas se le comenzó a mostrar a Elvia como auténtica genialidad. Elvia volvió a resentir el que no hubiera leído a Leonardo hasta enterarse de su fallecimiento y que solo porque se murió, ella pudo descubrir cuán interesante y original era su obra. Decidió entonces responderle a la esposa de Leonardo, no sin volverse a reprochar, esta vez, que hubieran pasado tantas horas entre que recibió el correo y que se decidiera a escribir de vuelta. Y ahí fue cuando las palabras faltantes se la devoraron por completo.

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