Contrapuntos XI: la literatura como acto de resistencia

En un panorama cultural marcado por la homogeneización y el dominio de lenguas hegemónicas, Contrapuntos XI se erige como un espacio de disenso, persistencia y apuesta por la diversidad. La revista, bilingüe desde su origen, ha convertido la traducción, la selección cuidadosa de textos y la apertura a distintas voces en una auténtica forma de resistencia cultural.

En esta entrevista, los editores de Contrapuntos XI reflexionan sobre cómo entienden la noción de “resistencia” en el ámbito literario y cultural, los criterios que guían la selección de obras, y la manera en que equilibran voces emergentes con autores consagrados. También comparten los retos de sostener una publicación independiente y transnacional, y cómo conciben la evolución de una revista que, año tras año, se reinventa como espacio crítico, plural y necesario.

¿Cómo definen ustedes la noción de “resistencia” en el ámbito literario y cultural, y qué criterios usan para seleccionar las obras que se alinean con esa idea?

En las primeras páginas de la novela Mariel, de José Prats Sariol, aparece una cantina que cambió su nombre de Two Brothers a ‘Dos hermanos’, donde solía servir un barman que ahora sirve ‘el cantinero’. La novela, desde el principio, muestra una resistencia a lo exterior. Es apenas un detalle en esas páginas, pero de importancia. Un poco más adelante el narrador describe que ‘una barra (el mesón) es una resistencia, un disentimiento’. Esa barra se resiste a la gravedad, por así decirlo, está en un constante desacuerdo con ella. Para Contrapuntos XI, como esa barra, muestra un disentimiento a la fuerza que hoy existe, es decir, la resistencia es publicar en otro idioma que no sea puramente en inglés. Resistir a las grandes cadenas que quieren vender literatura de buzón. Se resiste a ir en busca de matices literarios convencionales, convenientes. Se resiste a dejar de existir, pues es una labor de constancia. En tiempos en que muchas revistas y editoriales ven frenada su financiación, mantener una revista literaria que combina varios idiomas es, en sí, un acto de resistencia. Las voces que se presentan en esta edición son guiños que por el hecho de interactuar con otro idioma, se resiste al ahora tan popular trend del rechazo.

En cuanto a la selección, tenemos muchos textos que nos envían y vamos clasificando durante un año entero. Esta vez tuvimos algunas traducciones. Aparece una entrevista a Emma Sepúlveda, que alude al discurso ultra que apabulla la diversidad, y además hay un texto de académico que se inserta en una misma dirección. Para los editores,  nos fue lógica la temática que se fue tejiendo mientras nos encontrábamos con los textos durante este último año. El editor de la sección de narrativa, Ángel Rañales, titula su texto inicial Reconciliation Narratives, que pareciera el anverso del texto, pero claro que enfatiza la temática inicial del número. El criterio que seguimos fue el mantra con el que comenzamos con nuestros editores de la revista: si es un texto que leerías de nuevo, publiquémoslo.

La revista es bilingüe (inglés–español). ¿Ven la traducción como una forma de resistencia cultural en sí misma? ¿Cómo manejan las tensiones entre original y traducción?

Claro. Traducir es un reto en sí. Tuvimos la suerte de tener en este número la aparición de Avispero/Hornet’s Nest y Despedida/Farewell de Enriqueta Ochoa a cargo del poeta y traductor Anthony Seidman. Si escribir poesía en pleno siglo XXI es un acto resistencia, el traducirla al inglés en los Estados Unidos de Trump, es virar a otra dirección, un freno al discurso y una ruta hacia otro camino. Dime tú que eso no es una resistencia.

La Dra. Anja Bernardy (KSU) se encargó de revisar y trabajar con los traductores, que es un trabajo de filigrana, desacuerdos y muchas veces buenos ratos jugando con los textos hasta que todos estamos de acuerdo con el trabajo y pasamos a publicarlo. En otros casos, como en la traducción del inglés al español del cuento “Alguna vez en un cuarto azul” de Anjanette Delgado a cargo de Antonio Díaz Oliva (ADO), era ir a detalles tenues que sirvieron como aclaración, pero la clave fue trabajar muy de cerca con los autores, para llegar a un acuerdo mutuo y así rendirle tributo al original.

Contrapuntos reúne autores consagrados y emergentes. ¿Cuál es la estrategia para equilibrar esas voces y qué buscan en un nuevo colaborador?

Contrapuntos, desde un principio ha tenido las puertas abiertas a un sinnúmero de autores desde los más nóveles a los más consagrados. Lo que nos ha guiado todos estos años es recordar que somos una revista, primeramente, de divulgación, de difusión. Nos gusta encontrar nuevas voces, leer lo que nos envían con mucho cuidado y ver que estas voces nóveles no se vean opacadas por algunas otras que tienen una presencia más longeva, diría yo. Nos ha tocado muchas veces intervenir textos, con directa supervisión del autor para convenir una mejor versión, pero esto no siempre es posible. El verdadero balance, creo yo, es que nuestros editores, al momento de seleccionar los textos, leen a dedillo para poder encontrar los mejores textos de todo el material que se recibió durante el año.

En tiempos de polarización y exclusión, ¿qué papel creen que puede jugar una revista literaria como Contrapuntos en la formación de un discurso alternativo o crítico?

Lo más importante para nosotros es tener una comunidad literaria viva y activa. La revista es tan solo un espacio donde se asienta la palabra impresa, la labor de reunir, editar, diagramar para que los lectores puedan acceder a ella como mejor les apetezca. Pensar que la revista puede cambiar un discurso tan polarizado es un vasallaje más ilusorio y quijotesco que luchar en contra de unos molinos de viento. Pero de igual forma, todos los años nos montamos a nuestro rocín y cabalgamos hacia adelante.

¿Qué retos enfrentan al sostener una publicación independiente y transnacional, y cómo imaginan la evolución de Contrapuntos en los próximos años?

Como revista literaria que publicamos varios idiomas a la vez, llega a popularizarse en ciertos círculos, pero en otros no. Hemos visto cómo la apuesta de la revista, que se publica en varios idiomas y con varias traducciones, le ha convenido. Por otro lado, ser independiente nos ha ayudado a tomar decisiones desligadas de ciertas ideologías y los dineros que la sostienen. En sí, hemos ganado autonomía de grupo. Cada año colaboramos con más editores, académicos, lectores que quieren que este espacio siga vivo. Hay veces que no nos limitamos a EEUU, ya que tenemos colaboradores de muchas partes. Un ejemplo: el contacto se inició desde Chile, la entrevista se realizó desde México, con la autora que reside en España y ahora la publicamos desde aquí con distribución vía internet y en varias partes del mundo. Entonces, por abusar un poco del término, a veces nos comportamos como una revista glocal. Si fuese a tildar la revista de algo, sería de ese intercambio y resiliencia entre lectores, colaboradores y editores que mantienen viva esta comunidad literaria.

 

 

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