
Hay figuras que trascienden su propio arte y se convierten en símbolos de una época, de un país, incluso de una manera de estar en el mundo. Julio Iglesias es una de ellas. En El español que enamoró al mundo (Libros del Asteroide), Ignacio Peyró se adentra en la vida del cantante más internacional que ha dado España, y lo hace con una prosa elegante y cercana. No se trata de una biografía exhaustiva, sino de un retrato cultural y sentimental que explica cómo un joven madrileño que soñaba con ser futbolista acabó convertido en una de las voces más escuchadas del planeta.
Uno de los mayores aciertos del libro es desmontar algunos relatos muy repetidos. Durante años se sostuvo que Iglesias abandonó el fútbol por un accidente de tráfico; la realidad, recuerda Peyró, fue otra: un tumor en la médula espinal lo obligó a dejar la portería y, en el prolongado proceso de recuperación, encontró en la música no solo una terapia, sino un destino.
Peyró también reconstruye con detalle esos primeros pasos inciertos de Iglesias en bares londinenses, guitarra en mano, cantando en locales pequeños y casi anónimo (aunque siempre seductor). Esa imagen del aprendiz, frágil y todavía inseguro, contrasta con la del astro planetario que vendría después y humaniza a un artista que el mito suele presentar ya hecho.
En este retrato, Miami ocupa un lugar central. Cuando aún no era una plaza tentadora para la música en español, Iglesias tomó la decisión estratégica de mudarse allí. Fue un movimiento arriesgado pero visionario: desde esa ciudad, que acabaría convirtiéndose en la capital cultural de lo latino, el cantante supo conectar el mercado latinoamericano con el europeo y el estadounidense, abriendo un camino que después seguirían otros artistas. En Miami encontró no solo residencia, sino plataforma y trampolín hacia la conquista global.
Más que enumerar discos y giras, a Peyró le interesa comprender el fenómeno. Julio Iglesias encarna al mismo tiempo la modernidad y la nostalgia, la sofisticación y el kitsch, el latin lover y el empresario meticuloso que convirtió su carrera en un emporio. Su figura permite también leer los cambios de la España tardofranquista y la apertura cultural de los años setenta, así como el exotismo con que se percibía lo latino en Estados Unidos y Europa. Iglesias no solo vendió millones de discos: exportó una imagen de lo español que sedujo a públicos tan distintos como los de Tokio, Miami o Buenos Aires.
Lo fascinante de El español que enamoró al mundo es que se lee tanto como biografía de un cantante como crónica de un fenómeno cultural que todavía hoy conserva vigencia. El resultado es un libro que interpela más allá de los fanáticos de Julio Iglesias: habla de cómo un artista puede convertirse en mito, espejo de un tiempo y memoria compartida.
En ese espejo, Julio Iglesias sigue siendo, como anuncia el título, el español que enamoró al mundo.







